Primer abrazo de un papa con un patriarca de Moscú, casi mil años después del cisma del 1054.
Mil años de enemistad entre católicos y ortodoxos podrían estar cerca de su final. O al menos, del principio del final. Hoy viernes 12 de febrero ha tenido lugar el esperado encuentro en La Habana entre el papa Francisco I, líder católico, y el patriarca Kiril, líder de la iglesia rusa, la principal y más influyente de la Ortodoxia.
Si en 1054 ocurrió el suceso que marcó el devenir de la historia entre ambas creencias, cuando el papa de Roma y el patriarca de Constantinopla se excomuglaron mutuamente dando lugar al cisma del cristianismo, hoy se ha dado el abrazo que nunca se había dado hasta ahora.
Las prácticas cristianas principales de Europa (occidental y oriental) han recorrido caminos separados desde entonces, con muestras de acercamiento como los abrazos entre varios papas (Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI) y patriarcas (Atenágoras, Bartolomé) durante las últimas décadas.
Pero nunca antes había formado parte de ellos el patriarca de Moscú, quien lidera a 150 millones de ortodoxos. El hito está en el paso del enfrentamiento al entendimiento a través del diálogo.
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