O por qué no quiero una segunda temporada de Pablo Escobar a pesar de que su historia me encantó.
Corriendo el riesgo de ser totalmente malinterpretada por este título, aclaro de una vez que me encantó la primera temporada de Narcos, el último original estrenado por Netflix que cuenta la vida del mundialmente conocido narcotraficante colombiano Pablo Escobar.
Ya en Hipertextual hemos hablado en par de ocasiones de forma muy positiva sobre la serie, mi compañera Ivonne alabó su estilo de narración policíaco clásico, y Javier destacó lo sobresaliente qué es esta historia y como el nivel de Netflix sube cada vez más: plata o plomo. Sin embargo, ninguno de los dos hace referencia a lo que a mi personalmente me disgustó más: que tendrá una segunda temporada.
¿Cuál es el problema con una segunda temporada?
Si bien Narcos claramente es una adaptación de hechos de la vida real que se toma muchas libertades (no es un documental, es un programa de televisión que busca engancharnos y entretenernos, valiéndose de una historia muy atractiva y personajes reales sumamente conocidos) es innegable su calidad televisiva. Simplemente sensacional en todo, como se narran los hechos, como te atrapa la historia y como se desarrollan los personajes. El problema es que son solo 10 episodios y aparentemente faltó un poco de tiempo para finalizar el capítulo de Escobar, han dejado un final abierto que en cuanto a tiempo y hechos históricos da muy poco que contar.
Los últimos meses de vida de Pablo Escobar no dan para tanto como todos los años contados en la primera temporada.
Lo digo porque en esta primera temporada nos han contado más de una década de la vida de Pablo Escobar, quien tiene toda una carrera delictiva que da para posiblemente siete trilogías más largas que El Señor de los Anillos, pero que en Netflix han decidido comenzar contando justo cuando Escobar entra en el mundo del narcotrafico. Nuestra historia termina su primera parte justo cuando Pablo escapa de prisión, y en la vida real 17 meses después es atrapado por las fuerzas policiales colombianas y abatido en un tiroteo.
Con esto no quiero decir que 17 meses de persecución no nos den para una segunda temporada de calidad, pero si comparamos el material de la primera con el de la segunda, simplemente se queda corto por todos lados. Una segunda temporada de Narcos implica que los productores y escritores se van a tomar incluso muchas más libertades con la historia, porque simplemente hay poco que contar y habrá que inventarse algo que poner en otros 10 episodios.
Otro Narco
Pero nadie como yo
En mi mente tenía la idea de que Narcos sería una serie que se enfocaría en un delincuente a la vez. Capos de la droga en Lantinoamerica y el resto del mundo, lamentablemente sobran, con historias igual de fascinantes y macabras que dan para mucha televisión. Si Narcos hubiese seguido el formato de 13 episodios que tiene la mayoría de los originales de Netflix, con esos tres episodios extra bastaba y sobraba para contar el final de Pablo Escobar, otra temporada completa que se centre solamente en el asedio y sus últimas horas, lo veo un poco forzado. Hubiese preferido pasar al siguiente monstruo.
Quizás me equivoque, y quizás la segunda temporada sea igual de sensacional que la primera, con todo y sus acentos mal ubicados, Narcos se ha convertido en una de las mejores series del año. Pero, no puedo evitar sentir una preocupación de este tipo, especialmente cuando hemos visto historias diluirse completamente cuando regresan del hiatus, porque simplemente no tienen material suficiente para contar.
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