En 2019 tuve la oportunidad de emprender un viaje espacial inolvidable y vivir la aventura que quise gracias a The Outer Worlds. Nunca olvidaré el hecho de que, la obra desarrollada por Obsidian Entertainment, me ofrecía la posibilidad de tomar tantas decisiones diferentes y actuar de maneras tan distintas ante ciertas situaciones que parecía que era yo mismo el que construía la historia y le daba forma. Una serie de aspectos que era lo que más me importaba que se mantuvieran en su continuación.
Semanas atrás pude disfrutar de un avance de The Outer Worlds 2, aunque tan solo de su prólogo, pero lo que más me interesó comprobar en ese momento fue el rendimiento con el punto de vista en tercera persona, ya que el hecho de haber añadido este tipo de cámara me parece algo digno de aplaudir. No tengo nada en contra de los juegos en primera persona, pero hay determinadas propuestas que me apetece más jugarlas viendo a mi personaje y esta es una de ellas.
Ahora que he podido jugar a fondo a esta segunda parte de la saga, siento que la tercera persona le queda tan bien que en ningún instante se me ha pasado por la cabeza el jugar de otra manera que no fuera esta. Eso no quita que haya algunas animaciones no se han terminado de perfeccionar del todo, que era uno de mis mayores temores, de ahí que no pueda evitar afirmar que hay momentos, por cómo se mueve el personaje o el diseño de los escenarios, que parece que estamos ante un título de la pasada generación.
Que no se me malinterprete, porque no quiero decir que el juego se vea fatal, ni muchísimo menos. Cada escenario es único y sus ambientaciones son tan sublimes que logran que la experiencia en general se vuelva más inmersiva, pero hay detalles, sobre todo en los suelos y algunas montañas, que me impiden decir que gráficamente luce de escándalo, aunque su rendimiento es perfecto. Aun así, también soy consciente que el juego no busca llamar la atención con estos apartados, sino con su narrativa y el poder de tomar decisiones, que es lo que más me ha fascinado (y cabreado) tras haberlo llevado más lejos todavía en esta secuela.
Un personaje hecho a medida
Desde el primer minuto, en el momento en el que te estás creando al personaje, ya estás alterando parte de los acontecimientos sin que seas plenamente consciente de ello. A tu protagonista le puedes modificar la apariencia todo lo que te dé la gana, que en ese caso no influye en nada, pero sí puedes determinar qué tipo de persona es, porque puedes establecer que sea alguien muy inteligente apasionado por la ciencia, alguien que luche con uñas y dientes por preservar la justicia, un ludópata que solo piensa en los juegos de azar o incluso un exconvicto que trata de mejorar su reputación.
Son tan solo ciertos ejemplos de las bases que harán que tu personaje destaque para bien o para mal, dado que algunas conversaciones se verán alteradas por el pasado que has definido. Si bien todas y cada una de las decisiones que tomas son de vital importancia, porque no se puede dar marcha atrás con ninguna, la única que sí permite un único cambio es la de personalizar al personaje tras superar el prólogo, pero a partir de ahí serás lo que tú hayas decidido ser, teniendo que afrontar las consecuencias de lo que pueda acarrear.
Eso mismo se aplica a los rasgos más esenciales. En este sentido, si te excedes escogiendo ventajas, también estarás obligado a seleccionar alguna tara, para que no todo sea perfecto. Además, también hay talentos que puedes ir optimizando sobre la marcha a medida que subes de nivel, lo que te otorgará conocimientos para piratear máquinas, fabricar mejores botiquines, dominar mejor unas armas en concreto o tener una gran labia para camelarte a otros personajes con tan solo hablar.
Junto a esto hay ventajas que también aportan alguna que otra bonificación o defecto, dependiendo de la que se escoja, pero cada vez que llega el momento de implementarlas aparece el aviso en pantalla de que lo que hayas se quedará establecido para siempre. Desde luego, un nivel de personalización máximo para que el personaje sea el que prefiere cada uno, al igual que también se puede alterar ciertos aspectos de los acompañantes que te pueden acompañar durante las misiones, para que sus talentos sean unos u otros.
Por lo que todo esto es tan determinante se debe a que por los escenarios es habitual encontrarte con puertas que están bloqueadas, puestos de fabricación, pizarras con anotaciones y dibujos, etc. Una serie de elementos con los que solo se puede interactuar si has escogido los talentos adecuados para cada situación, aunque no hay de qué preocuparse, porque tampoco es que sea obligatorio especializarse en unos u otros, dado que el juego ha pensado en todo para que no te quedes atascado.
