En 1962 miles de personas se vieron afectadas por un ataque incontenible de risas y llantos histéricos que duró meses. La epidemia, incluso, obligó a cerrar una escuela. ¿A qué se deben estos ataques colectivos?
El 30 de enero de 1962, tres jóvenes que asistían a la escuela misionera de Kashasha, en los bordes de la actual Tanzania, comenzaron a reír. Pero no era una risa normal. Las carcajadas, nerviosas y estridentes, comenzaron a contagiarse entre el resto de las niñas. Poco después de su comienzo, más de la mitad de la escuela reía o lloraba de manera histérica. Unas 95 chicas no paraban de reír y reír frenéticamente en el aula, en el exterior e incluso al llegar a casa. Las risas se extendieron a lo largo del tiempo, durando, incluso, semanas, lo que impedía a las alumnas concentrarse. Este fue solo el comienzo de la gran epidemia de risa de Tanganica. Una histeria en masa que duró varios meses y afectó, probablemente, a miles de personas.
En las garras de la histeria
Existe una pregunta que los sociólogos y etnógrafos se hacen constantemente al pensar en la gran epidemia de risa: ¿qué pasó exactamente? Por desgracia, debido al lugar y el tiempo en el que ocurrió existe una gran cantidad de desinformación. Pero repasemos lo que sabemos en la medida de lo posible. Sabemos cuando comenzó, el 30 de enero. Según cuentan las crónicas comenzó con tres muchachas y afectó al 60% de la escuela. Pero no se detuvo ahí, ni mucho menos. La escuela tuvo que cerrar en marzo, cuando continuaban las explosiones de risas histéricas haciendo imposible la enseñanza. Las chicas, que fueron enviadas a sus casas o pueblos de alrededor, puesto que era una escuela misionera donde residían muchas de las jóvenes, pronto se vieron contagiados. En Nshamba, según está registrado, unas 200 personas Se estima que algo más de 1.000 personas se vieron incapacitadas por el ataque de histeria colectivase vieron afectadas por la epidemia. La histeria siguió extendiéndose por todo el distrito de Bukoba, en pueblos como Ramashenye o Kanyangereka.
La epidemia de risa se extendió durante varios meses y se estima que pudo afectar al menos a unas mil personas, atacando de manera esporádica a los habitantes de Bukoba. El lugar más afectado fue, por supuesto, Kashasha, cuya escuela misionera hubo de cerrar para siempre sus puertas en junio de 1962. Según las crónicas, de nuevo, los ataques afectaban principalmente a los más jóvenes de las aldeas, principalmente niños. Son estos los que, además, contagiaban la risa a sus vecinos y familiares. Según se describen los ataques de risa, estos eran incapacitantes, de manera que quien comenzaba a reír o llorar no podía hacer otra cosa. La epidemia, a día de hoy, se considera como un ataque de histeria colectiva masiva. No ha sido el único documentado pero sí, probablemente, de los más grandes que ha vivido la humanidad.
El porqué de una epidemia de risa
Pero si para algunos lo más importante es el qué, para muchos lo más inquietante es el porqué. ¿Cómo terminan miles de personas riendo o llorando histéricamente sin poder hacer otra cosa durante horas, días o semanas? Alguien podría pensar que la gran epidemia de risa de Tanganica (lo que ahora es Tanzania) podría estar exagerada. Aunque probablemente haya puntos en los que sea así, no hace falta irnos tan lejos en el tiempo para descubrir que estas epidemias histéricas no son tan raras. En 2007, en Virginia, E.E.U.U., un joven en el instituto comenzó a sentirse inquieto. Pronto comenzó a estar mareado, hacer gestos extraños y a mostrar risa Algunos casos más recientes son los de Virginia o Cisjordania, que afectaron a cientos de personasincontenida. En unas semanas 300 alumnos y un profesor fueron afectados por los mismos síntomas. En 1983, en Cisjordania, 943 personas, especialmente jóvenes, fueron hospitalizadas por mareos y desmayos, otra manifestación de histeria colectiva. Y estos son solo algunos ejemplos.
¿Cómo puede afectar un ataque de histeria a miles de personas? Los científicos llevan estudiando estos casos desde hace muchísimo tiempo. La propagación de las epidemias del comportamiento tiene mucho que ver con nuestras neuronas espejo. Esta parte del cerebro es la que conduce una gran parte de nuestro aprendizaje por observación, la que nos permite imitar a otros seres humanos. También están implicadas en la empatía que sentimos por otros seres vivos. Pero también pueden participar en el mecanismo de contagio de las carcajadas, por ejemplo. A esto le añadimos una crisis nerviosa colectiva y tenemos la receta de una epidemia de risa.
¿Crisis? Muchas veces las crisis nerviosas provienen de presiones psicológicas que en ocasiones se encuentran ocultas a nuestro análisis. En otras, las razones pueden parecer obvias. En el caso de la gran epidemia de risa de Tanganica, algunos historiadores atribuyen dicha crisis al cambio ocurrido durante 1962 en un país que acababa de independizarse de Inglaterra y estaba revolucionando su sociedad a una gran velocidad. Pero aún así, lo máximo que tenemos son hipótesis, si no conjeturas. Probablemente nunca sepamos realmente qué ocurrió en Tanganica o tan siquiera cómo ocurrió realmente. Y es curioso, porque la intuición nos dice que este suceso guarda muchas respuestas sobre la naturaleza humana.
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