La dieta alcalina está marcando una moda. Sin embargo, dentro de la polémica se unen evidencias con sinsentidos y controversias. ¿Qué tiene de real esta dieta? ¿Podemos confiar en ella o es solo pseudociencia?
No tardarán los fanáticos de las dietas y la nutrición en venir a discutir. Y es que la polémica sobre la dieta alcalina está en pleno auge. Tanto para los consumidores como para los científicos, esta supuesta dieta beneficiosa está sujeta a polémica. Hay quién le atribuye propiedades casi mágicas. Los hay más comedidos y escépticos que abogan por unas ventajas más modestas. También están los detractores moderados o incluso a ultranza. La cuestión no parece del todo clara. Así que vamos a contar lo que sabemos sobre la controvertida dieta alcalina.
Así "funciona" la dieta alcalina
La hipótesis bajo esta dieta dice que la alimentación cambia el pH de nuestros fluidos corporales. Es decir, que cambia la acidez o basicidad (alcalinidad) de nuestra sangre, orina y, ejem, todos los fluidos del cuerpo. Según explican algunos fisiólogos promotores de la dieta, un entorno ligeramente alcalino podría ser beneficioso para nuestro cuerpo. Esto se debe, entre otras cosas, a que permite asentar más fácilmente las sales que fortalecen nuestros huesos, eliminar algunos metabolitos peligrosos y modificar nuestra fisiología en varios aspectos beneficiosos. Pues bien, como explicábamos, una dieta concreta que excluya ciertos alimentos La dieta alcalina se basa en el estudio de Claude Bernard sobre la alimentación de conejosy promueva otros, según los defensores de la dieta alcalina, permitiría conseguir este ambiente alcalino.
La dieta alcalina excluye, por tanto, alimentos como los lácteos, la carne, aves, pescado, huevos y cereales. Alimentos que, según la dieta, producen "ceniza ácida". Es decir, restos de alimentos que al ser quemados en un calorímetro se mantiene como ácidos. Sí permite comer frutas y hortalizas, excepto los arándanos y ciruelas. La dieta alcalina proviene de los análisis obtenidos por Claude Bernard en el estudio de la alimentación de lagomorfos (conejos) y la acidez de su orina. Aunque hoy día se ha ampliado un poco el estudio, casi todos los análisis de la basicidad o acidez de los fluidos se sigue basando en revisar el pH de la orina.
Claude Bernard ,biólogo teórico, médico y fisiólogo francés. Fundador de la medicina experimental.
Me temo que es una de las dietas milagro más difundidas a través de Internet y también a través de numerosos medios de comunicación, entre los que destacan algunas revistas del corazón, que suelen poner como ejemplo a numerosas famosas que presuntamente siguen esta dieta para promocionar sus supuestos beneficios, explica para Hipertextual Miguel A. Lurueña, Doctor en Ciencia y Tecnología de los alimentos y autor del blog Gominolas de Petróleo. Otro punto importante está relacionado con la "medicina alternativa" y otros aspectos más modernos que han tratado de llevarse la dieta alcalina a su terreno relacionándola con "energías" y filosofías variadas. A día de hoy no existen evidencias que sustenten la mayoría de las afirmaciones que se atribuyen a la dieta alcalina a pesar de que sí se conocen algunos beneficios de rebajar el pH de la orina, por ejemplo, cosa que se hace con medicación.
La dieta alcalina y el cáncer
Probablemente uno de los puntos donde más se une la dieta alcalina con la pseudociencia sea la afirmación de que ésta es un remedio natural y muy eficaz contra el cáncer. Según los defensores de esta (disparatada) idea, las células cancerosas se encuentran en un entorno ácido (cosa que sí es cierta) a su alrededor. Al aumentar el pH (y bajar la acidez) prevenimos el entorno de las células cancerosas, evitando su formación o, incluso, matándolas. Esto, en sí, es un sinsetido simplista a más no poder. Los orígenes del cáncer son terriblemente complejos genéticamente y fisologicamente hablando. Reducir la acidez del entorno pericelular, no es capaz de afectar al tumor hasta prevenirlo o reducirlo. Ni mucho menos. Porque el entorno es una consecuencia, no una razón de que aparezca, por poner una razón (y simplificando mucho, también).
