La compañía de defensa española Indra ha presentado su solución anti-drones ARMS (Anti RPAS Multisensor System). Se trata de un sistema capaz de detectar y anular drones y está orientado a proteger áreas de vuelo restringido.
La proliferación de los drones de consumo, así como de los trabajos con aeronaves comerciales, ha empujado a la industria a crear soluciones que permitan anular estos dispositivos en pleno vuelo. Instalaciones como un aeropuerto o infraestructuras críticas -como pueden ser una planta nuclear, una central eléctrica o una estación potabilizadora de agua- son sensibles ante el vuelo de estos dispositivos en sus alrededores.
De ahí que los responsables de este tipo de instalaciones quieran asegurar su perímetro frente a las fotografías que se puedan tomar mediante drones o, en el peor de los casos, las incidencias de seguridad que puedan provocar.
El sistema de Indra emplea un sensor radar para detectar las aeronaves. Su alcance es de varios kilómetros y también se usa una cámara infrarroja para confirmar la información.
A partir de ahí, una vez detectado el dron, el sistema ARMS pone en marcha su inhibidor de frecuencia, que actúa en varias bandas. De esta forma se puede anular la señal de geolocalización de la aeronave, para que no se encuentre en el mapa, mientras que también queda anulada su enlace de radio con la estación de control. Es decir, el piloto pierde la comunicación con la aeronave.
La compañía está desarrollando asimismo otras capacidades para su sistema, como técnicas de suplantación de la señal, para que se pueda tomar el control del dron.
Las medidas anti-drones van a ser un mercado de proporciones considerables. Es un campo que no suele estar en el punto de mira, un mercado adyacente, pero que llegará a ser lucrativo en el futuro. Un estudio de la consultora Grand View Research estimaba que este mercado podría alcanzar un valor de 1.850 millones de dólares en el año 2024, mientras que en 2015 fueron 299 millones lo que movieron las soluciones anti-drones.
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La proliferación de los drones de consumo, así como de los trabajos con aeronaves comerciales, ha empujado a la industria a crear soluciones que permitan anular estos dispositivos en pleno vuelo. Instalaciones como un aeropuerto o infraestructuras críticas -como pueden ser una planta nuclear, una central eléctrica o una estación potabilizadora de agua- son sensibles ante el vuelo de estos dispositivos en sus alrededores.
De ahí que los responsables de este tipo de instalaciones quieran asegurar su perímetro frente a las fotografías que se puedan tomar mediante drones o, en el peor de los casos, las incidencias de seguridad que puedan provocar.
El sistema de Indra emplea un sensor radar para detectar las aeronaves. Su alcance es de varios kilómetros y también se usa una cámara infrarroja para confirmar la información.
A partir de ahí, una vez detectado el dron, el sistema ARMS pone en marcha su inhibidor de frecuencia, que actúa en varias bandas. De esta forma se puede anular la señal de geolocalización de la aeronave, para que no se encuentre en el mapa, mientras que también queda anulada su enlace de radio con la estación de control. Es decir, el piloto pierde la comunicación con la aeronave.
La compañía está desarrollando asimismo otras capacidades para su sistema, como técnicas de suplantación de la señal, para que se pueda tomar el control del dron.
Las medidas anti-drones van a ser un mercado de proporciones considerables. Es un campo que no suele estar en el punto de mira, un mercado adyacente, pero que llegará a ser lucrativo en el futuro. Un estudio de la consultora Grand View Research estimaba que este mercado podría alcanzar un valor de 1.850 millones de dólares en el año 2024, mientras que en 2015 fueron 299 millones lo que movieron las soluciones anti-drones.
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