El autobús avanzaba por Grant Ave a la altura del número 253, la tienda de John Fluevog. Recuerdo sacar la cámara y hacer una foto de su escaparate “que edificio tan genial tiene esta zapatería”, pensé. Desde que salimos del hotel poco más de un cuarto de hora antes, ya había hecho más de veinte fotos de algunos edificios característicos de San Francisco que me encontraba en la ruta. Recuerdo comprobar a toda prisa si la batería estaba cargada a tope, la ciudad era fantástica pero el objetivo aquel día debía ser la keynote.
Atravesando Sutter Street tiré al menos media docena de fotos más, comentando con los compañeros qué nos podría enseñar Apple en apenas hora y media, y que “estrategia” seguiríamos para poder sentarnos en un buen lugar “hay que ponerse cerca de la puerta de entrada al auditorio antes de que abran, y sentarnos por la izquierda para luego tener acceso fácil al hands-on”. Desde el autobús de prensa ya divisábamos a lo lejos el ayuntamiento de San Francisco, imponente y alguien dijo “el Graham está justo a la derecha, preparaos”. Me colgué la cámara al cuello y cogí mi mochila.
A la derecha, delante de toda esa gente, estaba el Bill Graham Civic Center
Cuando bajamos del transporte, nos encontrábamos en perpendicular al edificio del evento. A la izquierda la diáfana plaza del Civic Center con mucho césped que alfombraba el enclave del ayuntamiento, y a la derecha una enorme cantidad de gente - que supusimos prensa, o curiosos - y un gran despliegue de policía que acordonaba la zona y dejaba espacio en la entrada. Justo al doblar la esquina, la manzana mordida presidía uno de los tres ventanales del recinto. Ya habíamos llegado.
Ocasiones como ésta
La comitiva española ya estaba sabiamente acreditada de antemano por Apple, por lo que podíamos pasar directamente a las puertas del recinto - tal y como habíamos tramado en nuestro plan - pero allí fuera también pasaban cosas. Justo enfrente de los pilares de acreditaciones de Apple, un pequeño escenario servía de improvisado plató para algunos medios locales. Entre ellos, divisé a Walt Mossberg, uno de los escritores de tecnología más importantes del mundo, además de amigo personal de Steve Jobs. Desde el 91 estuvo escribiendo para el Wall Street Journal, y hoy en día trabaja en The Verge y Recode.
Encontrarme con firmas históricas dentro del mundo de la tecnología fue la primera sorpresa
Mossberg se bajó del pequeño escenario rumbo a la entrada del Graham. “¿Cuántas ocasiones voy a tener como ésta?”, pensé. Ni siquiera me respondí a mi mismo, desbloqueé la cámara del iPhone y me acerqué a él “Perdone Walt, ¿puedo tomarme una foto con usted?”. La respuesta fue una sonrisa que - os confieso - me tranquilizó, y con un “por supuesto, ¡vamos a ello!” terminé con una fantástica foto que guardaré siempre con cierto orgullo. Es un hombre encantador, humilde y simpático, lo que todavía me hace admirarlo más.
Entramos dentro del Bill Graham Center. Apple había preparado un montón de comida y bebida - sana - para todos los asistentes, justo ante las puertas que daban entrada al evento. Cogimos un par de zumos de alguna fruta que no sabría deciros cual era - pero estaba rica - y comenzamos a tomar posiciones en las puertas del auditorio. Ya había bastante gente, con medios de todas partes del mundo. Sin embargo, una cara me resulto familiar… hmmmm… era Mark Gurman.
Gurman iba acompañado precisamente por Mossberg y algún compañero más de The Verge. Estaban sonriendo, y comentaban - afiné el oído, lo reconozco - sobre los últimos rumores de los últimos meses. Ya que le estaba echando valor, decidí ir con todo y pedir una foto también con Gurman. Amablemente se presentó y me preguntó de que país era nuestro medio. “Oh, ¡me encanta España! He viajado mucho pero España es algo espectacular”. Otra foto más para la colección de esta keynote.