Si sospecha o sabe que padece cáncer, debe tener claro que es una enfermedad muy seria y compleja, para la que no existen soluciones sencillas ni milagrosas (si así fuera nadie la padecería y no sería la enfermedad sobre la que más se está investigando en la actualidad a lo largo y ancho del planeta). Por supuesto, lo que debe hacer es acudir inmediatamente a su médico (o no dejar de ir, si es que ya lo hace).
Como siempre, nunca falta la advertencia de que no seguir los únicos tratamientos conocidos y comprobadamente válidos contra el cáncer mortalmente peligroso. Dejar de lado la medicina por terapias alternativas de dudosa eficacia, como ésta, es una probable sentencia de muerte. "En lo que respecta a las supuestas bondades contra el cáncer, la creencia se basa en algunos estudios de laboratorio que sugieren que las células cancerosas se desarrollan en un ambiente relativamente ácido (pH bajo), pero que no pueden sobrevivir en un ambiente alcalino (pH alto). Si bien esos estudios son reales, se aplican solamente a células aisladas estudiadas in vitro, no a organismos complejos como animales, y mucho menos a humanos". Comenta el Dr. Lurueña al hablar sobre el cáncer. "Alterar el ambiente de las células del cuerpo humano para crear un entorno menos ácido no es posible".
Mitos y verdades
Pero ahora volvamos al resto de afirmaciones. Algunos datos apuntan a que reducir el pH de la orina podría ayudarnos a disminuir la incidencia de piedras en el riñón (en concreto las formadas por piedras de ácido úrico) e, incluso, infecciones de orina. También sabemos que la dieta influye y ayuda a la deposición de sales minerales que refuerzan los huesos. Vale. Hasta ahí la evidencia científica. Ahora, no existe ninguna evidencia fehaciente de que la dieta sea capaz de cambiar el pH de nuestra sangre. Sencillamente, los análisis de sangre realizados hasta la fecha no han dado los resultados esperados. Sí se ha conseguido cambiar el pH de la orina. Pero claro, tengamos en cuenta que la orina es nuestro principal sistema excretor, dedicado a expulsar lo que no necesitamos. Por tanto, cambiar la dieta tiene una repercusión directa.
Cambiar el pH de nuestro organismo mediante la dieta no es posible. Y está bien que así sea porque incluso pequeños cambios en el pH pueden provocarnos graves trastornos capaces de poner en serio riesgo la vida. Para evitarlo, nuestro organismo dispone de varios mecanismos que permiten mantener el equilibrio ácido-base, como por ejemplo la capacidad tampón de la sangre o las funciones respiratorias y renales. El único fluido que ve afectado su pH por la dieta es la orina, precisamente porque es uno de los mecanismos que ayudan a mantener ese equilibrio.
Pero no es así con la sangre u otros fluidos. Los cuales están sujetos al potente sistema de homeostasis que tenemos los mamíferos. Este sistema es el encargado de regular los factores de nuestro cuerpo para que funcione correctamente. Entre estos factores están el propio sistema excretor, la temperatura, la hidratación, el sistema inmune y, cómo no, la acidez de la sangre. La acidez de la sangre es importantísima ya que afecta directamente a la respiración, entre otras cosas. De hecho, sus variaciones no son mayores o menores del 0,10 del pH, lo que podría provocar una enfermedad. Por ejemplo, según el pH la hemoglobina de nuestros hematíes es capaz de liberar más o menos oxígeno, realizando el necesario intercambio gaseoso. Un pH demasiado alcalino impide la correcta liberación de oxígeno. Por esta razón tenemos un sistema muy preciso de "tamponación" de la sangre que la mantiene siempre en torno a pH 7,45. Por supuesto, acidificar la sangre es también muy perjudicial, pudiendo ser una señal de un problema metabólico serio.
