Innovar en el mundo de la gastronomía es posible. Las opciones pasan por eliminar intermediarios, controlar nuestros hábitos y buscar soluciones factibles para el hambre en el mundo.
Innovación y gastronomía, ¿por qué no? Los amantes de la buena comida y de la mejor cocina ya no tienen que limitarse a la oferta de unos cuantos restaurantes y comercios a pie de calle. Con el mundo de las startups, los foodies tienen un universo por descubrir a golpe de click, que da la posibilidad de tener cualquier cosa que necesitemos a las puertas de nuestra casa.
El sector de la alimentación cuenta con poco desarrollo tecnológico, pero con muchas oportunidadesEste no es solo un sector que ha irrumpido en el mundo de los restaurantes. Como ya hablamos en su momento de aquellas startups para pedir comida a domicilio habían revolucionado la forma en que consumimos productos preparados por restaurantes y como, de alguna manera, estas habían salvado a muchos de ellos de la quiebra.
La cuestión en este momento se encuentra en la propia alimentación. Como consecuencia de las modas impuestas en las cálidas regiones de Silicon Valley por la preocupación de llevar una dieta sana, saludable y sostenible. Controlada además por otro tipo de negocios que nos indican qué comer, cuándo y cómo. Memora controla nuestra interacción con la comida y nos marca patrones, así como Fita que nos da consejos nutricionales abalados por médicos; y como estos, ejemplos infinitos que quieren gestionar mejores hábitos de vida.
Al final, la tendencia de las startups alimenticias se está expandiendo por el mundo. Alentada por la búsqueda de la tecnificación de cualquier ámbito de nuestro entorno que, además, está siendo impulsada por numerosos fondos de inversión internacionales, pese a que aún tienen mucho camino por recorrer.
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De huerto, y el mar, a la mesa
En España, el mercado de la alimentación produce una cifra aproximada de 60.000 millones de euros anuales, de los que solo un 1% o 2% corresponde al ámbito online; en Reino Unido el porcentaje asciende hasta el 15%. Sin embargo, este sector está enfocado principalmente a los servicios de reparto a domicilio, dejando atrás un negocio que abre un mundo de posibilidades.
Verduras, carne y pescado salen directamente desde los productores a los consumidoresLa preocupación por llevar dietas sanas, la recuperación, aunque sea por moda, de los productos naturales suponen una oportunidad. El comercio local, hasta hace unos años maltratado por las grandes superficies, y las mercancías que prácticamente vienen desde la huerta han puesto de manifiesto una serie de oportunidades que abren un gran nicho de mercado, hasta ahora poco explotado.
Hermeneus, fundada en 2011, busca conectar al productor directamente con el cliente; eliminando el aumento de precio de los intermediarios y la adulteración de las verduras. Luraki ofrece 800 productores locales para elegir los mejores productos agrícolas de temporada. Si nuestra madre ya no nos da la comida hecha y no tenemos muy claro qué comprar, podemos acudir a BuyFresco; la startup, fundada en 2012, nos envía cestas semanales con todos los ingredientes frescos para las recetas que ellos mismos nos proponen. Lejos quedan esas imágenes de productores enfadados por los bajos porcentajes que recibían por la venta de sus productos a causa de los intermediarios; ahora son ellos los que controlan el proceso.
Y lo mismo ocurre con los productos del mar. Una de las mayores quejas de aquellos que viven alejados de las costas es el alto precio que alcanza el pescado en los mercados, y que la mayor parte de lo que se vende no está fresco. Cuestión ocasionada por el largo proceso logístico que ha de pasar el pescado antes de venderse. Emarisco y Tulonja, startups gallegas, cogen el producto del mar y te lo llevan a casa directamente; precio y calidad asegurados.
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De la impresora al plato
El problema del abastecimiento de alimentos es una cuestión actual, pero con vistas a agravarse de aquí a los próximos años. Los objetivos del milenio colocaban el año 2015 como fecha tope para erradicar el hambre a nivel mundial, sin embargo, pese a que se han cumplido algunos puntos, el camino que queda por delante es mucho más grande.
Mapa del hambre de la FAO
Una de las soluciones propuestas para abordar esta cuestión es la de comer insectos: muy numerosos y nutritivos, pero poco agradables a la vista, y probablemente, al gusto.
Pero la era de la tecnología y la ciencia nos ofrece nuevas oportunidades. Con estas perspectivas imprimir comida no es una mala solución. A partir de materiales orgánicos algunas startups ya han empezado a operar en restaurantes ofreciendo alimentos impresos en capas. Foodini, una impresora made in Spain de la startup Natural Machines, acaba de inaugurar su menú 3D en Japón. Con nuestras costumbres actuales de consumo perdemos un 40% de lo que se produce, las impresoras acabarían con derroche de materias primas aprovechando todo lo disponible, y con dietas saludables y completas.
Sin embargo, de aquí a que se convierta en algo mundialmente extendido queda un trecho, pero por algo se empieza.
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