Tomando posiciones
Teníamos que conseguir un buen sitio: estratégicamente situado cerca del escenario, y de la sala de pruebas
Nuestro calculado plan para conseguir buena visibilidad y buena vía de escape hacia la posterior zona de pruebas surtió resultado. Nos sentamos en la parte izquierda del auditorio según miras al escenario. Allí estaba aquella manzana trazada con volátiles bokeh que llevo viendo durante más de una semana como fondo de pantalla en todos mis dispositivos. “Nunca he visto una imagen más perfecta que la de este proyector” - casi parecía un lienzo - “desde luego los vídeos no le hacen justicia”. Estábamos muy bien situados, sentados justo en el amplio pasillo sin nadie delante. Curiosamente, eso hizo que apareciéramos varias veces en el video previo al comienzo de la keynote - bueno, después también - seguramente ayudó bastante que cada vez que veíamos al cámara, hacíamos un poco el tonto.
De repente, Phil Schiller pasa por nuestro lado. Aquella figura que hemos visto cien veces y que entendemos que es el vicepresidente de una de las compañías más importantes del mundo, pasaba a escasos metros de nosotros - con su típica camisa holgada y su pantalón vaquero - rumbo a un acceso superior del teatro.
Saludó a un grupo de gente, sonriendo, levantando las manos. Me gustó que fuera tan cercano y me pregunté quienes eran aquellos que además no estaban situados dentro de la zona destinada a prensa - sino más arriba - ya que las keynotes no tienen venta de entradas y sólo invitados de la marca pueden asistir. La presentación nos lo resolvería después: era un grupo escolar invitado para promocionar las ayudas educativas que impulsaban el uso de tecnología en las aulas.
Justo delante del escenario estaba toda la gente de Apple. Entre todos ellos, un Craig Federighi - y su pelazo - sonriente y gastando bromas y comentarios con el resto de sus compañeros. A su lado, Kevin Lynch - responsable del sistema operativo del Apple Watch, que corría hacia su asiento, pocas filas delante de donde estábamos nosotros. La percepción que tuve es que nadie estaba nervioso: todos ellos parecían estar cómodos y entusiasmados con lo que iban a presentar.
Ok, organicemos la logística. Enchufe, enchufe… ¡dios mío no hay enchufes! “No pasa nada, tengo el Mac cargado a tope, luego buscaré alguno”. Mac en las rodillas, iPhone conectado, todavía quedaban diez minutos para empezar. Alguien dice “¡enchufes bajo los asientos!” y creo que fue lo más bonito que alguien me pudo decir en aquel momento. Conecté el Mac a aquella regleta americana, y apunté mentalmente que debería comprar enchufes para el adaptador del Mac de varios países - “al menos, UK y EEUU”, cosa que acabo de recordar ahora mismo mientras escribo esto, por cierto. También es verdad que tenía la cabeza en otra cosa.
Se apagan las luces. Nadie sale al escenario y empieza el video de Tim Cook y James Corden con Carpool Karaoke. Aquella forma de empezar una keynote con humor me recordó a alguna otra de Jobs. Un momento que recuerdo especialmente fue cuando vimos - sin previo aviso - a Super Mario Run en aquella enorme y perfecta pantalla. Creo que todos soltamos un inconsciente “ooohhhhh”, alguien algún grito y aplausos ante aquello. Nintendo llegaba a Apple y todos nos miramos entre nosotros… ¿estaba pasando realmente, por fin? Un momento… ¿¿¿Ese que sube al escenario es Shigeru Miyamoto??? WhatsApp de mi cuñado en medio de aquel momento mágico: “Pedrooooo, quiero ese Mario, cuando lo podré descargar!?”
