One-Punch Man es, por méritos propios, uno de los estrenos más estimulantes y prometedores en el anquilosado género de los shonen
One-Punch Man empezó como un webcomic allá por 2009 y debido a la gran popularidad del que era un trabajo con un dibujo sumamente mejorable, fueron muchas las editoriales que se pusieron en contacto con One, como se hace llamar en internet su creador, para llevar la serie al papel.
De nuevo, la serie repitió el éxito y el veterano estudio de animación Madhouse terminó haciéndose con los derechos para su emisión, tanto en Japón como en Europa en un estreno con tan solo dos días de diferencia. Así pues, esta misma semana nos llegó el primer capítulo del anime de One-Punch Man.
Pese a que puede catalogarse como un shonen, ese tipo de anime orientado a adolescentes, en su mayoría hombres, One-Punch Man se encarga de destrozar los tópicos de dicho subgénero a cada escena que pasa. Y ahí, en su lucha con los tropos establecidos, se encuentra uno de sus grandes argumentos.
Si habéis seguido o conocéis algunos de los shonen más exitosos de la historia como One Piece, Naruto o Dragon Ball os será familiar el hecho de encontraros con un personaje con una misión tan clara y aparentemente imposible como convertirse en el pirata, ninja o guerrero más poderoso del universo conocido. En su mera concepción es donde está la principal genialidad de One-Punch Man.
Narrativa, ritmo, animación y música, todo raya a un nivel altísimo en el piloto de One-Punch Man
Hablamos de un súperheroe que reside en Ciudad Z, una región ficticia de Japón plagada de villanos y criaturas maléficas, que tras ser despedido de su puesto de oficinista decide hacer frente a estas amenazas y, tras un arduo entrenamiento que provocó su calvicie (sí, lo absurdo también entra en la mezcla), se convierte en el héroe más poderoso del mundo. Y es que, mal que le pese, One-Punch Man acaba con todo aquel que se ponga por delante de un solo puñetazo y no hay rival que pueda hacerle frente. No nos encontramos con un adolescente súper motivado y rebosante de ilusión si no con un personaje algo apático que mezcla tristeza y frustración. Y, aún así, seguimos hablando de una comedia.
Puede parecer que esta premisa venga de la mano de escenas de acción insulsas y un desarrollo demasiado aburrido pero nada más lejos de la realidad: el capítulo piloto es un portento a niveles de ritmo y, sobre todo, de una animación que mezcla distintos estilos y tipos de trazo dependiendo del momento. Además, todos y cada uno de los combates representados son tan intensos como interesantes. Y mucho tienen que ver los excepcionales y estrafalarios diseños de los enemigos: desde un humano mitad cangrejo iracundo porque un niño le ha dibujado pezones con un rotulador permanente hasta un demonio venido del Inframundo que acongojaría al mismísimo Goku. La serie salta del humor estrafalario y paródico a la acción más frenética y descarnada con gran soltura.
Para rematar nos encontramos con un jocoso giro final que echa por tierra lo que se esfuerza en parecer la caída en el tópico nuclear de cualquier anime del estilo. En resumen, puedo decir que este primer episodio de One-Punch Man es uno de los más memorables y estimulantes inicios de un nuevo anime en tiempos recientes que recuerdo.
El único interrogante que queda en el aire para los que no hemos tenido acceso al manga es el del desarrollo de la serie. ¿Podrá alargarse durante un número considerable de capítulos sin caer o emular todo aquello que parodia? Hay hueco para un gran número de secundarios y apenas se nos ha presentado algo parecido a una trama principal con lo que, por ahora, sigue habiendo mucho margen para la sorpresa. Seguiremos informando.
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