La vacuna contra el virus del papiloma humano o VPH, vuelve a abrir una herida que todavía no ha curado bien. Los defensores antivacunas atacan otra vez más mediante los medios de comunicación. Y, como de costumbre, equivocando sus argumentos.
Ya vuelven a la carga. Los detractores de las vacunas se han armado de nuevo, aprovechando el reciente debate (y drama). Y esta vez lo hacen, de nuevo, a costa de una historia real y también triste. Pero en vez de tratarla con la entereza de un periodista, informándose correctamente, revisando los textos y aportando información veraz, se dejan llevar por información parcial y un razonamiento sesgado. En concreto nos referimos a un nuevo artículo publicado en un medio de comunicación que habla, cómo no, de la polémica vacuna contra el virus del papiloma humano, o VPH. Si bien esta vacuna cuenta con varios puntos criticables que abren la vía a un debate razonable, no son los que argumentan los antivacunas, como de costumbre. Además, por si fuera poco, el argumento simplista los anima a confundir a la sociedad con respecto a otras vacunas. Total, al final aprovechan una historia emotiva para transmitir un mensaje muy peligroso para toda la sociedad. Y lo hacen sin despeinarse.
La polémica sobre la VPH
Me fastidia muchísimo tener que comenzar un artículo con un tono tan crítico. En mi opinión es una manera de "contaminar" un poquito tu propio trabajo. Sin embargo, a veces las cosas se pasan de la raya. En las fechas a las que estamos, este es el caso del artículo que mencionaba antes. Habla de un caso particular en el cual Érika, ha quedado postrada en una silla de ruedas. Según sus familiares (y el periodista) su minusvalía se la debe en exclusiva a los efectos secundarios de la VPH. Así lo recoge el artículo, dónde también se informa de una recogida de firmas para la retirada de esta vacuna y, además, se hace una desafortunada (e injusta) comparación de la VPH con otras vacunas. El artículo muestra varias fuentes, algunas buenas y otras no tanto. Es más, hace algunas afirmaciones completamente erróneas y da datos que son manifiestamente falsos. Pero claro, eso no es tan fácil de saber.
Éste, por supuesto, no es el primero ni será el último artículo que juegue con el debate antivacunas. Ya os comentamos que la posición de falsa equidistancia no es sana para nadie. En este artículo se hace una muestra de ello. A pesar de que presenta las declaraciones de un catedrático de prestigio en contra de esta vacuna, la argumentación que realiza el artículo hace un flaco favor a su causa. Y eso que esta batalla la estamos viviendo desde El artículo culpa a la vacuna del VPH sin pruebas fehacientes de su causalidadhace ya más de siete años, cuando periódicos como El País se lanzaron a denunciar la implantación de esta vacuna mientras el consenso médico estaba un tanto dividido.
En un interesante análisis realizado por Salvador García Lax, en 2010, se ponía de manifiesto el debate y sus constantes argumentos falaces (tanto por los detractores como por los defensores) sobre la VPH. Porque la VPH sí muestra puntos a debatir, pero no suelen ser los que nos venden los medios de comunicación. Y mucho menos de la manera sensacionalista y emotiva de la que hacen gala la mayoría de ocasiones (como en el caso de arriba). La cuestión de la seguridad de la VPH está zanjada desde hace tiempo. Las verdaderas cuestiones que llaman al debate pasan por la pregunta de si realmente hace falta una vacunación masiva y por su coste. Más allá de este tema, el resto es solo marketing.
Esto es lo que sabemos de la VPH
Como ya hemos explicado, la VPH es una vacuna polémica y con razones para ello. Desde mi punto de vista, su implementación masiva es discutible. Pero no por su seguridad, ni mucho menos. Existen factores económicos y epidemiológicos mucho más importantes en este caso. Pero vamos a ver los argumentos esgrimidos y lo que sabemos, de verdad, sobre la vacuna.
A veces es solo mala suerte
Sí, señores. Es terrible decirlo, pero es una verdad como un templo. En un magnífico artículo de Manuel Sánchez veía hace poco reflejada toda mi argumentación. El artículo antivacunas en el cuál se defiende que el problema de Érika ha sido causado por la VPH comete un error fatal. Correlación no siempre es igual a causalidad. Lo que quiere decir que, aunque pudiera estar relacionado, no quiere decir que sea la causa. Eso suponiendo que de verdad estén relacionados. Porque a veces, muchas más de lo que pensamos, los sucesos ocurren con muy mala baba y con una coincidencia espectacular. Pero supongamos que efectivamente, la vacuna tiene relación con la enfermedad de Érika. Una persona podría tener una predisposición fisiológica desconocida disparada por una serie de circunstancias anecdóticas. O tal vez le administraron una dosis en mal estado (cosa poco probable, pero posible). En cualquiera de los casos, su enfermedad, en primer lugar, no tiene causas diagnosticadas claras. Así que mal comenzamos con un artículo que pretende demonizar al supuesto causante de su problema. Y es que podría haber sido simple y triste mala suerte.
