
Para toda una generación el hecho de jugar en máquinas recreativas era una fantasía en sí misma. En la actualidad la cosa tiene poco o nada que ver, pero hace tres o cuatro décadas una de las máximas razones de ser de las videoconsolas era consumar ese sueño imposible de tener en casa algo parecido a un salón arcade. Podías jugar al PONG con el JoyStick de la Atari 2600 o alucinar con ese Golden Axe que SEGA se sacó de la chistera para la Mega Drive. Por eso, que Nintendo hiciese justo lo opuesto con las PlayChoice-10 parecía algo surrealista. En realidad era un planazo.
Quizás las hayas visto hace muchos años o puede que su existencia no te suene de absolutamente de nada, pero las recreativas PlayChoice-10 eran unos muebles fácilmente reconocibles por el logo de Nintendo y sus dos teles. Lanzadas en Estados Unidos y varios países de Europa (las españolas las hacía SEGA, por cierto) su doble particularidad era que, además darnos a elegir entre diez juegos de la NES con una sola moneda -nada menos- no estabas pagando por vidas o continuaciones sino por el tiempo de juego.
Es más, hasta que se agotase el contador podías saltar del Super Mario Bros. 3 a los tres primeros Ninja Gaiden o el videojuego de los Goonies II. Todo sobre la marcha. Y sí, como puedes ver a continuación Los Goonies tuvieron una secuela en NES por cortesía de Konami, pero gracias a la PlayChoice-10 también se pudo jugar en los salones recreativos.
Visto con perspectiva aquello podría parecer el equivalente a una gramola -o las míticas Jukebox de los bares, si lo prefieres-, en las que en lugar de intercambiar de discos de vinilo el que echaba la moneda alternaba entre un cartucho y otro. Sin embargo, en la práctica las PlayChoice-10 no usaban los enormes Game Pak de la NES tal y como los que se vendían en las tiendas. De hecho, el video RGB usaba una paleta de colores ligeramente diferente, por lo que los juegos no se veían exactamente como lo harían en la NES.
Que no se me malinterprete: si abrías una PlayChoice-10 no encontrarías una NES, sino un sistema que permitía usar hasta diez placas de juego prácticamente idénticos a los de NES en presentación, jugabilidad y contenido, pero con elementos exclusivos para este sistema: sus 8KB de ROM adicionales aprovechaban el monitor superior del mueble para darle pistas al jugador o mostrar información durante el desarrollo de las partidas.
Desafortunadamente, las placas de juegos que llegaron a España por parte de SEGA no fueron traducidas, con lo que los textos de juegos se leían en perfecto inglés. Con todo, aquello era una apuesta sobre seguro para quienes tenían salones recreativos, cafeterías y bares ya que la distribuidora renovaba el catálogo de manera trimestral y, además, las monedas servían para extender el tiempo de juego. Y eso, en aquella época, era una propuesta muy golosa.


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Si la tendencia de los fabricantes de consola como Atari, SEGA y demás era llevarse a los jugadores de los recreativos a sus sobremesas, ¿por qué Nintendo hizo lo contrario? En realidad el gran plan no era tanto el hardware, ya que durante la época en la que se lanzaron las PlayChoice-10 la videoconsola dominante era la NES, sino promover el sensacional catálogo de juegos. Siendo embajadores de los exitazos tanto de la propia Gran N como de sus mejores socios como Capcom, Konami o Tecmo.
De hecho, en la película The Wizard (llamada El Campeón del Videojuego en España) se pueden ver estas recreativas en todo su esplendor y tiene todo el sentido: el filme dirigido por Todd Holland es básicamente un anuncio de hora y media de las consolas, los juegos, accesorios como el Power Glove y el debut del propio Super Mario Bros. 3 que está literalmente producido por Nintendo.
La iniciativa de llevar los juegos de NES a los salones recreativos comenzó en agosto de 1986 y a partir de 1988 la propia Nintendo empezó a vender consolas verticales de una sola pantalla, así como kits de conversión para consolas Nintendo más antiguas.
Ese mismo año la división española de la compañía del erizo supersónico, SEGA S.A., comenzará a distribuirlas con un mueble diferente al amerocano y dedicado, habiendo tres modelos en total. Uno que se negaba a pasar desapercibido para curiosos y enamorados de los videojuegos. Sobre todo porque de un costado colgaba la pistola para jugar al Wild Gunman.
Las PlayChoice-10 no fueron ni las primeras ni las únicas recreativas producidas por Nintendo: fabricadas y distribuidas el último día de julio de 1992, se estima que fueron vendidas 30.000 unidades en todo el mundo, de las cuales 20.000 se repartieron por toda América del Norte y, al menos, 6.000 acabaron en el Reino Unido. Lo cual no está nada mal teniendo en cuenta la época y la razón de ser de estas. La otra gran cifra: se acomodaron a este formato nada menos que 52 juegos de NES, incluyendo títulos que hoy son clásicos absolutamente atemporales.
PlayChoice-10 fue un experimento muy bien calculado. Con todo, para verano de 1992 una gran mayoría de jugadores de Estados Unidos y Europa habían dado el salto a los 16 bits. La Gran N repetirá jugada con el Cerebro de la bestia con la Nintendo Super System (NSS) aunque de manera más modesta; sin embargo no tardó en llegar a una conclusión: el mismo año en el que Street Fighter II debutó en SNES los sistemas domésticos ya le habían comenzado a ganar la partida a os salones recreativos. El resto: historia viva del videojuego.
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La noticia Las PlayChoice-10, las sensacionales recreativas con las que Nintendo lanzó sus clásicazos en los arcades fue publicada originalmente en Vida Extra por Frankie MB .
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