Hay películas de acción tan absurdamente disfrutables que es inevitable querer verlas una y otra vez por las locuras que ocurren en pantalla. Commando, con un Arnold Schwarzenegger más en plena forma que nunca durante la década de los ochenta, es una de ellas en la que solo se necesita una excusa para que la violencia salga a relucir por la cantidad de gente que se carga y por cómo hace gala del humor en algún que otro momento con sus diálogos.
Entre tanta acción, el largometraje nos dejó con uno de los fallos de continuidad más legendarios que se han llegado a ver. En una de las escenas más recordadas, John Matrix, el personaje al que encarna Schwarzenegger, persigue en coche a Sully, uno de los villanos, por una carretera. Provoca que vuelque y a continuación lo agarra de una pierna para tirarlo por un precipicio. Por si no fuera suficiente, a continuación decide apropiarse de su coche.
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El detalle tan llamativo llega justo en ese momento, porque el coche de color amarillo de Sully, tras el impacto que ha recibido, aparece completamente destrozado por todas partes, sobre todo por uno de sus laterales. Sin embargo, cuando Schwarzenegger se sube en él para pilotarlo y cambia de escena, el coche luce como si estuviera recién salido de un concesionario.
No muestra ni un solo rasguño y tampoco ninguna abolladura. Sin duda, un milagro automovilístico que, naturalmente, se trata de un error tan evidente que es inevitable tomárselo a guasa. Como es algo que resalta tanto, uno se puede imaginar que es algo intencional por parte del equipo de producción para mantener ese toque tan disparatado en la que es una de las películas de acción más recordadas de aquella época.
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La noticia Ojalá reparar coches fuera tan fácil como lo hace Schwarzenegger en una de sus mejores películas de acción, con solo un cambio de plano fue publicada originalmente en Vida Extra por Sergio Cejas (Beld) .
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