De pequeño soñaba con la ciencia ficción, como si fuera un destino, un pueblo de verano, una tarde bonita. Con la idea casi mágica de que todo era posible allí, pero también con un aspecto demasiado barroco: la tecnología era parte del paisaje, de los dispositivos, de todo. Se parecçia más a algo ciberpunk a lo BladeRunner que a unos trucos de magia. Hoy pienso que vivimos en parte de ese futuro, pero no es como lo imaginé: los dispositivos tienen más de Arthur C. Clarke que de Philip K. Dick.
Y sí. Hay algo casi mágico en la idea de ponerte unas gafas inteligentes deportivas aparentemente normales y que, sin hacer nada más, empiecen a leerte el ritmo al que corres, grabar vídeo en primera persona y responderte dudas mientras esquivas personas y badenes. Durante años, las gafas inteligentes sonaron más a promesa de feria tecnológica que a producto real: demasiado aparatosas, demasiado feas, demasiado prototipo. Y, sin embargo, aquí estamos, con unas Oakley Meta Vanguard que parecen sacadas de una grupeta ciclista de los 90, pero llevan dentro un pequeño set de rodaje, un asistente de IA y un puente directo con tu Garmin y Strava.
Lo interesante de estas Oakley no es solo que tengan cámara integrada y audio abierto, sino que, por primera vez, el relato encaja. No son unas gafas “a las que le han colgado tecnología”, sino unas gafas de rendimiento de Oakley a las que Meta ha metido su cerebro conectivo y Garmin ha puesto el contexto deportivo. Es una sinergia muy parecida a la que vimos cuando el Apple Watch dejó de ser un “iPhone en la muñeca” para convertirse en un dispositivo casi invisible que mide entrenos, salud y te acompaña sin molestar.
Unas Oakley de siempre que ahora también son un gadget
Las Meta Vanguard, vistas de lejos, son exactamente lo que esperarías de unas gafas deportivas Oakley: lente envolvente, patillas robustas y un diseño agresivo que la marca lleva décadas refinando. Si no sabes que llevan electrónica, pasan perfectamente por unas gafas premium de ciclismo o running. Ese “camuflaje”, en mi opinión, es una de sus mayores virtudes.
El peso ronda los 66 gramos bien repartidos, una cifra que puede asustar sobre el papel, pero que en uso real se diluye gracias a un equilibrio muy trabajado. Oakley recurre a su material O Matter, resistente y flexible, pensado para sudor, golpes y uso intensivo. En carrera o sobre la bici, las gafas no rebotan ni se desplazan, algo clave cuando llevas electrónica cerca de la cara.
Las lentes Prizm, en tonos como Prizm 24K, Road o Black, siguen siendo protagonistas. No están para eliminar reflejos de forma radical, sino para mejorar contraste y la lectura del terreno. Es una elección coherente con el enfoque deportivo, donde ver bien un bache importa más que una polarización perfecta. Además, son intercambiables, manteniendo esa modularidad tan típica de Oakley.
Diseño deportivo que esconde un ordenador en las patillas
Donde las Meta Vanguard se transforman en gadget es en el interior de las patillas, donde vive todo el ecosistema Meta con micrófonos y altavoces. Al ponértelas, no ves pantallas ni elementos invasivos, pero en cuanto se encienden, un pequeño sonido te recuerda que llevas algo más que unas gafas de sol. Aquí empieza la magia.
El control se reparte entre superficies táctiles y botones físicos. En la patilla derecha puedes gestionar música, llamadas y volumen con gestos intuitivos, mientras que el botón dedicado a la cámara permite disparar fotos o grabar vídeo sin sacar nada del bolsillo. Todo está donde esperarías encontrarlo tras unos minutos de uso.
En el interior hay 32 GB de almacenamiento, conectividad Bluetooth 5.3 y Wi-Fi 6E, y una batería que según mir pruebas, te puede acompañar perfectamente durante varias salidas. No son especificaciones de smartphone, pero sí las justas para que el conjunto se sienta ágil, estable y pensado para el día a día deportivo, no como un prototipo experimental.
Cámara en primera persona para vivir el momento sin sacar el móvil
La cámara de 12 megapíxeles con ultra gran angular está situada justo entre los ojos, capturando exactamente lo que tú ves. En fotos cumple con solvencia para redes sociales y recuerdos personales, mientras que en vídeo ofrece resolución cercana a 3K con estabilización electrónica suficiente para running y ciclismo. Está más centrada que en las Ray-Ban Meta, y eso permite una grabación en primera persona algo más fiel a lo que vemos.
