
Son los FIFAnomics. La economía que se esconde en el mercado del modo de juego más popular de los últimos años, Ultimate Team.
Lo de que jugar al FIFA equivalga a pachangas contra la máquina, contra amigos compartiendo sofá o contra otro jugador online, sin mayores preocupaciones que los dilemas autobús vs ofensiva, 4-3-3 vs 4-2-3-1 o equipo de atletas vs equipo de bajitos peloteros, ya pasó. Desde que tenemos el modo Ultimate Team (a.k.a. FUT), eso ha cambiado. Ahora, al jugador de FIFA le atañen decisiones que tienen más que ver con la macroeconomía y el comportamiento del mercado que con dar órdenes en chándal desde el sillón. Vamos a ver qué lecciones económicas podemos sacar del Ultimate Team.
Es un mercado regulado
Y lo es desde mediados de FIFA 15. En aquella temporada, a EA se le fue de las manos el tema de las páginas web de venta de monedas, así que introdujo por primera vez la regulación en los precios a los que se compran y venden las cartas en el mercado. Hasta entonces, era posible colocar en la puja a un Douglas (que no debería pasar de 500 monedas) por un precio de salida de 150.000 y una compra inmediata de 400.000. Precios, simplemente, irreales. Desde entonces, EA asigna unos intervalos mínimos y máximos a cada carta, generalmente entre 1.000 y 10.000 monedas para la mayoría de los jugadores de oro que no tienen unos valores de juego demasiado altos.
A partir de aquella novedad, la economía sumergida que supusieron aquellas webs sigue viva, pero sus efectos son menores, ya que no es tan sencillo como antes acceder a elevadas cantidades de monedas sin tener que ofrecer a cambio elementos de un valor mínimo. En FUT, esto se traduce en que podemos comprar packs de monedas de 10.000 en 10.000 ofreciendo jugadores de oro cuyo valor real es muy inferior. Pero ya es algo más complicado que comprar directamente 500.000 a cambio de una mera carta de bronce, de valor cercano a 0.
El motivo principal de esta regulación del mercado fue que EA estaba perdiendo muchas ventas de sus propios bienes: los sobres, canjeables por dinero de la vida real. Un negocio que, según rumores bastante fiables, le supone cerca de 1.000 millones de dólares anuales. A nivel sistémico, esta medida controló que los precios no se disparasen (evitar la inflación) y para que tampoco cayesen en picado en cartas de poco valor y alto número de las mismas en términos de oferta (deflación).
La introducción de los rangos de precios ha contribuido a restringir las monedas ilegítimas en los intercambios en el mercado de transferencia de FUT. Hemos erradicado las actividades que estaban perjudicando la experiencia, como las de aquellos que generan monedas ilegítimamente en la economía FUT mediante el uso de bots y estafas, creando una inundación fraudulenta de monedas en el juego, elevando artificialmente el precio de los jugadores en el mercado.
Además, EA tiene desde el origen de Ultimate otro sistema para evitar la inflación: la comisión del 5% por transacción. Cada vez que un jugador vende un bien, EA se lleva un 5% del valor de la venta. En la realidad, EA es quien "imprime" esas monedas, así que realmente no se queda nada, simplemente lo que está haciendo es retirar de la circulación esa cantidad de dinero, un instrumento similar (con muchos matices) al utilizado Eurosistema para inyectar liquidez a los bancos, generando capital ficticio para, completada la operación, retirarlo de la circulación. Así frena el aumento continuado de precios. Si en algún momento hubiese un desajuste entre monedas y cartas, en el mercado a largo plazo (el transcurso de la temporada), podría haber dos consecuencias de no tomar esta medida: o los sobres serían demasiado fáciles de comprar, o el valor de las monedas caería.
No es un mercado de competencia perfecta
En teoría económica, un mercado de competencia perfecta se da en aquellas situaciones en las que los actores que participan en el mercado no tienen poder para manipular los precios de los bienes, es decir, son precio-aceptantes, el conjunto del mercado busca la maximización del bienestar y de la utilidad y los bienes intercambiados son homogéneos. Como resultado, en un mercado de competencia perfecta los precios son fijados por la combinación de la oferta y la demanda.