Una libertad sin igual, aunque no bien equilibrada
El componente argumental de The Outer Worlds 2 es altísimo, con una larga lista de personajes con los que puedes hablar y documentos que puedes leer en las máquinas que hay repartidas por las ciudades e instalaciones de cada zona. A nivel narrativo es uno de los títulos más excepcionales del año sin ninguna duda por cómo se van desarrollando los acontecimientos, las alianzas y traiciones que se pueden generar, los conflictos que pueden surgir y, sobre todo, por cómo todo va pillando forma en base a tus acciones.
Siempre tendrás una misión principal para llevar a cabo que estará acompañada por otras tareas enfocadas a tus acompañantes, otras de coleccionables que hay que localizar y tampoco faltarán las misiones secundarias. Desde cierto punto de vista, estas últimas, por muy opcionales que puedan ser, lo cierto es que a la larga te acabas dando cuenta que son tan relevantes como las principales, aparte de por sus tramas, por todo lo que puedes conseguir gracias a ellas.
Supongamos que te tienes que colar en una base. Puedes hacerlo directamente de frente en plan Rambo mientras te lías a tiros o puedes buscar un rodeo para colarte sin que nadie te descubra. Asimismo, puedes intentar obtener objetos que te ayuden con este trabajo si has echado un cable a otros personajes, a lo que se suma el recurrir a habilidades que sean de gran ayuda para atravesar ciertas partes del escenario. Por posibilidades no será y nunca habrá una manera que sea mejor que otra, porque ahí depende de la forma de jugar y del nivel de desafío que desee alcanzar cada uno.
En cambio, sí que considero que hay misiones que no están lo suficientemente equilibradas en el sentido de que hay talentos que he comprobado que con el tiempo se acaban volviendo más vitales que otros, lo que también implica que habrá momentos en los que es fácil pasarlo realmente mal si no los has seleccionado previamente. Y como no puedes dar marcha atrás con tus elecciones al personalizar al personaje, no te queda más remedio que asumirlo y buscarte las habichuelas como buenamente puedas.
En Vida Extra
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Aun así, me ha parecido brillante cómo Obsidian Entertainment ha pensado en todo para que sea imposible que te quedes bloqueado. Siempre hay una solución para todo o algún método o camino alternativo por el que te puedes decantar, ya sea porque prefieres ser alguien pacífico, un busca broncas, alguien que se cuela sigilosamente en todos lados, un héroe con las manos muy largas que se dedica a robar de todo o un amante de la acción, sobre la que hay que admitir que alcanza unos niveles muy altos e impresionantes.
Los combates en los que me he visto envuelto son bastante emocionantes, pudiendo sacar partido de un amplio repertorio de accesorios en forma de armas de fuego, cuerpo a cuerpo, granadas y otros artilugios para ralentizar el tiempo brevemente o para cubrir de un líquido corrosivo a los enemigos. Eso sí, como también sucede con las misiones, la dificultad que alcanzan algunos segmentos de la aventura es como una montaña rusa, pasando de momentos en los que pareces invencible a morir en apenas un par de segundos, lo que te hace replantearte que igual debes pensar en un plan B.
Y, como no podía ser de otra manera, ha regresado la posibilidad de que puedas matar a todo el mundo. Sí, no es ninguna exageración, porque uno de los pilares más básicos y especiales del anterior juego está de vuelta, así que no penséis que por el hecho de cruzaros con un personaje que parece clave para la historia no podréis asesinarlo, porque efectivamente podréis acabar con su vida perfectamente. Claro está, no es lo mismo liquidar a un civil común o un personaje secundario que a uno principal.
Por curiosidad, lo quise probar. Tras grabar previamente la partida, que tampoco quería cometer un conflicto galáctico irremediable, el juego te advierte que el matar a personajes tan esenciales provocará que el argumento cambie radicalmente y que ciertas facciones te pongan una diana en la cabeza que no te podrás quitar jamás hasta el fin de tus días. Lo lógico sería rechazar algo así, pero la opción está ahí para los que busquen un desafío sin igual.
En resumidas cuentas, si la lías, las vas a pasar puñetas para salir con vida del destino tan polémico que te has trazado. Por el contrario, si vas más en plan héroe para quedar bien con todo el mundo, es probable que el viaje resulte más cómodo, pero eso no va a evitar que haya misiones más enrevesadas que otras y que os obliguen a examinar al dedillo todas las cartas que hay sobre la mesa antes de decantaros por una. Solo puedo dar las gracias a Obsidian Entertainment por permitirme vivir una aventura en la que he sentido que cada capítulo lo he ido escribiendo yo como mejor me ha ido pareciendo, dejándome con ganas de rejugarlo todo modificando las decisiones solo por ver los cambios.
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La noticia Pocas veces un RPG me ha dado una libertad tan abismal como The Outer Worlds 2, donde te mereces cada hostia que te comes por bobo fue publicada originalmente en Vida Extra por Sergio Cejas (Beld) .
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