Noticia La era de los barrenderos espaciales

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La basura espacial es un problema muy serio. De hecho, hace años que lo es. Y ya es hora de poner cartas en el asunto y comenzar a barrer nuestros cielos. La siguiente pregunta es ¿cómo lo hacemos?


Llega un momento en el que todos hemos de limpiar la casa; la ciudad; el país. O incluso el mundo. Y a nosotros nos toca barrer la atmósfera de una vez por todas. La basura espacial que estamos acumulando comienza a tener proporciones catastróficas. Especialmente para los vuelos orbitales. Aunque todavía podemos volar relativamente seguros, lo cierto es que cada vez existen más incidencias (que no incidentes) con la basura espacial. Los expertos en aeronáutica comienzan a mirar con perspicacia hacia el cielo, preguntándose si no surgirá ningún desastroso imprevisto. Y cuando llega este momento es hora de ir al cuarto de las escobas y comenzar a barrer.

¿Hasta dónde nos llega la basura espacial?


Aunque es difícil de analizar, se estima que en nuestra órbita hay más de 50.000 objetos mayores de un centímetro volando por ahí. Aunque pueda parecer que nuestra atmósfera es un lugar muy grande, lo cierto es que desde 1991 varios han sido los problemas que ha causado esta basura espacial. A estas alturas a nadie le resulta desconocido pensar en un objeto pequeño pero muy rápido que atraviesa el casco de una nave espacial. Lo hemos visto en películas y novelas. Los pequeños restos volando a miles de kilómetros por hora son auténticas balas dispuestas atravesarlo todo.

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Actualmente, la gran mayoría de la basura espacial se encuentra entre los 850 y los 2000 kilómetros de altitud, en la órbita de baja de la Tierra (o LEO). También tenemos un pico de densidad de basura a los 36.000 Km, donde se sitúan los satélites geoestacionarios. Su origen suele ser, principalmente, de las explosiones y accidentes. Aunque al principio no se tenía tanta consideración con el futuro de la basura espacial, con el tiempo ésta ha comenzado a provenir de las misiones fallidas y problemas ocurridos durante los vuelos. Otra gran fuente son los satélites obsoletos y viejos que no han podido descolgarse de En 2011 los restos del Kosmos-2251 pasaron a 250 metros de los astronautas de la ISSla órbita. Los objetos más pequeños, de entre 1 y 10 cm, son los más preocupantes ya que no son rastreables individualmente.

Pero los objetos más grandes también son muy preocupantes. Seguramente recordaréis el comienzo de la película Gravity, cuando la basura especial genera un efecto dominó. El llamado síndrome de Kessler es un efecto temido por las agencias aerospaciales; un escenario en el cual la basura espacial irá generando por cascada cada vez más y más basura hasta convertirla en una zona completamente insegura. Ya han habido varios incidentes en los cuales la Estación Espacial Internacional ha tenido que cambiar su órbita para esquivar basura espacial. Especialmente llamativo fue el caso de 2011, cuando los seis tripulantes de la ISS vieron su vida puesta en peligro debido a los restos del Kosmos-2251, un cohete cuyo debris pasó a tan solo 250 metros de la Estación.

Barrenderos espaciales


Todos los expertos coinciden en dos cosas: el problema ya es grave y nos va a costar mucho solucionarlo. Pero, por eso mismo, hay que ponerse manos a la obra cuanto antes. Así, recientemente, Airbus lanzaba dos propuestas para limpiar el cosmos de basura espacial. Ambas consisten en dos satélites barrenderos. El primero portaría una red mientras que el segundo se dedicaría a recoger los trozos más grandes con un brazo mecánico. Tras recoger la basura, ésta puede dejarse en una órbita de estacionamiento "limpia" o bien dejarse caer Satélites "liquidadores", láseres... todo es poco para eliminar el peligrode nuevo a la Tierra para que se desintegre. Pero esta no es la única propuesta que hay sobre la mesa.

El Roscosmos ruso ya propuso tiempo el año pasado la construcción de un vehículo dedicado en exclusiva a limpiar nuestras órbitas, comenzando por la órbita geostacionaria. La nave sería capaz de limpiar unos 10 satélites en 6 meses, dejando aparcados los restos en la órbita limpia o, también, dejándolos caer a la Tierra de forma controlada. Otra opción estudiada es la de usar pulsos rápidos de láseres de alta energía desde la superficie. De esta manera, se conseguiría provocar una ablación láser que produce plasma en los restos de debris.

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Andrey Armyagov/Shutterstock


Ésta es una manera de provocar un empuje que permita cambiar el ángulo de los restos de manera que al final terminen cayendo a la atmósfera y desintegrándose. Pero de nuevo, el problema que más preocupa a los expertos sigue siendo la basura espacial más pequeña e indetectable. Actualmente seguimos programas y acuerdos más o menos estrictos que tratan de eliminar y localizar dicha basura espacial. Se está poniendo mucho esfuerzo y concienciación en un problema que no hace sino crecer. Pero todavía hay restos ahí fuera, flotando sin control y amenazando a nuestros satélites o, lo que es mucho peor, a nuestros astronautas.

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