Noticia Por qué amamos, pero secreatemente odiamos, Twitter

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Twitter es una plataforma importantísima para millones de usuarios todos los días. La relación de amor-odio con el pájaro azul está aquí para quedarse.


Twitter llegó al mundo en marzo de 2006 en beta, y pocos meses después se abrió para todo el mundo. Lo que empezó como una forma rápida de compartir por SMS lo que estabas haciendo con tus amigos, acabó influyendo en la forma en el mundo se informa y comparte la información.

Twitter está pasando por una época turbulenta, seguramente la peor en su historia, con las acciones en mínimos y perdiendo usuarios, busca cómo dar un giro de estrategia que cambie la tendencia. Aún así, hay millones de personas para los que Twitter sigue siendo su alfa y su omega, imprescindible e irremplazable… ¿por qué?

Nos levantamos y lo primero que hacemos es estirar la mano, agarrar nuestro smartphone y mirar Twitter. Cuando nos vamos a la cama, cerramos los ojos poco después de mirar nuestro timeline por última vez ese día.

Estamos obsesionados con Twitter. Estamos enamorados de la plataforma. Nos permite tener una visión sin filtrar del mundo, o que al menos los filtros los establezcamos nosotros. Sin adulterar. Nos permite estar al tanto de lo que hacen nuestros amigos, los deportistas que admiramos, los famosos que odiamos, de los resultados deportivos, de lo más candente en los medios de comunicación, de los acontecimientos que se están cambiando un país en la otra punta del globo.

Twitter es un superponer que nos permite estar al tanto de todo lo que ocurre en el mundo. Una revolución tan grande como Google o Wikipedia

Crea una ventana tan grande como la queramos hacer, un telescopio potente con el que ver lo más lejano, y un microscopio tan agudo con el que analizar lo que nos rodea.

Twitter nos proporciona el superponer de poder estar e investigar todo lo que queramos en la actualidad. Su creación supuso, para muchos, algo tan importante como la aparición de Google o la propia web.

Por qué odiamos Twitter


Pero no todo es amor. Twitter es una increíblemente mala plataforma gestionando el abuso, el acoso y los insultos. Ellos mismos lo han reconocido. Twitter permite la explosión de mensajes sin importar su veracidad o daño causado, y se establece como injustamente neutral en estos casos.

Odio y Twitter han llegado a ser casi sinónimos.

Incluso rozando la complicidad no implementando mejores medidas de protección activa, y con una pasividad increíble —compartida con otros grandes como YouTube o Facebook en este caso— sobre la detección de qué es acoso y qué no, limpiándose las manos al no encontrar casos flagrantes de insulto y acoso. Medidas como la creación de herramientas para que no te puedan seguir cuentas sin verificar, o cuentas recién creadas, etc. Recordemos que Twitter tardó casi dos años en lidiar con el uso de ISIS de su plataforma.

Alguien definió una vez Twitter como un algoritmo de compresión con pérdidas. Puedes comprimir un mensaje complejo en un tweet, pero cada lector lo descomprimirá como quiera, dando lugar a confusión, malentendidos, sarcasmo y en el peor de los casos, odio. Odio y Twitter han llegado a ser casi sinónimos.

Twitter es peor aún en cuanto a la creación de cámaras de resonancia que nos permiten mantener burbujas de opinión homogénea donde se da pie al pensamiento único. La inclusión del algoritmo como método principal para ordenar lo que vemos es un paso más en esta dirección. Pero aún así, seguiremos volviendo. Todas las mañanas recién levantados, y todas las noches antes de acostarnos. Volveremos, hasta que un día dejemos de volver.

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