Pese a que FUT, al igual que muchas economías de videojuegos, tiene matices de mercado de competencia perfecta, los cambios en el poder de los actores para fijar precios en función de su intercambio por monedas, hace que el mercado del FIFA tienda a ser imperfecto. Esta imperfección del mercado, incluyendo el sistema de control de precio de EA y los sistemas de monedas fraudulentas, permita a ciertos actores el establecimiento, de forma masiva, del precio de las cartas por encima de su coste marginal, permitiendo a algunas de las partes que operan de forma semiprofesional generar ventajas como en las economías de escala y afectando seriamente al correcto funcionamiento del mercado.
Y el responsable es el dinero real (euros, dólares, pesos, whatever) que se puede introducir en el juego por la vía legal para comprar más y más sobres, y por lo tanto obtener más y más ítems, y con ellos las posibilidades de que se obtenga alguno de los mejores, como un gran portero o un excelente delantero centro. Así que el dinero real provoca desigualdades.
Sería un mercado de competencia perfecta si no existiese esta opción. Un juego en el que no hubiese forma de introducirlo a través de nuestro Paypal o nuestra VISA, sino que únicamente se jugase con el dinero virtual: una cantidad de monedas preasignada, y en todo caso unos sobres iniciales que tuviesen resultados muy similares (bienes homogéneos). Es decir, que a nadie le pudiese tocar un jugador muy valioso (Messi, Ronaldo, Suárez y compañía), y que todos fuesen, por ejemplo, cartas de oro no brillante o de oro brillante con un valor máximo de 81.
A partir de ese escenario, cada jugador podría ir operando en el mercado, y sus avances o retrocesos serían fruto de sus decisiones, y estas a su vez fruto de su sapiencia, pero el número total de bienes en el mercado sería constante, y por tanto serian los precios los que determinasen la oferta y la demanda. El único elemento extra que añadir sería la cantidad de tiempo jugado, que se traduce en una mayor cantidad de monedas obtenidas. En cualquier caso, todo esto es lo que Ultimate Team NO es. Es lo opuesto.
Barreras de entrada y ventajas para el pobre
Para seguir la línea de lo anterior: quien tiene más medios tiene a su vez más oportunidades y más duración en el mercado. Por ejemplo, el adulto con un sueldo que se puede permitir gastar 300 euros en abrir sobres su primera tarde de Ultimate Team, o el niño de familia con alto poder adquisitivo que puede gastar 70 euros mensuales en eso mismo. Ellos se benefician más de la existencia de este mercado, porque pueden operar de una forma mucho más agresiva que quien no tiene dinero para este fin.
El comportamiento del rico con su patrimonio es muy distinto al del pobre: escasez, valor del tiempo, margen de pérdida, coste marginal...
Esto también genera una pequeña situación de ventaja, dentro de la desventaja, para el pobre: este tipo de jugadores, tras abrir una gran cantidad de sobres, tienen demasiadas cartas que manejar (a.k.a. poner a la venta), y un tiempo limitado. Así que lo que suele ocurrir es que ponen esas cartas en venta rápida (o directamente las descartan, y las cartas se pierden), y no les importa recibir 1.200 monedas en lugar de 1.900 para poder quitárselas de encima rápido y recuperar su inversión de dinero real en dinero virtual de FIFA, por poner un ejemplo. Cosa que aprovecha el pobre para cazar un chollo que de otra forma no existiría.
A su vez, el pobre actúa de forma muy diferente en el mercado que el rico. Frente a la actitud del párrafo anterior, el pobre, que tiene una cartera de cartas muy reducida, y no puede ampliar su patrimonio de monedas virtuales mediante la inyección de dinero real, se toma mucho más tiempo y es más paciente a la hora de vender jugadores. Si sabe que puede vender una carta por 25.000 monedas, no la venderá por 23.000 y preferirá esperar, porque esa diferencia de 2.000 monedas es vital para su reducida economía y no tiene medios para compensarla por otras vías.
El hype y la escasez se pagan muy caros

Algunas de las cartas con las que terminó Luis Suárez la temporada pasada.
En FIFA, las cartas que vienen por defecto en el juego se clasifican entre bronces, platas u oros, y todas tienen variantes no brillantes y brillantes, siendo estas últimas las más valiosas. A su vez, cada tipo de carta puede obtener versiones especiales en base a las actuaciones de cada jugador en la vida real. Es decir: si Ronaldo, que tiene una puntuación de 94 en FIFA 17, marca cuatro goles en un partido, tiene asegurada su carta en el "equipo de la semana", que será de al menos un punto más, con todos los atributos (velocidad, pase, disparo, etc) mejorados. Además, esta carta es gráficamente diferente del resto. Cada carta especial (equipo de la semana, equipo del año, equipo de la temporada, hombre del partido, etc) es visualmente distinta, con un color de fondo u otro, y una foto de cuerpo entero del jugador en lugar de sólo el rostro.
