Al enterarnos de que Alan Rickman ha fallecido a los 69 años, se nos vienen a la memoria aquellos personajes con los que tanto nos ha hecho disfrutar en el cine.
Lo que los cinéfilos sentimos por algunos actores es algo curioso: no les conocemos personalmente, no tenemos ni idea de si son personas encantadoras y ni siquiera si nos caerían bien, pero nos han hecho pasar momentos tan intensos ante una pantalla, de esos que contribuyen a nuestra educación emocional, que cuando nos enteramos de que alguien como Alan Rickman ha fallecido, nos embarga la tristeza. Y en su caso resulta mucho más extraño pues, de los personajes más célebres a los que interpretó a lo largo de su carrera, lo mínimo que se puede decir es que son un tanto desagradables, no como creaciones, sino por su rol antipático. Siendo así, algo haría muy bien para que hoy queramos homenajearle con un texto como este.
Una clara vocación artística
Nacido en febrero de 1946 en Hammersmith, un distrito londinense, Alan Rickman procedía de una familia humilde, cuyo padre, Bernard, al que perdió cuando él tenía ocho años, era trabajador en una fábrica y cuya madre, Margaret, se ocupaba del hogar familiar. Era el segundo de cuatro hermanos, y la primera escuela a la que acudió fue la Derwentwater de Acton, en la que el profesorado aplicaba el método educativo Montessori, con el que se procura adaptar el aprendizaje al grado de desarrollo de cada niño y aprovechar su propio potencial.
Alan Rickman como Hans Gruber en 'Die Hard' - 20th Century Fox
Después, fue becado para asistir a la Latymer School, y como con otros intérpretes populares en sus respectivos centros a una edad temprana, se suele hacer hincapié en que fue en esta escuela donde participó por primera vez en montajes de teatro. Pero, quizá por la influencia de su difunto padre, que también era pintor y decorador, Rickman se propuso ganarse la vida como diseñador gráfico, y por ello estudió en el Chelsea College of Art and Design y en el Royal College of Art, trabajando más tarde en el periódico radical Notting Hill Herald y fundando un estudio de diseño con algunos amigos llamado Graphiti.Sus personajes más célebres son desagradables, no como creaciones, sino por su rol antipático
Mientras estudiaba, se unió a The Brook Green Players, una compañía de teatro aficionado en la que conoció a la que sería su pareja sentimental el resto de su vida, Rima Horton; y tras tres años de éxito en el negocio del diseño gráfico, tomó la decisión de lanzarse a actuar profesionalmente, y en 1972 solicitó una beca para unirse a la Royal Academy of Dramatic Art de Londres, donde estuvo tres años, durante los que se hizo merecedor del premio Emile Littler, el Forbes Robertson y la Medalla de Oro Bancroft por sus interpretaciones.
Teatro, televisión y una campanada en el cine
Alan Rickman como el Sheriff de Nottingham en 'Robin Hood: Prince of Thieves' - Warner Bros. Pictures
Su carrera como actor profesional se inició en 1975, año a partir del cual participó en multitud de representaciones teatrales, hasta que actuó en una adaptación televisiva como Teobaldo en la shakesperiana Romeo y Julieta (Alvin Rakoff, 1978), y tras varios papeles en otra película, miniseries y series de televisión, la fama internacional le llegó al interpretar en la gran pantalla a Hans Gruber en la archiconocida e inaugural Die Hard (John McTiernan, 1988), película estadounidense por cuyo trabajo será recordado por siempre, pues demostró lo muy capaz que era de construir a villanos tan carismáticos como su Gruber, al que no pudieron resistirse a utilizar para las motivaciones del malo en la tercera entrega de la saga, Die Hard with a Vengeance (John McTiernan, 1995).En 'Die Hard' demostró lo muy capaz que era de construir a villanos tan carismáticos como su Hans Gruber
Alabada fue su labor como Jamie en la comedia sobrenatural Truly, Madly, Deeply (Anthony Minghella, 1990), por la que fue nominado a un BAFTA, premio que ganó después por el personaje al que creo más abyecto de todos los que le hemos visto encarnar, el Sheriff de Nottingham de Robin Hood: Prince of Thieves (Kevin Reynolds, 1991). Y cambiando totalmente de registro, gran parte del público le recuerda también por su Colonel Brandon de Sense and Sensibility (Ang Lee, 1995), gracias al que fue nuevamente nominado a los premios británicos.
Alan Rickman como Éamon de Valera en 'Michael Collins' - Geffen Pictures
Pero la mejor película en la que considero que intervino fue la vigorosa Michael Collins (Neil Jordan, 1996), en la que da vida al líder independentista irlandés Éamon de Valera, uno de esos personajes ambiguos y atormentados a los que siempre es un privilegio contemplar si su cara es la de un actor de raza como Rickman, y que le sirvió para que le nominaran otra vez a los BAFTA.Rickman le confiere a Severus Snape una mezcla de displicencia, flema inglesa y rígida perversidad que es absolutamente redonda
Supongo que habrá quien mencionaría su contribución en Dogma (Kevin Smith, 1999), pero resulta indiscutible que lo que debemos abordar ahora es su encarnación de Severus Spape en la saga triunfante de ocho películas que adapta las celebérrimas novelas de JK Rowling obre el mago Harry Potter (2001-2011); y no sé a vosotros, pero no se me ocurre ningún actor mejor que Rickman para transfigurarse en otro personaje enojoso, enigmático y remordido como Snape, que además es mi predilecto de cuantos habitan el mundo de Hogwarts: esa mezcla de displicencia, flema inglesa y rígida perversidad que le confiere Rickman con cada gesto y entonación es absolutamente redonda.
Alan Rickman como Severus Snape en la saga de 'Harry Potter' - Warner Bros. Pictures
Por otro lado, en 1997 se puso tras las cámaras para dirigir The Winter Guest, y en 2014, A Little Chaos, y aunque también le hemos visto en otras películas como el Harry de Love Actually (Richard Curtis, 2003), el doctor Alfred Blalock de Something The Lord Made (Joseph Sargent, 2004), el Alex de Snow Cake (Marc Evans, 2006), el Richis de Das Parfum (Tom Tykwer, 2006), el juez Turpin de Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street (Tim Burton, 2007) y el Ronald Reagan de The Butler (Lee Daniels, 2013), todos sabemos cuáles son, y por eso me he detenido en ellos, los seres de ficción por los que seremos incapaces de olvidar a ese actor impecable que siempre fue Alan Rickman.
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