Nintendo Switch repite, uno tras otro, los grandes errores que han condenado a Nintendo en el pasado.
Por el bien de la industria, necesitamos a Nintendo en plena forma. Pero la compañía nipona parece empeñada en tropezar una y otra vez. Wii fue un éxito tan rotundo como inesperado que, por el camino, enfadó y apartó a los jugadores más tradicionales que iban de la mano de Nintendo desde décadas atrás; Wii U fue un estrépito, desde las estrategias de naming y marketing, que intentó aunar, sin éxito, las mecánicas y videojuegos casuales vistas en Wii con un enfoque algo más tradicional. Por ello, por los tumbos dados en tiempos recientes, Nintendo necesita que Switch sea un éxito.
Tras su escueta presentación durante el pasado octubre era relativamente fácil ilusionarse. Yo mismo, sin ir más lejos, quedé ansioso por saber más de este nuevo concepto híbrido y de qué videojuegos podríamos ver en los primeros meses. Después de esa hora repleta de anuncios y confirmaciones (seguida de la publicación de nuevos vídeos e información en sus medios oficiales), no hay una parte clave de lo que debería ser y suponer Nintendo Switch en la que Nintendo no haya decepcionado de una forma u otra.
Precio
Parecía casi confirmado, después de meses de rumores, que Nintendo Switch no superaría la barrera de los 250 dólares/euros. Era a todas luces una decisión acertada debido a la imperiosa necesidad de llegar al mayor público posible en un momento de la generación en el que PlayStation 4 y Xbox One superan los 45 millones y 25 millones de consolas respectivamente. Recientes están los tropiezos en el lanzamiento de Wii U y Nintendo 3DS debido a sus precios.
Nintendo Switch, en contra de lo esperado, costará 299 dólares y, en muchos países europeos, rondará los 330 euros. Hablamos de un hardware que no puede competir en ningún aspecto con Xbox One y PlayStation 4 que llegará a las tiendas españoles costando 80-90€ más que su competencia directa (en el caso de Xbox One S, con un juego incluido en el pack). Hablamos pues, de un desembolso de alrededor de 400€ para hacernos con la consola y un videojuego.
Por si esto no parece suficientemente descabellado, los precios oficiales de los periféricos han encendido todas las alarmas: el mando Pro Controller (seguimos, en 2017, sin gatillos analógicos) costará 69,99 dólares y el pack de dos Joycon se irá hasta los 79,99 dólares.
Online
Una de las principales incógnitas era si, de una vez por todas, Nintendo iba a aterrizar en el siglo XXI y ofrecer al jugador una infraestructura online a la altura de los tiempos que corren. Sorprendentemente, apenas se dio información sobre el que debería ser un pilar de la consola pero sí hubo tiempo para confirmar que hablamos de un servicio de pago.
O, lo que es lo mismo, pasamos del arcaico, ineficiente y restrictivo servicio online de Wii U y 3DS (descargas ligadas a consolas y sin cuentas de usuario, códigos de jugador, multitud de videojuegos sin chat de voz, etc.) a un servio que promete ser de pago pero, atención, requerirá el uso de una app en un 'dispositivo inteligente' para aprovechar los lobbys y chat de grupo (no accesibles sin suscripción, al contrario que en PS4 y Xbox One) y, además, será gratuito hasta que todo termine de estar en marcha, en otoño de 2017. Para más inri, desde Eurogamer.net apuntan a que dichos servicios no estarán disponibles en Europa con el lanzamiento de la consola.
No es una revelación que nos pille por sorpresa debido a que Sony y Microsoft llevan años haciéndolo pero, en ambos casos, con servicios completos y fiables. Después de tantos años yendo a rebufo, es fácil sospechar que el servicio de Nintendo no podrá competir, en calidad y funcionalidades, con los de la competencia. El tiempo dirá.
Catálogo
Al final, la esencia de Nintendo y lo que importa en la industria son los videojuegos que diferencian a una consola del resto. Wii U y 3DS llegaron a las tiendas con un catálogo alarmantemente escaso y todo el mundo daba por hecho que se habría aprendido la lección. De nuevo, nada más lejos de la realidad. Por sorprendente que parezca, Nintendo Switch llegará a las tiendas con un catálogo tan escaso a nivel de cantidad como de nuevos videojuegos.