Esto es puro hype, que en la práctica se traduce en precios disparados para las cartas especiales. Pero disparados de verdad. Traducido a términos económicos, los atributos que no tienen un impacto real respecto a sus sustitutivos (cartas muy similares, Pogba 88 vs Pogba 89, Ronaldo 94 vs Ronaldo 95), sí tienen un impacto en la demanda y por extensión en el precio respecto a estos. Vamos a ver un ejemplo rápido: Pogba.
En su versión normal (oro brillante, claro), su valor es de 88. Su carta IF (in form, su primera carta especial por llegar al equipo de la semana) pasa a 89. Los incrementos en sus estadísticas son leves. Pero la diferencia de precio es del 100%: de un precio aproximado de 740.000 monedas en promedio, pasa a unas 1.540.000 en PlayStation 4. En Xbox One, el rango es similar.

¿Merece la pena esa diferencia? Desde el punto de vista estrictamente racional, desde luego que no. Ni muchísimo menos. Un jugador tan afortunado que obtenga el Pogba 89 en un sobre, si quiere actuar de forma racional, debería ponerlo a la venta y comprar por la mitad de la ganancia la versión 88. Le quedarían otras 750.000 monedas para seguir mejorando su equipo, una cantidad como para hacer un equipo completo mucho más que competitivo. Pero estas cartas especiales, también por su escasez y carácter limitado, determinan los precios relativos.
La elasticidad-precio de los cromos
En economía se utiliza la elasticidad-precio como medida para analizar el grado de respuesta de la cantidad demanda de un bien (en el caso del FIFA, las cartas) a los cambios en el precio de dicho bien. Básicamente, sirve para medir el cambio porcentual en la demanda frente a un cambio porcentual en el precio, permaneciendo el resto de factores constantes, como el nivel de demanda, el poder adquisitivo de los actores del mercado o número de bienes disponibles.
La elasticidad-precio es muy dispar entre unas cartas y otras
Traducido al FIFA, la elasticidad-precio de los cromos mide el número de jugadores dispuestos a comprar una carta dependiendo de la fluctuación en el precio de la misma. Aquí hay que tener un cosa en cuenta: cada carta de FUT tiene su propia elasticidad-precio. Esto significa que hay cartas que son muy elásticas y su demanda es muy sensible a los cambios de precios: un pequeño cambio en el precio puede disparar enormemente la demanda de la misma, provocada por otro factores como que Cristiano se lesione o gane el Balón de Oro.
Otras cartas son, prácticamente, inelásticas: su demanda se mantiene constante sin que las fluctuaciones en el precio afecten a la misma: jugadores desconocidos o con poco valor cuyo precio, aún variando bruscamente su precio a la baja, la demanda sigue manteniéndose constante, aunque el cambio porcentual en el precio sea enorme.

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Por ejemplo, si tomamos una carta que tiene un precio de salida de 1.000 monedas, para determinar su elasticidad tendremos que medir cómo los cambios en precio afectan a su demanda: si su precio en el mercado cae hasta 350 monedas y su demanda apenas cambia, diremos que es inelástica, puesto que una caída brutal en su precio no ha afectado al comportamiento del mercado. Sin embargo, también puede darse lo contrario. Cuando una carta es elástica, si su precio cae hasta los 999, veremos cómo su demanda se dispara: a cambios sensibles del precio el comportamiento de los consumidores cambia radicalmente hacia una mayor demanda de la carta (que también se puede dar con alzas en los precios).
Esto es especialmente determinante puesto que en el ejemplo anterior vemos cómo un cambio muy pequeño en el precio para una determinada carta, modifica sensiblemente el mercado: un cambio de un 0,1% (1000->999) en el precio de una carta tiene una respuesta mayor en la demanda, que sube un por 300%, que la caída en otra carta del 65% (1000-350), cuyo cambio en la demanda es de apenas 1%, si lo expresamos en términos porcentuales.
