La segunda temporada de Fargo ha refinado muchos de los aspectos que nos enamoraron de su antecesora, entre ellos, el visual.
Después de varios asesinatos inesperados (y otros algo más esperados), algunas traiciones familiares y cientos de balas perdidas en el proceso, la semana pasada terminó la que podemos considerar como una de las mejores series de 2015. La segunda temporada de Fargo finalizó, y con ella el espectáculo visual que cada semana llegaba a nuestra televisión.
El spin-off basado en la película de los hermanos Coen ha perfilado muchas de las bondades que pudimos ver en la primera temporada. En esta ocasión se trata de una precuela ambientada al final de la década de los 70, siendo así la historia que explica el pasado de algunos personajes vistos durante los sucesos de Lester Nygaard. Por ello, esta vez estará marcado por un diferente tratamiento, tanto narrativo como visual.
Noah Hawley, director y guionista de la serie, ha optado por reciclar algunos de los recursos visuales que ya nos impresionaron y por añadir otros que, sin ninguna duda, ayudan a mejorar la buena referencia visual que ya supuso su primer trabajo. El apartado de la fotografía es algo que ha estado muy cuidado en Fargo, pero la guerra de los Gerhardt y los paisajes nevados de la ciudad ubicada en Dakota del Norte hace que luzca mejor que nunca.
Paleta de colores
En la segunda temporada de Fargo parece que han cambiado la paleta de colores con respecto a su antecesora. Aunque todavía encontramos algunas escenas bañadas por el ya característico tono azulado y frío que identifica a la serie, en esta ocasión también vemos otros más cálidos como el rojo, naranja y marrón.
Además de estético, la razón de este cambio también puede estar motivada por el contexto histórico en el que está ambientada. Esto es algo que podemos ver en muchos elementos, como en las chaquetas de piel vestidas por muchos de los protagonistas, las paredes de las casas, los coches… etc.
Los colores utilizados en esta ocasión tienen un encanto especial. Trasmiten todo ese tono vintage propio de finales de los 70 y al mismo tiempo son el complemento ideal para dotar a este thriller policiaco de una atmósfera propicia.
Planos
Si hay algo que destaca en Fargo es el agobio constante y la sensación de que en cualquier momento puede desatarse una tormenta de disparos. Esa tensión narrativa es conseguida gracias a la unión de diferentes elementos, como el guion, pero los planos empleados también son responsables de otorgar la angustia característica de sus escenas.
Para ello emplean planos muy cercanos, los cuales revelan el sarcasmo y la ironía que en ocasiones esconden las verdaderas intenciones de los personajes. Hay entonces una gran diferencia entre lo mostrado y lo que se esconde tras esa fachada. Eso es lo que nos mantiene siempre en estado de alerta. También hay momentos en los que usan planos aéreos, que con una perspectiva totalmente cenital muestran lo insignificante de los sujetos ante el abrumador paisaje. Es una forma de reflejar lejanía y distanciamiento, lo cual puede verse vinculado a la agonía y la soledad.
Pantalla dividida
Es una de las nuevas técnicas incluidas en la segunda temporada de Fargo. No obstante, esto ya hemos podido verlo en varios largometrajes, especialmente en aquellos dirigidos por Danny Boyle. Pero aquí la pantalla divida adquiere un matiz especial.
Además de contarnos qué ocurre empleando dos tipos de planos distintos, en ocasiones ambos metrajes difieren en el tiempo, aunque forma muy leve. No tratan entonces de añadir información complementaria a lo que ya vemos, sino hacer la escena mucho más dinámica y entretenida. No obstante, en otros momentos sí que es un instrumento para contarnos dos historias a la vez, aunque el primer uso señalado es el más frecuente.
Música
(Vídeo con spoilers del capítulo siete)
Un espectáculo audiovisual no solo se vale de imágenes, también está el apartado sonoro. La segunda temporada de Fargo es una auténtica delicia auditiva, y es que nada de lo que vemos en la pantalla tendría sentido si no estuviera hábilmente sincronizado con lo que escuchamos.
Grupos tan icónicos como Black Sabbath (en el último episodio) o Jethro Tull (que da inicio al episodio siete) son los encargados de poner una banda sonora solo ensordecida por el sonido emitido por recortadas y los consecuentes gritos de dolor. Entre otras cosas, eso es lo que convierte a Fargo en un espectáculo audiovisual.
Continúar leyendo...