La verdadera ventaja no es la calidad absoluta, sino la inmediatez de captura. No hay que montar soportes, ni parar, ni sacar el móvil. Si estás bajando por una pista o encima de la bici tampoco podrías hacer eso. Basta con un comando de voz o pulsar un botón para grabar ese momento que normalmente se pierde. Es una cámara pensada para el “ahora”, no para la producción audiovisual.
Los modos de cámara lenta y hyperlapse añaden variedad, muy cercanos a los que ofrecen toda una “action-cam” dedicada - divertidos y prácticos para trasladar lo que hemos vivido en nuestro entreno: más que suficientes para contar una historia visual de un entreno, una bajada o una excursión sin complicaciones técnicas.
Sonido abierto para entrenar con banda sonora sin aislarte del mundo
El sistema de audio abierto direccional es una de las grandes sorpresas. Los altavoces integrados suenan más fuerte y claro que en generaciones anteriores de gafas Meta, permitiendo escuchar música o podcasts incluso con tráfico o viento moderado. Esto particularmente me ha sorprendido tanto, que incluso he alargado alguna tirada media para terminar de escuchar algún podcast o mi playlist favorita...
Otra cosa que me encantó de las Vanguard es la gran ventaja es mantener la conciencia del entorno, algo fundamental en ciudad o carretera. No te aíslas, no te desconectas del mundo, y aun así tienes tu banda sonora o tus indicaciones de entreno. Es una filosofía muy alineada con el deporte al aire libre.
Los cinco micrófonos ofrecen buena captación de voz y cancelación de ruido, permitiendo llamadas claras y comandos de voz fiables. Esto es más ciencia que magia, pero funciona lo suficientemente bien como para que hablarle a las gafas no resulte ridículo ni frustrante.
Meta AI Garmin y Strava como copilotos invisibles del entrenamiento
Meta AI actúa como un asistente contextual por voz, capaz de responder preguntas, tomar notas o ayudarte a gestionar pequeños recordatorios mientras te mueves. No es una IA revolucionaria, pero sí lo bastante útil como para justificar su presencia (y mejorando a buen ritmo, la verdad).
La integración con Garmin y Strava convierte a las gafas en una capa adicional de información. El reloj sigue siendo el centro de datos, pero ahora puedes recibir feedback por voz sin mirar la muñeca, algo especialmente útil en terrenos técnicos o tráfico urbano.
Los resúmenes automáticos que mezclan vídeo y métricas de entreno son quizá la función más potente para quienes disfrutan compartiendo su actividad. No es solo medir, también contar una historia visual de lo que has hecho y conseguido.
Batería resistencia y vida con ellas más allá de la ficha técnica
La autonomía, con hasta 9 horas de uso moderado, es suficiente para el perfil al que van dirigidas. El estuche añade varias cargas extra (es algo voluminoso pero las protege de forma perfecta también), y la experiencia se parece mucho a la de unos auriculares inalámbricos: las usas, las guardas, se cargan.
Grabando vídeo de forma intensiva, la batería cae más rápido, pero eso entra dentro de lo esperado porque tampoco es el principal caso de uso de este dispositivo. Estas gafas están pensadas para capturas puntuales, no para grabar horas continuas de metraje.
La certificación IP67 contra agua y polvo garantiza resistencia a lluvia, sudor y nieve, aunque no invita a sumergirlas sin algo de miedo. En el uso deportivo real, cumplen sobradamente, incluso con lluvia abundante he comprobado que tienen muy buena resistencia y además el sonido y los micros siguen funcionando de forma perfecta.
¿Quien debería comprarlas?
El precio de las Oakley Meta Vanguard, situado alrededor de los 549 euros, marca claramente su posicionamiento dentro del mercado tecnológico y deportivo. Se trata de un producto de gama alta, pensado desde el inicio para usuarios que ya están acostumbrados a invertir en equipamiento de calidad y que entienden la tecnología como una herramienta que acompaña su actividad diaria. No buscan ser una compra impulsiva, sino una elección consciente dentro de un ecosistema personal de deporte, datos y experiencias.
Estas gafas van dirigidas a corredores, ciclistas y deportistas activos que valoran la integración natural de la tecnología en objetos cotidianos. También encajan especialmente bien en perfiles que disfrutan registrando y compartiendo su actividad, capturando momentos desde su propio punto de vista sin interrumpir el movimiento ni añadir dispositivos adicionales al cuerpo. Es un producto para quien quiere entrenar, escuchar, grabar y comunicarse desde un único objeto que ya formaba parte de su rutina.
