Según muestran los indicios, todo comenzó con un enorme evento de proporciones indescriptibles: el Big Bang. Pero, ¿cómo hemos llegado a esta conclusión? ¿Y cómo sabemos que no nos equivocamos?
Así llamamos al gran comienzo de todo lo que conocemos (o podemos conocer): el Big Bang. Un nombre sonoro que representa, probablemente, al evento más importante que jamás ha ocurrido. Pero, ¿en qué nos basamos para decir que ocurrió? ¿Cómo sabemos que realmente hubo un "bang"? Las evidencias científicas, a estas alturas, dejan poco lugar a las dudas. Existen tres grandes puntos clave en el entendimiento del universo. Tres puntos que nos ayudan a hacernos una remota idea de lo que ocurrió al comienzo de los tiempo. Y que también nos ayuda a imaginar qué le ocurrirá al universo.
El universo se expande
Esta es la primera de las grandes evidencias que nos dicen, sin lugar a dudas, que en un momento dado todo estaba "concentrado" en un punto. Demostrado por Edwin Hubble allá por los años 20, este astrónomo, uno de los más importantes de nuestra historia, se pasó su vida científica estudiando nebulosas. Entre sus investigaciones descubrió que hay algo más allá de nuestra galaxia. Y también consiguió explicar que los grandes objetos celestes estaban moviéndose y cómo lo estaban haciendo: alejándose de un mismo punto. En concreto, todas las nebulosas extragalácticas se alejan y cuanto más lejos están, más rápido lo hacen. Al final, sus observaciones se traducen en que el universo se está expandiendo, lo que puede hacernos pensar que en algún punto del tiempo, se encontraba concentrado en un punto. Para llegar a la conclusión, Edwin Hubble hizo una descripción de la velocidad de cada objeto midiéndola según su "corrimiento al rojo". Este proceso ocurre cuando una fuente de luz aumenta en su longitud de onda, (por lo que se ve, cuando es visible, en "tonos rojos", para que lo entendamos), lo que ocurre precisamente por estar alejándose desde nuestro punto de vista.
La radiación de fondo
Cuando en 1948 Gamow, Alpher y Herman predijeron su existencia, todavía era una consecuencia teórica. Sin embargo, en 1965, cuando Arno Penzias y Robert Wilson construyeron un radiómetro de Dicke (un instrumento que pretendían usar para hacer pruebas en radioastronomía y comunicación por satélite), se toparon con una señal de la que no podían deshacerse. Tras varios años y gracias a que otros investigadores ya estaban buscando los indicios predichos por la teoría, Penzias y Wilson consiguieron no solo confirmar la explicación (a pesar de la controversia que hubo al principio por el choque de hipótesis), sino también medir la temperatura estimada de 2,8 Kelvin, muy muy cerca del cero absoluto. Pero, ¿qué es la radiación de fondo? Este ruido persistente en todo el universo no es otra cosa que el "eco" del inicio de los tiempos. Un evento tan brutal dejó su huella en toda la existencia, como una señal que inunda todo el universo en forma de ondas microondas muy tenues pero persistentes.
La ligereza del universo
Aunque en nuestra vida diaria estamos acostumbrados a convivir con un montón de elementos diversos, lo cierto es que estos son más bien la excepción que confirma la regla. Por que el universo es en sus 3/4 partes hidrógeno. El 1/4 faltante es helio, siendo estos dos los átomos más ligeros que existen. Ambos constituyen el 98% del total de la masa del universo (excluyendo la esquiva materia oscura, que no terminamos de comprender). Lo que vemos todos los días es más bien algo muy raro. Así se comprobó en los 50, cuando los investigadores comprendieron que los "átomos" raros surgen de los procesos que ocurren en los núcleos estelares. Las cantidades observadas en el universo coinciden con las que cabría esperar si el universo se hubiera enfriado lo suficiente en los tres minutos siguientes al Big Bang (tal y como muestran los cálculos).
El Gran Big Bang
Para que lo entendamos, estas tres grandes evidencias nos hacen pensar que en un momento dado el universo era una pequeña (relativamente hablando) pelota energética llena de una sopa de partículas, grosso modo. Aunque es muy difícil de describir, debemos entender que por aquel entonces no existía ni el tiempo ni el espacio, al menos como lo conocemos. Esta singularidad (donde los valores tienden a infinito), de pronto, "estalló" y se expandió en una magnitud que sencillamente no podemos ni imaginar. Aquí surge el universo, el espacio y el tiempo.
Lo que vino después fue una orgía caótica de partículas subatómicas desplazándose a velocidades relativistas en un espacio creciente. El espacio sufrió lo que se conoce como inflación cósmica, una expansión exponencial de todo lo que existía. Más tarde, todo se enfrió. Durante este proceso ocurrió un fenómeno denominado "bariogénesis" que no comprendemos del todo. En él, la materia y la antimateria sufrieron una asimetría, de manera que la antimateria es mucho más rara que al materia ordinaria, hasta donde sabemos.
A medida que el universo se enfriaba aún más, las partículas subatómicas y las fuerzas fueron tomando forma, lo que se traduce en la aparición de las leyes físicas que conocemos (más o menos). A medida que el universo se enfriaba dejó de ser una colosal masa de radiación para pasar a tener regiones concentradas con masa. Tras 300.000 años aparecieron los átomos. En ese momento la radiación se desacopló de los átomos, produciendo la radiación de fondo que hemos visto.
A partir de aquí la materia fue agregándose, cayendo bajo el influjo de la gravedad, formando estructuras estelares y objetos cada vez más concretos. Aparecieron las nubes y galaxias; y con ellas las estrellas. Y con las estrellas los sistemas y el resto de objetos que conocemos. También apareció, antes de esto, la conocida como materia oscura. Y también la misteriosa energía oscura. Hasta llegar a nuestro tiempo, se estima, han pasado 13.800 millones de años. Un gran lapso de tiempo que comenzó con algo que ni tan siquiera llegamos a imaginar.
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