Para contar una keynote, no sólo tenemos que hablar de tecnología, también de sensaciones
La propia keynote en sí la recuerdo como un torbellino de acontecimientos, aceleración y nervios por querer transmitir, en el seguimiento, algo más de lo que todos podíais ver en la pantalla. Veíais el streaming, pero quería que también sintierais aquello o incluso que alcanzaseis todas las perspectivas. Una de las formas de conseguirlo fue grabar con mi propio iPhone algunas partes de la keynote en vídeo para compartirla con vosotros en algún momento. Fijaos por ejemplo en el siguiente vídeo, muchas veces vemos a Tim Cook hablando pero hay que ponerlo en contexto, que cantidad de personas atienden a aquello y cuantas más hay detrás de las cámaras.
Estar en aquel auditorio en plena keynote es un momento para recordar. Durante tantos años viendo keynotes desde casa, o desde los eventos europeos que Apple organizaba antaño, estar rodeado de toda la gente de Apple en el epicentro del acontecimiento es algo emocionante. Es un sentimiento complicado de describir, pero era como estar en casa. La vorágine del seguimiento se comió con mucho el disfrute personal del propio evento en aquel momento. Mi objetivo era trasladar aquello a vosotros de la forma más cercana posible - quizás por eso estoy escribiendo hoy esto - y compartir algo que apasiona a todo aficionado de Apple. Os confieso que mi momento para disfrutar una keynote es cuando ya ha pasado en todo, estoy en casa, y puedo verla tranquilamente desde mi sofá.
El artículo de primeras impresiones tenía que estar cuanto antes, así que había que moverse rápido
La - maravillosa - actuación sorpresa de Sia acabó, y era el momento de tomar contacto con los productos. Este momento, es el más vertiginoso. En España eran más de las 21:00 de la noche y quería que mí artículo de primer contacto lo tuvierais lo antes posible. “Hay cola para entrar a la zona de pruebas” - dijo alguien - “nos quedamos aquí un rato y luego vamos”. Mi problema era que si quería incluir video en el artículo tenía que subirlo cuanto antes para que el equipo lo procesara en España, con lo que me tiré a la aventura. Mochila, Mac, iPhone, cable, cable, cable, adaptador… “Chicos, voy ya para la cola, no puedo esperar”.
La zona de pruebas
Empieza el rock and roll: si quería llegar a tiempo - sobre todo por el tema del vídeo - no podía esperar o adelantar mucho más si no probaba y grababa los productos. La cola rodeaba dos pasillos, pero me situé donde un empleado de Apple me dijo. “Se mueve más rápido de lo que parece”, aunque cualquier segundo en vano a mi me parecía un segundo desaprovechado. Ok, “saca el Mac, estructura el artículo y luego completa con las sensaciones”, me dije.
Recuerdo tres periodistas alemanas delante de mi escribiendo con una mano y sosteniendo el portátil con la otra. Yo me senté en el suelo en plena cola, saqué mi MacBook Air de 13” de 2011 y abrí Ulysses. “Ok, entrada - situación - contexto del iPhone - contexto del Apple Watch - AirPods”. Empecé a teclear. “Muévase por favor” - me dijo alguien. Avancé sin levantarme apenas medio metro y continué tecleando. Después de pasar por un túnel construido a medida por Apple con luz blanca, por fin pude entrar en la sala de pruebas.
Aquello era como una Apple Store. Una manzana negra en el fondo, posters gigantes de los nuevos iPhone 7 y Apple Watch en todas sus versiones. Un pasillo central con varios iPhones rotando sobre si mismos (me recordaron a las urnas donde se enseñaba a prensa el iPhone original), y a cada lado, varias mesas con todo preparado para tocar, junto a personal de Apple que nos solucionaba cualquier duda que pudiéramos tener. Y mucha gente. Ya me daba igual quien se pusiera delante, ya periodista famoso o no, mi objetivo era aquello que había sobre la mesa y había que ir a por ello.