Las Oakley Meta Vanguard están pensadas para deportistas que integran tecnología en su rutina, mientras que las Ray-Ban Meta ofrecen una opción más urbana y accesible para uso cotidiano
Dentro del mismo ecosistema existe una alternativa más accesible en forma de las Ray-Ban Meta, con precios que parten aproximadamente de los 329 euros, orientadas a un uso más urbano y cotidiano. Comparten la filosofía de audio abierto, cámara integrada y asistente por voz, y se dirigen a usuarios interesados en capturar momentos del día a día, escuchar música o interactuar con la IA sin sacar el móvil del bolsillo. Son una puerta de entrada más amable al concepto de gafas inteligentes, con un enfoque menos deportivo y más ligado al estilo de vida.
El valor de las Meta Vanguard está en la suma de funciones que concentran: gafas deportivas con calidad premium, sistema de audio abierto, cámara en primera persona y asistente inteligente funcionando de forma coordinada. Su precio refleja esa convergencia y apunta a usuarios que priorizan la comodidad, la continuidad y la simplicidad en su experiencia tecnológica, apostando por soluciones que reduzcan fricción y se integren de forma casi invisible en el día a día.
El futuro ya estaba aquí y parecía magia
Arthur C. Clarke escribió que toda tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia, y lo interesante es que no hablaba de complicados deus ex machina tecnológicos, sino de esa sensación casi infantil de que algo complejo sucede sin que tengamos que entenderlo ni prestarle atención. Eso es exactamente lo que transmiten dispositivos como las Oakley Meta Vanguard que funcionan tan bien: no te piden que pienses en ellas, no reclaman protagonismo, no interrumpen tu experiencia. Simplemente están ahí, acompañándote mientras corres, pedaleas o miras el mundo, y esa naturalidad es lo que convierte la tecnología en algo cercano, casi invisible.
Lo verdaderamente relevante de lo que está haciendo Meta con estas gafas no es la IA, ni la cámara, ni siquiera el audio, sino la manera en que todo eso se integra de forma orgánica en un objeto que ya tenía sentido antes de ser “inteligente”. Las Vanguard no intentan redefinir cómo interactúas con la tecnología; respetan cómo ya te mueves, cómo ya usas unas gafas, cómo ya entrenas. La innovación no está en cambiar tus hábitos, sino en amplificarlos sin fricción. Y ahí es donde aparece esa sensación de futuro que no abruma, el que no busca imposición. Ese pueblo tranquilo un domingo por la tarde en 2025.
Apple, que históricamente ha sido maestra en convertir complejidad en experiencia humana, debería mirar muy de cerca este enfoque si realmente quiere llevar su ecosistema a la cara de las personas. No se trata de competir en potencia o en espectacularidad, sino de entender que la próxima frontera no va de hacer más cosas, sino de hacerlo todo con menos ruido. Meta, con un recorrido de ciertas contradicciones, está explorando de forma magistral una idea muy poderosa: la de una tecnología que se diluye en el día a día, que se apoya en el cuerpo y en el contexto, y que no necesita ser el centro de la experiencia para aportar valor.
Meta explora con acierto una tecnología invisible y cotidiana, marcando un camino que Apple debería observar si quiere integrar su ecosistema de forma natural en la vida diaria
Parece que el futuro, al final, no llega como lo imaginábamos en las películas (o de niños), sino como lo describía Clarke en sus relatos más íntimos: de forma casi trivial, cotidiana, hasta que un día miras atrás y te das cuenta de que ya no sabrías vivir sin ello. Estas gafas no parecen revolucionarias en el momento en que te las pones, y quizá por eso lo son. Es justo ahí. Es justo cuando la tecnología deja de parecer tecnología y empieza a sentirse como una extensión natural de ti mismo, cuando de verdad hemos cruzado al futuro. Cuando hemos llegado al destino. Y ese futuro, que ahora por fin parece magia, sí: ya está aquí.
En Applesfera | Las Ray-Ban Meta no son sólo unas gafas inteligentes. Esto es lo que he descubierto usándolas tres semanas
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La noticia Meta Oakley Vanguard, análisis: la interfaz del futuro para el deporte que imaginábamos fue publicada originalmente en Applesfera por Pedro Aznar .
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