
En julio de 1610 fue cuando, por primera vez, el italiano Galileo Galilei descubrió la Vía láctea y comprobó un planeta con unos “extraños apéndices”. Posteriormente, con una mejor tecnología, Huygens se encargará de verificar que ese fenómeno se correspondía con los anillos de un planeta bautizado como Saturno.
El cuerpo celeste posee 7 anillos planetarios, los cuales están compuestos de un gran número de materia como pedazos de hielo, polvo o piedras que giran debido a la intensa gravedad de Saturno. En función de los elementos de los que están formados, serán más o menos visibles, ya que todo dependerá de la capacidad que tengan para reflejar la luz del Sol.
La imagen mostrada compara los anillos de Saturno y la Tierra a escala. Concretamente, el experimento se ha realizado utilizando el anillo más grande, cuyo espesor alcanza unos 282.000 kilómetros, enfrentándolo con el tamaño de nuestro planeta. Así, los resultados al ver la confrontación entre ambas densidades nos hacen concienciarnos de la inmensidad que posee el Universo, del cual nosotros únicamente representamos una ínfima parte.
Aunque en ocasiones no se le otorga la relevancia necesaria en los medios, los temas relacionados con la astronomía están últimamente teniendo bastante cabida entre nuestra sociedad. Puede que parezca algo insignificante, pero películas como Interstellar se han ocupado de ofrecer temas científicos con un carácter divulgativo, siendo así comprensibles para gran parte del público que anteriormente podría encontrar esos contenidos demasiado complejos.
Créditos de la imagen: Astronomy Central

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