El iPhone 7 Jet Black. Al verlo pensé “este es mi próximo iPhone”. Una presencia fuerte, un material que le proporciona un carácter imponente. El botón de inicio - que en realidad no es ningún botón - me gustó, al menos en el primer contacto. No pude oír los altavoces estéreo porque la sala era muy ruidosa, pero la demo que nos hicieron y lo que pude probar me dio muy buenas sensaciones. Los AirPods, sinceramente me encantaron. El diseño no tanto, quizás deberían haber sido más cortos, aunque la carcasa de carga me pareció estupenda. El sonido, nos sorprendió - no fui el único - y a pesar de que intenté que se cayeran de la oreja moviendo rápidamente la cabeza, no lo conseguí. Estoy deseando probarlos a fondo.
El Apple Watch de cerámica es algo que nunca habíamos visto antes pero me resultó familiar - me recordó al iBook, la nostalgia, ya sabéis - pero el tacto y el peso (un poco más ligero) me llamaron mucho la atención. Es además un material más resistente que el acero, y aquel sistema operativo no tenía nada que ver con lo que llevaba en el modelo de mi muñeca. Sin duda, watchOS 3.0 y los nuevos procesadores van a mostrarnos otro dispositivo más evolucionado.
El primer contacto no da para mucho, son pocos minutos, mucha gente y mucho trabajo por escribir, por lo que todos vamos acelerados. Sin embargo, lo considero el factor más importante de asistir en directo a una keynote: las sensaciones. No podemos hacer benchmarks, no podemos comparar, ni examinar durante varias horas, pero sí probarlo y contaros - como quien relata una impresión - qué opinión a primera vista nos ofrece. Ese feeling.
Memorizo todo lo que siento y veo, grabo vídeos y hago todas las fotos que puedo, luchando con algunos titanes del mundo de los medios de cualquier país que se ponga por delante - por lo altos que son algunos, y eso que yo mido 1,80. Ya no tenía tiempo de sentarme cómodamente a escribir, así que salí al Hall del Graham - donde estaba la comida y Mark Gurman, dos horas antes - y sentado en el suelo, empecé a subir los vídeos, procesar las fotos y llenar los huecos con las sensaciones que había escrito mientras hacía cola.
Una pausa. Una respiración profunda para relajar un poco los nervios y decirme a mi mismo “es duro, pero joder ME ENCANTA ÉSTO”. Sonrío y continúo tecleado. Una mujer del catering de Apple se acerca a mi con un bendito vaso de agua fría y algo de comer, y fue como si se apareciera un ángel y me salvara la vida. Recuerdo decirle “¡Muchísimas gracias por esto, lo necesitaba!” y contestarme con un “Ánimo! Si necesitas algo más estamos en aquella mesa”. Estos detalles.
Después de todo…
Acabé de escribir el post de primeras impresiones en el autobús de vuelta para la prensa. Faltaban algunas pocas fotos por subir y completar algún párrafo, pero aquello ya estaba hecho. San Francisco, en el exterior, seguía siendo aquella ciudad moderna y encantadora que tanto me había gustado en el trayecto de ida. Pensé en ir a Cupertino, pero ya no había tiempo: justo habíamos cogido el último transporte para prensa de todos los que habían, y ya había entrado la tarde.
En el hotel, dejé la cámara, la mochila con el Mac y todos los cables y me sentí exhausto pero contentísimo. Había sido un día increíble y había conseguido sacar no sólo mis impresiones, sino la coordinación del resto del equipo de Applesfera adelante - que hizo un trabajo excepcional, por cierto. Me tumbé en la cama con el iPhone contestando mensajes y me quité la acreditación de prensa. La miré, como quien mira un valioso tesoro y sólo me vinieron a la mente dos palabras:
“Mi keynote”.
Ojalá que, después de todas estas aventuras, también haya conseguido que sea la de todos vosotros.
En Applesfera | Keynote 7 Septiembre 2016
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La noticia Mi keynote fue publicada originalmente en Applesfera por Pedro Aznar .
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