ALERTA SPOILERS: este post contiene detalles clave sobre la trama de los capítulos 5 y 6 de Dispatch.
La semana pasada tuve que afrontar la decisión más complicada hasta el momento para Dispatch, pero en esta ocasión no ha existido elección posible. Ad Hoc Studio me ha lanzado una puñalada directa al corazón cuando menos lo esperaba, no sin antes recordarme lo puñeteramente insufrible que puede llegar a ser Flambae. Mientras Robert se encuentra entrenando tranquilamente en la sede de la RES, el inútil flamígero no tiene mejor tarea que mofarse de que no tengo superpoderes.
Más allá de que el turno transcurre con una normalidad inusitada, el videojuego va sembrando semillas para un futuro que es difícil de afrontar. A las burlas de Flambae hay que sumar el infinito interés del Equipo Z por averiguar qué superhéroe era, hasta el punto de que se apuestan dinero entre ellos. Por el camino, caigo en la cuenta de que el lanzallamas no se entera de que fui yo el que le quemó las cejas en el primer capítulo, pero el asunto es todavía peor.
A través de un flashback, descubro que, durante una misión como Mecha Man, le corté dos dedos a Flambae, por lo que las lesiones son irreversibles y dobles. El tipo no relaciona a Robert con la máquina enorme, pero perfectamente podría ser hombre muerto en cuanto decida abrir la boca. Evidentemente, lo mejor es ser discreto y cauto ante cualquier circunstancia, por lo que acudir a una salida después del trabajo al bar de supervillanos de la esquina seguro que no provoca ningún altercado.
Más allá de compararlos con un Fénix, darles palmaditas en las espaldas e intentar que colaboren entre ellos, son estas situaciones las que generan un ambiente de confianza para con el Equipo Z. Son unos ineptos y para ellos Robert es el extraño, por lo que debe mimetizarse con sus normas y costumbres, aunque sea por una sola noche. El problema es que apesto a superhéroe allá por donde voy, por lo que inevitablemente comienza una pelea de bar épica. No hay que interactuar demasiado durante la misma, pero ha sido una de las mejores escenas de Dispatch hasta el momento.
Una lluvia de guantazos, huesos rotos y momentos graciosos, como la entrada de Golem o tener a Prisma cantando de fondo, que vienen acompañados de la pura sorpresa de que Robert resista el bombardeo. Un tipo cualquier plantándole cara, y llegando a hacer mucho daño, a matones con superpoderes, habla mucho más acerca de quién es realmente el protagonista. Por si fuera poco, la desarrolladora ha decidido con acierto intercalar la secuencia como si fuese un flashback, ya que el final del capítulo se desarrolla en el exterior de un restaurante de comida rápida.
En un acto de fe en los allí presentes, la conversación deriva en que debo escoger si quiero abrirme a ellos confesando que soy Mecha Man o mantener el secreto. Soy consciente de las consecuencias de mis actos y sé que, a largo plazo, es muchísimo mejor que sea sincero con ellos. Eso sí, la llamarada que me está a punto de carbonizar por parte de Flambae también era previsible, pero Golem me salva en el último momento. He perdido a una pieza del grupo por un bien muchísimo mayor y se va notando en los próximos turnos.
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El bueno de Chase
Apenas lo he mencionado en mis textos sobre Dispatch, pero Chase es un personaje recurrente que actúa como una suerte de guía cascarrabias para Robert. Tiene superpoderes de velocista, pero a cambio de que envejece rápidamente cada vez que los utiliza, por lo que ahora tiene aspecto de Einstein y tenerlo en el cubículo de al lado en la oficina me reporta comentarios para enderezarme. Él mismo me pregunta qué haré cuando me enfrente a Espectro, el líder del Círculo Rojo, y el principal responsable de que la armadura de Mecha Man se haya ido al carajo.
Plantea dudas razonables, aunque en ocasiones se extralimita más de la cuenta. Tras una prueba fallida con Royd para intentar revitalizar el cachivache, Chase no tiene mejor idea que advertirme acerca de Invisiva y sus oscuras intenciones. Puedo tener mi jugueteo con ella, pero solo tengo ojos para Chica Centella y todo se reduce a un contexto profesional del que no me pienso separar. Él, por el contrario, le tiene una inquina personal a la exvillana, aunque la joven demuestra su valía continuamente.
No solo ella, sino que el resto del Equipo Z se encuentra en un estado de forma colosal. Los turnos se resuelven con mucha sencillez, poseen capacidades brutales para resolver problemas e incluso he podido convertir a Chapoteín en un miembro valioso. Todos han desarrollado poderes nuevos, sinergias fantásticas y lo mejor es que me han montado una fiesta sorpresa en mi propia casa. La noche transcurre con normalidad: todos beben, bailan, el alcohol vuela y un plan para hacerse con el pulso astral se comienza a maquinar, aunque Espectro también está al acecho.
Como la felicidad tiende a ser pasajera, Invisiva se calienta de más la cabeza e insiste en acudir esa misma noche a la guarida donde se encuentra custodiado el pulso astral. Ella cree que va a ser la única oportunidad para robarlo, yo intento calmar los ánimos, pero Chase estalla. No solo le dice a Invisiva que cierre la boca delante de todo el mundo, sino que la pone a caldo sin ningún tipo de compasión. Como es lógico, ella le arrea un golpe y se larga rápidamente del piso, por lo que la celebración se ha ido al garete por completo. Por lo menos Flambae aparece por la puerta para intentar sentar bases para una reconciliación, pero ya no es el momento.
Chase está más que arrepentido, así que una buena charla de alumno a mentor, intercambiando los papeles, se siente fenomenal. Es esa conversación que todos hemos tenido con algún amigo al terminar de salir de noche, en la que reflexionamos sobre la vida y aprendemos más lecciones de las que esperaríamos. Lo que no era esperable es que Invisiva se lanzase a la batalla por su cuenta, así que me tocó ayudarla a atravesar toda suerte de obstáculos con hackeos que, ojo, se han vuelto endiabladamente difíciles. Lo bueno es que consigue llegar hasta el pulso astral, no sin antes toparse con Espectro que la neutraliza utilizando un gas.
Va a morir, es irremediable, a menos que Chase haga el último acto heroico de su vida. Con un "Sigue así" y en pose de velocista, sale corriendo del apartamento de Robert en un instante que me dejó helado. Verle de esa forma ya me proyectó hacia todo lo que iba a pasar y comprender la catarata de eventos en un solo segundo es abrumador. No pude evitar negar en voz alta durante el despliegue de poderes de Chase, verle recoger a Invisiva y ponerla a salvo en un parque, justo antes de fallecer.
Chica Centella, Mecha Man, Royd o cualquiera que haya aparecido hasta el momento en Dispatch puede presumir de ser un héroe, pero lo que ha hecho Chase es el mayor acto de heroicidad posible. No es que se haya sacrificado, sino que lo ha hecho por pura responsabilidad hacia alguien que no soportaba apenas unos minutos antes. El capítulo 6 termina con un impacto emocional fortísimo y no sé cómo terminará esta historia, pero lo que está haciendo Ad Hoc Studio es digno de proyectarse en cualquier pantalla.
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La noticia Ni siquiera una pelea de bar contra supervillanos me ha dejado tan hecho polvo como el último capítulo de Dispatch fue publicada originalmente en Vida Extra por Juan Sanmartín .
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