Videojuegos como Puyo Puyo Tetris (2014), Disgaea 5 (2015) o Rayman Legends (2013) o ese experimento de 60 dólares que es '1,2 Switch' serán lo que encontremos en las tiendas el próximo 3 de marzo. Sí, tendremos The Legend of Zelda: Breath of the Wild como joya de la corona pero, después de todo, hablamos de un videojuego anunciado hace casi cuatro años y pensado, en origen, para Wii U. Un nuevo retraso hubiera sido la gota que colmaba el vaso.
El corto catálogo de lanzamiento, repleto de ports y títulos menores
Cierto es que, al contrario que con Wii U, ya tenemos información de varios títulos de peso como Splatoon 2, la versión mejorada de Mario Kart 8 (ni siquiera un port con algo más de contenido llega a tiempo del lanzamiento) o Super Mario Odyssey pero, de nuevo, se repite el error de llegar al mercado con un catálogo escuálido. ¿Lo peor? La sensación de que una inmensa mayoría de esos ochenta videojuegos que afirman tener en desarrollo están en estados sumamente prematuros y restan varios años para verlos en la máquina: siendo Xenoblade Chronicles 2 de los pocos que enseñaron una pizca de gameplay, hay proyectos sin ni siquiera un nombre oficial confirmado (nuevo Shin Megami Tensei, el videojuego de SUDA51 o el del creador de Yakuza) y otros tantos que se presentaron con un simple logo o escueto teaser.
La razón del continuo retraso a la hora de dar más información sobre la por entonces conocida como NX parecía evidente: si se saltaban una feria tan relevante como el E3 y no llegaba a las tiendas en las críticas fechas navideñas, era para evitar errores del pasado y lanzarse rodeada de un catálogo extenso, variado y de calidad (lo mismo con esos dos últimos años, tan faltos de lanzamientos, de Wii U). No sabemos muy bien por qué pero, al contrario, Nintendo da la sensación de trabajar a contrarreloj, faltando de nuevo el planning a largo plazo como ocurriera con Wii U.
Hardware
Nintendo Switch me parece una consola sumamente atractiva, en esencia y en su diseño. Es un dispositivo por el que parece fácil ilusionarse: aparentemente cómodo, híbrido entre sobremesa y portátil y que apunta al videojuego tradicional. Las dudas venían de ese concepto más cercano a una tablet, como la NVidia Shield de la que toma prestado el procesador, y de si aguantaría la comparación con la competencia.
No hay un solo aspecto en el que Switch aguante la comparación con PS4 o One
Podemos confirmar, desde ya mismo, que Nintendo Switch volverá a salir desfasada al mercado. Esto, que podría parecer la tónica general tras Wii o Wii U, no fue así con unas Nintendo 64 y GameCube con un tremendo potencial gráfico (mayor que sus respectivas rivales, PSX y PS2). Pero más allá de que apenas se aprecien mejoras gráficas en Splatoon 2, Mario Kart 8 Deluxe o Super Mario Odyssey con respecto a los videojuegos vistos en Wii U, una consola de 2013, son otros datos los que pueden preocupar: hablamos de 32GB de almacenamiento interno (ampliables con tarjetas de hasta 128GB), una batería que, según datos oficiales, no sobrepasará las tres horas de uso jugando a The Legend of Zelda: Breath of the Wild y una pantalla con una resolución de 720p (NVidia Shield, sin ir más lejos, alcanza los 4K).
Más allá de ver más polígonos aquí o allá, el principal problema de esto esto es lo que ya sufrimos con Wii U: el apoyo de las third party. No hay más que ver cómo se cuentan con los dedos de una mano los videojuegos recientes que llegarán a la consola y, debido a los problemas que puede conllevar trabajar en ports para una consola tan inferior en lo técnico, no será extraño que volvamos a ver como, tras los primeros meses, compañías como Ubisoft o Electronic Arts se terminan alejando de Nintendo.
En resumen, Nintendo repite, uno por uno, los errores que terminaron condenando a Wii U: llega al mercado muy tarde (Xbox One y PlayStation 4 se lanzaron en 2013), a un precio mayor que la competencia, sin poder plantar cara a nivel de especificaciones, con un catálogo irrisorio, con un nuevo gimmick para el público más casual y dejando un sinfín de dudas sobre su infraestructura online, ahora de pago, por el camino. Nintendo parece, de nuevo, empeñada en quitarnos las ganas a todos aquellos que esperábamos Switch con ilusión.
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