Otro factor que influye en la elasticidad precio de una carta es el tiempo: el precio de los jugadores fluctúa hacia arriba y hacia abajo hasta que el mercado se estabiliza, y en esos primeros momentos, los cambios sensibles en el precio de los jugadores tienen un gran impacto en su demanda. Después de una semana o dos en las que el mercado empieza a averiguar qué jugadores son buenos en el juego, y cuáles no lo son, las elasticidades de las cartas empiezan a estabilizarse: a partir de ese momento, los más interesantes para los consumidores serán los que mayor elasticidad de precio tengan. El resto, mantienen su valor durante más tiempo y su demanda es poco sensible frente a los cambios en el precio.
Lo impredecible
Cuanto más complejo es el mercado, más valiosas son las cartas por sí mismas. Y, de hecho, es muy complejo. Se hace bien complicado llegar a entender por completo (y por tanto, poder prever movimientos) los mecanismos mediante los que salen nuevos precios. De hecho, para el 99,9% (o más) de los jugadores de Ultimate, estos movimientos son altamente impredecibles, lo cual da más valor a cada carta.
El 0,1% restante es el de los que se dedican de forma profesional, literalmente, a este. Ellos son los que monitorizan los precios de cada ítem y sus oscilaciones. No lo hacen sólo para ganar partidos y armar mejores plantillas, frecuentemente son quienes están detrás de las páginas ilegales de venta de monedas. Se ganan la vida con ello. Pero claro: son la excepción que confirma la regla. Por lo general, el mercado de Ultimate tiene mucho de impredecible. En los casos de jugadores con una edad media muy joven y unos previsibles nulos estudios sobre conceptos económicos, parece bastante evidente que la chavalería del FIFA ha sabido antes de los trucos con el balón que de las aurigas de Platón. Lo cual juega en su contra a la hora de manejarse en este mercado. Por suerte, sólo es un hobby.

Sobre los profesionales del trading de cartas, que siguen gruesos manuales y dedican largas jornadas a ello, son los actores que explotan el mercado más allá de los límites marcados por su regulador y, por tanto, se juegan su expulsión del mismo. Y con ella, la pérdida de los cimientos de su negocio. Siempre pueden empezar de cero con una nueva cuenta, pero implicaría dar muchos pasos atrás en el desarrollo de su modelo. Como con los traficantes de sustancias ilegales en la vida real, juegan a eludir a las autoridades para perpetuar su agencia.
Comportamiento normal (e irracional) del mercado
A principios de 2015, el futbolista belga Junior Malanda falleció en un accidente de tráfico. Todavía faltaban unos meses para que el regulador EA introdujese los límites en los precios de venta. Las reacciones a nivel mercantil sobre su muerte fueron exactamente las esperables:
- Al poco, EA dejó de "imprimir" la carta de Malanda. Es decir, dejó de poder salir en los sobres. Las que ya estaban presentes en el mercado serían las últimas. Y si alguien descartaba la suya, ese número se reduciría en uno. Mayor escasez.
- La carta de Malanda era bastante mediocre (puntuación 73, atributos muy discretos), y además de una liga, la alemana, con un interés global mucho menor que la inglesa o la española. Así y todo, el interés por ella se disparó tras su fallecimiento, igual que ocurre con las obras de los artistas cuando mueren. Como veíamos en el caso del hype con las cartas especiales, es algo que escapa a la racionalidad. El motivo que obedecía a este aumento del interés es puramente emocional, sentimental. Y sobre todo, pasajero, efímero: la emotividad tras su muerte estaba a flor de piel al tratarse de una figura pública con la que jugar en un videojuego. Casi dos años después, Suárez o Neuer despiertan el mismo interés. Malanda, aunque siguiese en el mercado, no.
- La oferta cayó y la demanda se disparó. Por lo tanto, los precios llegaron a niveles escandalosos. Exacto: nuevamente, igual que con las obras de los artistas cuando mueren. Rozaron el millón de monedas, casi el equivalente a los precios de Ronaldo y Messi, las mejores cartas de FUT 15.

Todo esto se resume en un comportamiento normal del mercado, que a la postre, salvo en algunos matices, en el caso de Ultimate es una extensión de los mercados de la vida real. Otro caso curioso es el de Héctor Bellerín, joven lateral derecho del Arsenal. Su carta de FUT 16 era bastante discreta, de hecho, era plata; pero tenía algo especial: una velocidad altísima, que refleja perfectamente la capacidad real de Bellerín. Además, en esos meses pasó de un nivel de fama reducido a hacerse un nombre importante gracias a su desempeño en los partidos de la vida real.
