Startups que buscan erradicar la pobreza mundial y lograr un mundo más justo a través de la tecnología para la igualdad con el mundo desarrollado, y conseguir, por fin, el Objetivo del Milenio.
A menudo, muchas de las startups que vemos convertirse en algunos de los proyectos más prometedores del momento tienen su foco de actuación centrado en las necesidades "superfluas" del primer mundo; todas ellas presentes para hacernos la vida mucho más cómoda, a veces hasta demasiado, y sobre todo mucho más tecnológica. Pero ¿qué ocurre con esos lugares del mundo en los que un dron que reparte el nuevo videojuego de moda en menos de 60 minutos es algo totalmente superfluo?¿O un nuevo repartidor de comida de los restaurantes más populares? En esos lugares, en los que las necesidades son mucho más básicas, nuevas startups han puesto su objetivo, utilizando los progresos tecnológicos para intentar llevar a nueva etapa a esas regiones que quieren salir adelante.
En el último informe del Banco Mundial, con datos anuales de 2014, la institución confirmaba que era prácticamente imposible saber cuántas personas vivían en el umbral de la pobreza. Es decir, personas que viven con menos de 1,25 dólares diarios. Pese a esto, sus estimaciones parten de que al menos 1.010 millones viven bajo estas circunstancias, cifra que podría ascender incluso a los 1.360 millones. En total, casi el 20% de la población mundial que se concentra en India, China y Bangladesh con al rededor de 450 millones de ciudadanos en situación de extrema pobreza, lo cual supone un 55% del total, y sobre todo en países de África.
Para 2015 el objetivo era disminuir la pobreza mundial a la mitadAnte estas perspectivas mundiales, muchos de las grandes potencias se vieron abocadas a iniciar un plan para erradicar la pobreza mundial, más bien por imagen que por interés real; las cuestiones geoestratégicas, políticas, de recurso y, sobre todo, económicas tienen mucha más importancia que la situación de gran parte de la población mundial. Sin embargo, los intentos de llevar a cavo una política colaborativa han estado ahí: en septiembre del año 2000, con la ciudad de Nueva York como testigo, tuvo lugar la denominada Cumbre del Milenio en la cual representantes de 189 estados firmaban y se comprometían con la Declaración del Milenio y marcaban como fecha límite el año 2015 para la consecución de una serie objetivos contra la pobreza. Entre los objetivos: la erradicación de la pobreza y el hambre en el mundo a la mitad. Ni que decir tiene que los resultados son cuanto menos controvertidos, que los millones invertidos en luchar contra esta situación se quedan en el camino, y a saber en manos de quién, y que ya entrando en los meses finales de 2015 las cifras de pobreza no han descendido, que las imágenes de personas abandonando sus países de origen para buscar una vida mejor, personas desnutridas y noticias de que en tal lugar aún viven sin agua corriente ni luz se suceden día a día.
Pierre-Yves Babelon: Shutterstock
Las startups, una vuelta a las ONGs
Ni que decir tiene el gran mérito que ha tenido todo el trabajo de muchas de las ONGs que han luchado por y para el desarrollo de estas regiones, pese a los rumores de que muchas de ellas buscaban el lucro más que el desarrollo.
Pero en lo últimos años ha surgido una nueva figura, que aunque parecen una ONG, su perfil se asemeja más al de una startup. Muchas de estas, y posiblemente por las experiencias de sus fundadores, buscan un mundo más justo.
Una de ellas es Samasource, que surge precisamente de las viviencias de su fundadora, Leila Janah, cuando a los 17 años viajó a Ghana para enseñar inglés durante sus vacaciones de verano. Durante ese viaje se dio cuenta de las ganas que tenía la gente de aprender y trabajar:
"Me fijé en que la gente no quería conseguir las cosas por caridad, todos buscaban un trabajo para poder mejorar su calidad de vida, y sobre todo, la de sus hijos."
A partir de ahí, y con financiación de algunos inversores en Silicon Valley, el emprendimiento de Samasource ha conseguido crear redes de call center, con trabajos dignos para regiones desfavorecidas, y patrocinadas por grandes empresas, que consiguen dar empleo a muchas familias que ahora son capaces de mejorar sus sueldos. Lo que implica que puedan acceder a servicios mínimos como el agua, la educación nuevas casas, y especialmente mejorar su nivel de vida, no quedándose siempre en el mismo estadio social y económico. Pero sobre todo, y como comenta Leila, "lo que se consigue es que la gente vea los resultados de las financiaciones".
Leila Janah- CEO de Samasource
Conseguir y acceder a esos recursos mínimos
Tan importante es tener un empleo, como poder acceder al agua. Otras muchas startups han incidido sobre estas cuestiones. Watly, que aún es un proyecto en estudio, lo que propone es poder acceder al agua limpia, electricidad y a la conectividad y acceso a Internet con una sola infraestructura alimentada con energía solar, dando la posibilidad de acceder a estos recursos a poblaciones que se encuentran lejos de los núcleos de población más desarrollados.
El Objetivo del Milenio podría pasar por la creación de startups implicadas¿Pero para qué queremos acceder a Internet si no sabemos cómo usarlo? La propuesta de Kopernik es precisamente acercar a estas regiones la tecnología, enseñar cómo aplicarla a sus necesidades y cómo usarla. Y cómo usarla de forma sensata. Awaaz, localizada en la India, busca luchar contra la contaminación acústica y la polución en regiones que, por contradictorio que parezca, no cuenta ni con agua en sus propios hogares. Y viviendas que intenta proporcionar New Story Charity, los cuales recaudan fondos de inversores y a través de crowdfunding, para al menos poder dar un techo a aquellos que por desastres naturales y no tan naturales se han visto en la calle.
Millones de startups, opuestas a lo que estamos acostumbrados, y ONGs que de forma coordinada buscan conseguir el Objetivo del Milenio de una forma muy diferente.
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