Las grandes velocidades que ya consigue LTE Gigabit unidas a la baja latencia que ofrecerán las redes 5G cambiarán para siempre la manera en que se utiliza el smartphone, aunque el usuario ni lo perciba.
Durante años se ha justificado que los fabricantes de smartphones incluyeran por defecto muy poca cantidad del almacenamiento, incluso en gama alta. El mensaje que los medios e incluso los usuarios querían creer era el de que "el futuro pasa por la nube y no será necesario almacenar nada o prácticamente nada más que el sistema operativo en la memoria interna del ordenador". El tiempo, obviamente, ha demostrado que ese planteamiento era, por varios motivos, erróneo.
En primer lugar, los sistemas operativos han ido engordando, con lo que los chips de memoria han tenido que hacerse obligatoriamente mayores aunque sólo haya sido para ellos, cosa que no es cierta. En segundo lugar, la aparición del vídeo 4K en smartphones de gama media hace que el espacio utilizado sea mucho máyor. Más si se cuenta que los megapíxeles de las sensores tampoco se han estancado, sino que de 8 han pasado a 13-16 megapíxeles de media. Y en tercer lugar, y no por ello menos importante, las tarifas de datos y la velocidad de las redes. Estos argumentos eran habituales en 2012, con tarifas de datos de menos de 1 GB, redes LTE poco (o nada) extendidas, y chips LTE poco eficientes energéticamente.
Por lo tanto las predicciones y defensas del poco almacenamiento eran erróneas. Pero sólo lo eran para 2012-2013 como manera de justificar poca capacidad de almacenamiento cuando ya existían chips de 64 GB. El tiempo, sin embargo, ha demostrado que a largo plazo sí estaban en lo cierto, y los grandes protagonistas son el LTE Gigabit y el 5G.
El futuro que viene
Las Android Instant Apps, ya en pruebas, tienen un papel muy relevante en el futuro de computación.
Ambos permiten un gran consumo de datos sin que la red se sature como ocurre actualmente, gracias a toda la tecnología de la que van acompañados, como Carrier Aggregation. En ese sentido tanto responsables de Qualcomm como de Ericsson han explicado a Hipertextual que "las tarifas ilimitadas de datos pueden estar mucho más cerca gracias al ahorro que una mayor eficiencia en redes supondrá para los operadores".
Por otra parte, y sobre todo el 5G, se centran en la latencia, hecho propicio para obtener conexiones no rápidas entre servidores y dispositivos, sino instantáneas. Aunque con los 930,34 Mbps de bajada que experimentamos en LTE Gigabit bajo la red de Telstra se adelanta mucho trabajo, el futuro de las apps pasa por soluciones como las Android Instant Apps y por aplicaciones web mucho más pesadas y capaces. Para que ellas triunfen y su uso sea tan transparente como los servicios que ahora se instalan, es necesaria esa latencia mínima, y mientras sólo se obtenga en conexiones de fibra óptica, no se podrá dar el siguiente paso de la industria móvil.
La descarga offline de series será innecesaria. El streaming podrá con eso y más.
Una vez existan tarifas de datos ilimitadas, las velocidades sean altísimas, y la latencia mínima, el smartphone que el usuario lleve en su mano sí podrá tener un almacenamiento reducido, pues el contexto para que se dé ya existe. En streaming Spotify y Netflix son referentes, y Amazon en libros. La descarga para reproducir contenidos offline se acabará, será innecesaria. Para subida de fotos y vídeos en el momento en que se tomen ya existe Google Photos. Incluso juegos, que para ser utilizados necesitan mucho más contenido descargado, también se podrá hablar en unos años de la popularización de streaming, es decir, de utilizar el smartphone para jugar aunque el proceso tome lugar en servidores de una empresa remota. lo que permite potencia comparable a consolas de escritorio.
El problema seguirá siendo al que se ha enfrentado la industria del PC desde la aparición de Internet, cómo solucionar la falta de conexión. Un smartphone sin Internet bajo el funcionamiento que se ha tratado podría encender y poco más. Aunque es cierto que las redes llegan y llegarán a casi todos los lugares, hay que ponerse en lo peor y tratar de entender más allá de la idílica relación con las redes en los grandes áreas urbanas.
Tras probar una red LTE Gigabit en todo su esplenador, quien esto escribe tiene muy claro que, pese a que los precios del almacenamiento interno se reduzcan, la dependencia de la nube que se defendía en 2012, puede tener, en 2020, sentido real. Con las velocidades de fibra doméstica ya podría darse algo así de manera extendida, pero habrá que esperar a las redes de telefonía. Todo llegará.
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