La velocidad es un atributo muy bien apreciado en FIFA, un factor que justifica aumentos exponenciales de precios y determina decisiones más que ningún otro apartado. En el caso de Bellerín se une a que pertenece a la liga más utilizada en Ultimate, la inglesa. Así se explica que llegase a costar, en su versión plata, más de 30.000 monedas. A mitad de la temporada pasada, su carta fue actualizada por otra versión en oro brillante, con los atributos algo mejorados pero lejos de las valoraciones de los mejores defensas, 77 respecto a 87, 88 u 89. Así y todo, el precio continuó subiendo.
Coleccionable vs competitivo
Las cartas de FUT tienen un doble valor para el usuario: por un lado, el coleccionismo. Tener en el catálogo las que nos gustan y sentir su posesión es ya un motivo de compra. Las de nuestro equipo favorito, las de los jugadores que echamos de menos en él, la del jugador que aunque no queramos usar marcó aquel gol decisivo y nos trajo felicidad, etc. Aunque hay un matiz: con cada nuevo FIFA perdemos nuestra colección si migramos a él. Es decir, nuestra plantilla de FIFA 16 no se mantiene al pasar a FIFA 17.
De todas formas, algunos factores que intervienen en el lado coleccionista son atípicos, y por lo tanto no influyen en el comportamiento del mercado. Por ejemplo, si queremos fichar a Samuel Eto'o aún sabiendo que nunca lo usaremos para jugar porque nos cae muy simpático, o a Rafa Márquez porque una vez le dimos la mano en el aeropuerto, son casos atípicos, muy particulares que no se contagian al resto de jugadores y, por lo tanto, no influyen en su precio. Casos como el de Malanda dejan de ser atípicos, si se contagian entre un número lo suficientemente grande, y por lo tanto sí afectan al rango de precios.
Por el otro lado, el factor competitivo: cuanto mejores sean nuestras cartas, más fácil será ganar partidos. Aunque por supuesto, no sólo depende de ellas: un jugador experimentado puede, y suele, aplastar con facilidad a un novato aunque su plantilla sea muy inferior.
Las probabilidades de ser millonario
Es muy habitual en FUT, y se puede comprobar en muchos canales de YouTube, que cuando a un jugador le toca una carta extremadamente valiosa (Messi, Ronaldo, Suárez IF, etc) lo celebre de forma desmesurada mientras lo va poniendo a la venta. En muchas ocasiones, la alegría que provoca este resultado del sorteo que supone abrir cada sobre ni se contempla para el resultado final que debería ser jugar con esa carta, sino que se piensa automáticamente en la cantidad de monedas que va a suponer su venta. "¡Woooooh, se vende por dos millones!"
Esto, como decíamos antes, puede ser perfectamente racional. Si miramos únicamente a los números, como Brad Pitt en Moneyball, suelen ser mucho mejor negocio apostar por jugadores de segunda fila con buenas estadísticas, o por versiones normales en lugar de las IF. Pero claro, lo que mola es tener a Messi y a CR7. La primera lección ya lo advirtió: el hype se paga.
¿Que por qué estoy en Badoo? pic.twitter.com/3keo3tNBq7
— Javier Lacort (@jlacort) September 19, 2015
Por otro lado, es muy poco probable ser millonario por sorteo. EA lo decidió así, e hizo muy bien para no dejar caer en picado el valor de las cartas. Al abrir un sobre es muchísimo más probable que nos salga un jugador de medio pelo de la liga belga o un oro no brillante de la Liga Santander, que un jugador con una valoración superior a 86. Ni hablemos de quienes la tienen por encima de 90.
Esto también tiene otra implicación: el mercado asigna los recursos de forma no discriminatoria. No importa si has jugado 2.000 partidos o 20, si eres rico o pobre tanto en la vida real como en FUT, si tu plantilla es excelente o mediocre. Eres invisible de cara al sobre porque es puro azar quién te puede tocar. Aquí el matiz es evidente: cuantos más sobres abras, más aumenta la posibilidad de pescar una buena pieza. Y para eso hace falta dinero, virtual o real. Claro que con el real es todo mucho más rápido.
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