La VPH, aún así, sigue siendo segura
Ahora supongamos que demostramos que, efectivamente, la vacuna es la causante de la enfermedad de Érika, tal y como se defiende en el artículo. Aún así, las cuestiones por las que ha ocurrido, son inciertas. No sabemos cual es el mecanismo o el desencadenante fisiológico. Es más, conocerlo solo nos ayudaría a que la vacuna fuese aún más segura. Y es que los casos de incidencia, aún contando los que no han sido demostrados, son contadísimos (1 por cada millón de habitantes, más o menos). En el artículo que comentábamos antes, el periodista empieza a lanzar datos sin ningún tipo de referencia fiable: que si el VPH ha causado muertes (cosa que es falsa), unas estadísticas de miedo (una incidencia del 18%, 18 de cada 100, cosa también falsa) así como atribuirle casi 1000 efectos adversos (cuando confunde comunicados de referencia con efectos reales). Los principales paneles de seguridad médica están de acuerdo con que la VPH es completamente segura. Y los casos adversos, bien documentados, se deben a reacciones puntuales y con una incidencia debida a particularidades de la persona.
Shutterstock
¿Debería de vacunarse todo el mundo de la VPH?
A ver, en primer lugar, la VPH es una vacuna que protege a la mujer de padecer de cáncer de útero (y de cáncer de garganta). El virus del papiloma humano se transmite muy, muy, fácilmente durante la relación sexual. Pero claro, existen más de 100 cepas diferentes de este virus. De las cuales, solo un par de ellas son capaces de producir una serie de problemas que, a la larga, pueden derivar en cáncer uterino. Eso sí, virtualmente, más el 70% del cáncer de cervix en España está asociado al virus del papiloma humano. No obstante, esto no justifica la vacunación obligatoria para todo el mundo. Casualmente, en este país contamos con una de las incidencias más baja de cáncer de cervix del mundo. Por otra parte, la presencia de la cepa de papiloma humano causante de cáncer es menor del 1%. Eso deja la cuestión en una zona que bien merece plantearse el adjudicar medidas estrictas.
La polémica real
Además de lo anterior, existen otras cuestiones que sitúan la decisión de obligar a las menores a vacunarse de manera masiva. Una de ellas es que la vacuna solo protege ante el 70% de los casos. Y no sabemos muy bien por qué. Tampoco existe demasiada información sobre la interacción que puede tener esta vacuna con otras. Tampoco sabemos bien si al cabo del tiempo es necesaria una dosis de recuerdo... Todo esto, unido a varias dudas sobre los costes/efectividad de la vacuna hacen plantearse si merece la pena incluirla en el calendario recomendado de vacunación o no. Y es un debate que sigue vigente y es muy real. Pero no por su seguridad, de la que no tenemos dudas.
La temida palabra "vacuna"
Pero lo más grave del artículo que mencionábamos arriba, con toda seguridad, es el uso completamente interesado e inapropiado de la palabra "vacuna". El autor del artículo, así como muchos otros antivacunas, usan el ejemplo y el debate de la VPH para generalizar. Aprovechan el peso de la palabra para poner en la misma situación a vacunas tan beneficiosas como son las confirmadas en el calendario oficial de vacunación. Como si el debate fuese aplicable en algún sentido. Es cierto que existen vacunas cuyos efectos adversos son de consideración. Pero no se encuentran entre las "vacunas" de las que todos hablamos. Son casos muy concretos y para enfermedades muy específicas. Las vacunas, incluso, como la VPH son totalmente seguras y llevan mucho dinero y esfuerzo para sustentar la evidencia que lo demuestra. Generalizar y simplificar tratando de confundir al público con un debate real pero tergiversado es una muestra de sensacionalismo y mala práctica. Además, demuestra también una falta de profesionalidad y ética periodística. Algo que se ha visto en ambos lados de esta guerra, por cierto.
Tenemos que dejar de tratar de estigmatizar y buscar culpables en las cosas que nos dan miedo si no tenemos pruebas que sustenten lo que decimos. Tratar de seguir alimentando el debate antivacunas con argumentos tan flojos como los de algunos artículos periodísticos es contraproducente. Y lo que es peor, podría confundir a la gente y desencadenar tragedias como la del niño de Olot.
Continúar leyendo...