Noticia Poemarios recomendados para los que no leen poesía

poesía.jpg



Os ofrezco una lista con siete obras de poesía recomendada para aquellos que no suelen leerla. Y seguro que los que sí lo hacen también la disfrutarán.


La poesía es el género literario al que se le presta menos atención en la actualidad, junto con el teatro como lectura. Lejos quedan los tiempos en que se atendía a los grandes poetas decimonónicos, si es que alguna vez fue así; hoy, con una profusión seguramente mucho mayor que la de la época del mediocre teatro mayoritario, la reina indiscutible es la narrativa, seguida a leguas por el ensayo. Y en este panorama, quizá convenga recomendar algunas obras líricas o en verso para recordar que la poesía sigue existiendo; pero como no resulta ninguna tontada la consabida certeza de que “son malos tiempos para la lírica”, lo mejor es curarse en salud y recurrir también a la seguridad de los clásicos para intentar despertar el gusanillo de consumir poesía en aquellos a los que ni siquiera se les había pasado por la cabeza hacerlo.

Ilíada, atribuida a Homero (siglo VIII a. C.)


No es preciso empezar por este gran poema épico que cuenta un episodio de la Guerra de Troya, la cólera de Aquiles, “el de los pies ligeros”, pero es del que toca hablar, cronológicamente. ¿Y quién ha dicho que la poesía es solo o en su mayoría sentimental? Las batallas y los elocuentes discursos que tienen lugar durante este capítulo del asedio a la ciudad amurallada no son menos poéticos que los versos íntimos. En ocasiones pueden antojársenos algo abrumadores, pero siguen siendo una maravilla literaria después de casi tres milenios. Eso sí, debo aclarar que resulta imprescindible leer la Ilíada en la traducción castellana de Luis Segalá, un prodigio inmejorable pese a la prosificación, hecho que, además, facilitará la lectura a los que no están habituados a la poética.

Rimas, de Gustavo Adolfo Bécquer (hacia 1867)


Es probable que ya leyeseis unos cuantos de estos poemas durante vuestros estudios no universitarios, pero es posible que estéis de acuerdo conmigo en que las lecturas no académicas se disfrutan más. Bécquer, un misógino posromántico que ni siquiera se apellidaba así, interiorizó el espíritu del Romanticismo y le aportó un atisbo de las posteriores vanguardias. Sus Rimas son de una hermosura tan accesible que a ello debe su popularidad, lo que de ningún modo las desmerece.

pablo_neruda_matilde_urrutia.jpg

Pablo Neruda y Matilde Urrutia


Veinte poemas de amor y una canción desesperada, de Pablo Neruda (1924)


En unos años hará un siglo que esta obra vanguardista del más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma, según Gabriel García Márquez, lleva enamorando a los lectores que han tenido el buen gusto de acercarse a ella. Porque pocos han expresado con tal esmero y singularidad los poliédricos recovecos del sentimiento amoroso y su tristeza.

Poemas de amor y de guerra, de Miguel Hernández (1932-1939)


La edición de la obra del famoso poeta combatiente con este título es una magnífica selección de sus poesías, en la que podemos descubrir tanto la dulzura apasionada con sus seres queridos como el poderío de su compromiso social, poesías de las que el también poeta Octavio Paz escribió, tras oírle recitarlas: “A través de los versos (…), como a través de una cortina de luz lujosa, se oía mugir y gemir, se oía agonizar a un animal tierno y poderoso, un toro quizá, muerto en la tarde, alzando los ojos asombrados hacia unos impasibles espectadores de humo”. Leyéndole podemos hacer nuestro particular homenaje a otra de las víctimas de esos individuos que no respetan la libertad ni la vida del que piensa de manera diferente, y mucho menos si sus palabras tienen la fuerza de las del irrepetible Miguel Hernández.

Con la inmensa mayoría, de Blas de Otero (1955-1960)


“Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre / aquel que amó, vivió, murió por dentro / y un buen día bajó a la calle: entonces / comprendió: y rompió todos sus versos”. Así comienza Pido la paz y la palabra, el primero de los dos poemarios incluidos en este volumen; el otro es En castellano, y si es difícil que la llaneza y la sobria humanidad con que se expresa Otero no le ganen a uno, casi imposible resulta no rendírsele al comprobar esta muestra de cómo cantó a la democracia española durante los casi cuarenta años que duró la bota que la había pisoteado.

francisco_umbral.jpg

Francisco Umbral - Asia Martín


Mortal y rosa, de Francisco Umbral (1975)


Quizá os sorprenda que haya incluido este libro en una selección de poesía, pero se trata de una obra tan libérrima y tan inclasificable que hasta el propio Umbral cambió de opinión acerca de lo que era, y una vez dijo que la consideraba un poema en prosa, así que valga mi elección. Además, los géneros literarios solo son corsés para tratar de clasificar y comprender superficialmente la literatura. Porque basta leer Mortal y rosa para ver que con esta novela mínima, o este ensayo turbio o esta prosa poética es inútil cualquier encasillamiento.

El hundimiento del Titanic, de Hans Magnus Enzensberger (1978)


Y el último de esta selección es el poemario más desconocido y no por ello menos interesante: la tragedia del famoso transatlántico versificada sin aparente orden ni concierto, un análisis anárquico e inesperado en verso libre del mundo contemporáneo, de la conducta de Occidente sintetizada en lo que dura la catástrofe naval. Fue leer los versos: “El iceberg avanza hacia nosotros / inexorablemente”, y de inmediato me conquistó con su sencilla elocuencia. La misma con las que espero que esta obra y las de más arriba os cautiven a vosotros.

mf.gif







a2t.img
KuBawt609iM


Continúar leyendo...