Aunque lo importante son las víctimas, ni siquiera existe un número oficial ni estadísticas sobre los patrones de las desapariciones en México.
En el metro de la Ciudad de México suena una alarma capaz de poner tenso a cualquiera que se encuentre en los andenes. El chilango promedio se imagina inmediatamente lo peor: “me va a tocar un sismo bajo tierra”. Pero en las pantallas, en lugar de aparecer la anticipada leyenda con las instrucciones sobre qué hacer en caso de terremoto, aparece el rostro de alguien junto a la frase ¿Has visto a …? seguida del santo y seña del desaparecido en cuestión. Entonces, la gente deja de mirar a la pantalla y vuelve a lo suyo.
Aunque la búsqueda de personas parezca una ,sucesión infinita de rostros y datos es solo la punta del iceberg
El sistema se repite en otros sistemas de transporte y en algunos medios de comunicación. Se trata del Programa de Difusión de Personas Desaparecidas, el cual informa y pide la colaboración del público en general en la búsqueda de hombres, mujeres, ancianos y niños de todo el país.
Aunque parezca una sucesión infinita de rostros y datos, se trata solo de la punta del iceberg. De acuerdo con un reporte del Observatorio Nacional Ciudadano, hasta el momento solo se han difundido 1010 casos.
Mientras que el Gobierno mexicano reconoce que cerca de 25.000 personas han desaparecido en la última década, algunas organizaciones civiles como las Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos México se aventuran a contar más de 300.000 casos.
El año pasado, el Comité contra las Desapariciones Forzadas (CED) llevó un informe ante las Naciones Unidas con la incómoda verdad: en realidad nadie sabe cuánta gente falta ni cuáles son los patrones en la desaparición de las personas.
Un informe del Observatorio Nacional Ciudadano publicado el 20 de febrero del 2017 advierte:
Tras 10 años de altos índices delictivos y violaciones a derechos humanos, aún no hemos logrado construir un registro confiable de desaparecidos que permita identificar las causas del problema, analizar sus tendencias y definir líneas de acción claras, coherentes y evaluables. En este sentido, hay que tener en cuenta que ni siquiera mediante el Registro Nacional de Personas Extraviadas o Desaparecidas se ha logrado dimensionar la incidencia de este delito en nuestro país.
Desde Colombia con las comunidades campesinas en r
Las bases de datos no coinciden ni parecen comunicarse. El Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED) elaborada con cifras de los ministerios públicos, las procuradurías (locales y federales en ambos casos) y el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública contabilizan 20.000 desaparecidos.
En tanto que el Programa de Mujeres y Niñas Desaparecidas “Dar contigo” reconoce 2.222 desaparecidas, las Comisiones de Derechos Humanos de los Estados sólo aportaron datos del año 2014; en ellos solo contabilizaron 77 casos en todo el país.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) ha registrado 4.007 casos de desaparición a través de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de la Seguridad Pública en la que se pregunta si algún integrante del hogar desapareció de manera forzada o en contra de su voluntad, por la acción de una autoridad o un grupo delictivo.
Aunque tener la estadística de desaparecidos es un primer paso, el informe apunta que lo relevante son las víctimas y sus familiares:
El registro del fenómeno de las desapariciones no debe ser visto simplemente como un tema de números y estadísticas. La meta de esta área de política no debería ser el de conseguir el número exacto de desapariciones.
Sean 4.000, 25.000 o 300.000 desaparecidos, detrás de las cifras hay personas. Ante esa realidad, en 2013 nació #PorTodosLosDesaparecidos, un mapa colectivo que busca poner nombre y apellido a cada desaparecido utilizando la “inteligencia colectiva para detener la guerra en México”, según sus propias palabras.
En 2012 el INEGI preguntó: ¿algún integrante de este hogar desapareció de manera forzada o en contra de su voluntad?
Además, las redes sociales han sido consuelo para algunos de los familiares, ya que han surgido organizaciones que difunden fotografías y datos de posibles víctimas y tejen redes de apoyo entre ellas.
El informe del Observatorio Nacional Ciudadano reconoce a organizaciones que usan Facebook y Twitter para buscar a sus seres queridos. Entre ellas se encuentran Nuestros Desaparecidos en Nuevo León, la Asociación Unidos por los Desaparecidos de Baja California, Por Amor a Ellxs, Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en México, Familiares En Búsqueda y Alerta Alameda.
Esta última, la cual posee una cuenta en Morelos, se describe con el poema de Mario Benedetti Desaparecidos: “Están en algún sitio / concertados desconcertados / sordos buscándose / buscándonos.”
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