Cada cuatro años desde 1896, los juegos olímpicos han sido el evento deportivo más importante del mundo. Las únicas ediciones que no se celebraron fueron las de 1916, 1940 y 1944 como consecuencia de la Primera y Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, la edición de 1936 sí que se desarrollaría. Concretamente en Berlín, un lugar que años después sería el núcleo de una ideología que enfrentaría a las grandes potencias económicas.
Según afirman en TIME, Adolf Hitler esperaba que los Juegos Olímpicos de Berlín sirvieran como escaparate de la supremacía aria sobre el resto. No obstante, a pesar de que Alemania fue el país que más medallas consiguió, el atleta norteamericano Jesse Owens se convirtió en la primera persona de la historia en consiguió sumar cuatro medallas de oro. Además, era negro.
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A pesar de que Jesse Owens se encargó de desmentir aquella supuesta superioridad de la raza aria, el racismo y el antisemitismo estuvieron presentes en la competición. De hecho, Estados Unidos incluso planteó su retirada debido a las reticencias mostradas para que participasen competidores judíos. Por lo tanto, los Juegos Olímpicos de Berlín fueron también el caldo de cultivo de lo que solo tres años después acabaría en la guerra más cruel de nuestra historia.
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