Hay juegos que no se terminan cuando llegas a los créditos. Death Stranding 2 me ha conquistado tanto que se ha convertido en uno de esos títulos en los que el viaje sigue adelante, incluso cuando crees haber visto todo lo que tenía para ofrecer. Llevo casi 150 horas a la espalda, cargando paquetes, recorriendo miles de kilómetros y enfrentándome a todos los desafíos que Kojima y su equipo me han puesto por delante.
Y aun así, cuando pensaba que ya no quedaban más sorpresas y que solo me quedaban unos pocos trofeos para desbloquear el ansiado platino, me he topado con algo que me ha dejado completamente descolocado. Porque si algo define a este juego es la manera en la que siempre guarda un as bajo la manga.
Una aventura que no deja de premiar la exploración y la curiosidad, aunque he de admitir que lo mío ha sido más el desconocimiento puro y duro. Todo por culpa de dos mecánicas que tenía delante de mis narices desde hacía decenas de horas y que jamás había usado, pese a que podrían haberme ahorrado muchísimo sufrimiento en esta travesía por una Australia postapocalíptica.
Y es que descubrirlas ahora, tan tarde, me ha generado sensaciones encontradas: la fascinación de darme cuenta de que aún me quedaba algo por aprender y, al mismo tiempo, la rabia de pensar en todas esas veces en las que me compliqué la vida innecesariamente. Sin ir más lejos, mi compañero Alberto os habló de una de ellas recientemente, acerca de la manera de obtenerla, debido precisamente a mi ignorancia, porque no sabía que existía la pistola adherente.
Este arma, que lanza un cable realmente extenso capaz de recoger cualquier paquete, sin importar lo lejos o la altura a la que se encuentre, es de las herramientas más útiles de todo el juego, sin lugar a dudas, aunque para conseguirla es necesario desbloquear una de las bases opcionales que se encuentra en la región de México, la zona inicial. En mi caso, pasé el tiempo justo y necesario en el país americano, así que no me molesté demasiado en descubrir todos sus secretos y jamás quise volver hasta completar al 100% todo el contenido de Australia.
Esto mismo conllevó que no me hice con esta pistola en cuestión, así que las he pasado canutas para hacerme con determinados paquetes. Al menos, el camión todoterreno me ha salvado de muchos apuros con uno de sus brazos extensibles que cumple la misma función, aunque no es igual de efectivo y he tenido que llevarlo por terrenos excesivamente peliagudos. En ese mismo sentido, me he tenido que buscar las habichuelas para atravesar lugares en los que cualquier paso en falso podía suponer darme un guarrazo brutal o una muerte instantánea, que me ha pasado. Y todo por no llevar que pudiera atraer estos paquetes.
Por eso mismo, en cuanto supe que el Bokka, uno de los personajes de México, te daba la pistola con tan solo entregarle unos pocos paquetes, no me lo pensé dos veces y fui a por ella, pero claro, a estas alturas, en la que el fin del camino está cada vez más cerca, ya me sirve de más bien poco. Eso sí, no he parado de maldecir su existencia y el hecho de que también estaba presente en el primer Death Stranding, en el que tampoco la llegué a conseguir porque en este caso fui más al grano y no opté por ir a por el platino.
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Con respecto a la otra mecánica que la tuve delante desde el primer minuto, y la pasé por alto, era el buscador de misiones. Resulta que al abrir el menú y consultar los encargos que tienes en marcha, hay una opción que te permite establecer una serie de filtros para echar un vistazo a los encargos que están disponibles y que puedes llevar a cabo, así como los que permanecen inactivos porque ya los has finalizado y debes esperar un tiempo para realizarlos nuevamente.
Acepto cualquier crítica porque manda narices que no haya reparado en algo así en ningún momento y me haya tenido que percatar de ello tras ver un vídeo del juego en YouTube. Por culpa de este fallo, he perdido la cuenta de cuántas veces he recorrido Australia yendo por los mismos caminos una y otra vez, visitando las mismas bases hasta la saciedad y cumpliendo los mismos encargos infinidad de veces solo por buscar algún lugar en el que me facilitaran una tarea que pudiese subir las cinco estrellas de las instalaciones que tenía pendientes.
De haber descubierto anteriormente el buscador de misiones, me habría ahorrado este sufrimiento infernal y decenas de horas que al final han provocado que me haya aprendido de memoria el diseño de este mundo abierto. Casi que podría moverme por él con los ojos cerrados de las veces que he visitado al mecánico, la metagenomista, la cronobiología, el inventor, el terapeuta de brea y muchísimos más. Así pues, se podría decir que, sin querer, he jugado una especie de modo más hardcore.
También es cierto que, viéndolo desde otra perspectiva, me ha permitido disfrutar durante muchísimo más tiempo de esta gran obra maestra, pero admito que una parte de mi habría deseado muy fervientemente haber conocido la existencia de estas mecánicas o herramientas que siempre han estado ahí a mi alcance y las he ignorado casi por completo. Lección aprendida.
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La noticia Pensaba que lo había visto todo en Death Stranding 2 hasta que estas dos mecánicas me explotaron la cabeza fue publicada originalmente en Vida Extra por Sergio Cejas (Beld) .
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