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Por otro lado, todos los alimentos pasan por un sistema de digestión terriblemente potente: el estómago. En el estómago se segregan cantidades ingentes de ácido clorhídrico que deshacen los alimentos, los cuales son absorbidos posteriormente. No tiene mucha lógica pensar en una sustancia capaz de modificar directamente el pH de la sangre si esta no es capaz de acumularse (como ocurre en la orina, donde se concentra para ser Ante este tipo de remedios milagrosos hay que tener siempre presente que si algo parece demasiado bonito para ser verdad, probablemente sea mentiraexpulsada). Además, como decíamos, no hay evidencias de ello. Un ejemplo concreto se encuentra en los lácteos. Según la dieta alcalina, la leche acidifica la sangre y evita la correcta absorción del calcio y magnesio.
Sin embargo, a todas luces, la evidencia señala justo lo contrario. La leche es buena para los huesos, tal y como muestran miles de estudios al respecto. Seguir una dieta como ésta nos puede alejar de los consejos basados en evidencias científicas que sí son saludables. Otro ejemplo está en la reciente noticia que lanzaba la OMS. Sí, abusar de carnes rojas y procesadas puede ser perjudicial. Pero más lo es no aportar al organismo una alimentación adecuada. En resumen, parece que la dieta alcalina se basa en algunas evidencias adquiridas del mundo científico. Sin embargo, falla a la hora de sustentar adecuadamente las últimas bases que la promueven. "Ante este tipo de remedios milagrosos hay que tener siempre presente que si algo parece demasiado bonito para ser verdad, probablemente sea mentira. Y es muy probable también que detrás de ellos haya algún desaprensivo dispuesto a ganar dinero a costa de las personas crédulas o desesperadas que los siguen a pies juntillas". No duda en afirmar este experto. En cualquier caso, confiar en una dieta milagro, (o convertir la dieta alcalina en una dieta restrictiva y sustitutiva de todo) es un error, mire por donde se mire. Es más, puede ser muy, pero que muy peligroso.
¿Qué hacer entonces?
Al preguntarle por la posición del consumidor ante estas dietas, el Dr. Lurueña es muy firme: "Si alguien está tentado de seguir esta dieta milagro para adelgazar le diría que perder peso no es una tarea fácil y que acudiera a un buen dietista-nutricionista si cree que lo necesita. Si el motivo para seguirla es el temor al cáncer, hay que tener presente que, a la vista de los conocimientos actuales, la mejor forma de prevenirlo es evitar alcohol, el tabaco, el sedentarismo y seguir una dieta saludable, basada en principalmente en alimentos de origen vegetal (frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, frutos secos, etc.), a lo que puede añadir huevos y un poco de pescado, leche y carne."
En palabras del dietista-nutricionista Julio Basulto "Discriminar los alimentos según sean más ácidos o alcalinos no supone beneficios para la salud y puede alejarnos de una dieta saludable".
Como consumidores tenemos a nuestro alcance más información de la que nunca hemos tenido, explica. "El problema es que una buena parte de ella no es de calidad, ya sea por ser inexacta, o por ser directamente falsa, y a veces eso puede hacer que tomemos decisiones que afectan a nuestro bolsillo y a nuestra salud. Ser críticos es fundamental, así como conseguir un buen criterio. "Aunque me temo que eso es algo que no se consigue de la noche a la mañana. Lo recomendable es acudir a fuentes de información rigurosas, basadas en evidencias científicas. Las páginas web de organismos relacionados con la salud y la ciencia, como la Organización Mundial de la Salud, la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, o el Instituto Americano para la Investigación del Cáncer, por poner tres ejemplos". Así, no duda en criticar la información en blogs y páginas de todo tipo, muchas veces poco escrupulosas y poco rigurosas. "Debo destacar a grandes divulgadores en materia de alimentación, como Julio Basulto, Juan Revenga, Aitor Sánchez o Luis Jiménez." dice a su vez este divulgador cuyo trabajo educando a la gente en materia de divulgación alimentaria le ha valido ya un extenso reconocimiento por parte de la comunidad de consumidores.
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