Noticia Por qué no importa que la película no sea igual al libro

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Al adaptar una obra a una película, puede que el producto final sea muy diferente, así que ¿ acaso importa que la película no sea igual al libro?


Harry Potter, Crepúsculo, El juego de Ender, Los Juegos del Hambre, Juego de Tronos y el Señor de los Anillos son algunos ejemplos del esfuerzo de las empresas cinematográficas por llevar al cine y la televisión las historias que han sido contadas en la literatura, pero como cualquier fanático de estas sagas suele notar, las películas y las series se toman libertades poéticas: quitan o añaden personajes, cambian escenas, reinterpretan la historia, y presentan un producto, a veces similar o a veces muy distinto al de la fuente original, pero, ¿Por qué pasa esto? y ¿Qué tan terrible es cuando pasa?

Hay muchas maneras de contar una historia, eso no es secreto para nadie, desde los maestros cuentas cuentos como Homero y Herodoto, pasando por la pluma de un Borges y llegando a las explosivas escenas de Michael Bay, nuestra civilización cuenta con un sinfín de formas de expresión como la literatura, la poesía, la escultura, la música, la cinematografía, el teatro y la oratoria; cada una de ellas nos envuelve como espectadores de una manera particular, abordan nuestros sentidos de formas distintas.

La forma de contar una historia y el medio en que es contada


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Los medios tienen limitaciones y restricciones que cambian y reformulan la forma en que una historia es contada. Por ejemplo, es mucho más difícil describir una escena de acción al más puro estilo de Matrix que mostrarla en la pantalla (eso no significa que algunos autores no lo hayan logrado). Por otro lado, el tiempo de duración de una cinta obliga al equipo de producción a compactar la narrativa, reduciéndola a las escenas esenciales que deben ocurrir para que la historia llegue a su clímax.

El tiempo de un libro es personal, el lector aborda el texto a su ritmo, hojeando las partes que encuentra monótonas y leyendo al detalle las partes fascinantes, en la cinematografía el tiempo le pertenece al director, quien decide en que momentos presionar el acelerador de la trama y en qué momentos ponerle el freno.

La literatura y la cinematografía son medios de expresión distintos, con idiosincrasias que cambian la naturaleza de la historia contada dependiendo del medio.

A su vez, las películas basadas en libros son una reinterpretación de una narrativa que ha pasado por las manos de todo un equipo de producción, de modo que, cuando se lleva una escena del libro a la pantalla grande el director tiene que preguntarse: ¿Se verá bien la escena?, ¿En qué momento es adecuado colocarla?, ¿Tenemos el acompañamiento musical apropiado?, mientras que el productor se tiene que preguntar: ¿Es esta escena atractiva para la audiencia objetivo?, ¿Cuántos actores requerirá?, ¿Cuánto tiempo llevaría filmarla?, todas estas preguntas comienzan a introducir cambios que reconfiguran la obra original y le da un nuevo sentido, que puede resonar o no con el espectador/lector.

Finalmente, un tercer tema es el de presupuesto y el retorno de inversión, el autor de un libro tiene un límite de número de páginas que puede escribir, pero un presupuesto infinito para colocar en ellas lo que se le venga en gana, esa es una libertad con la que no cuentan los productores de cine, cada segundo de escena filmada representa un costo que en algunos casos puede resultar estratosférico. Por ejemplo, las tres películas de El Hobbit tuvieron un presupuesto total de $750.000.000 y Juego de Tronos tiene un costo promedio de cuatro millones de Euros por capítulo. Aunado a esto, a nadie le gusta perder dinero.

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Un libro es comparativamente más barato de producir, y por lo tanto requiere de una menor cantidad de ventas para generar ganancias, un filme de alto presupuesto por otro lado, requiere de un consumo masivo para generar ingresos, eso significa que la película debe apelar a las sensibilidades de una población mucho más grande. Es así como el encuentro de Bilbo con el dragón en El Hobbit se termina convirtiendo en una compleja escena de acción digna de The Avengers, la escena es una propuesta atractiva para los gustos modernos (no lo digo yo, solo miren la lista de las 10 películas más taquilleras, 7 de las 10 son películas de acción), entonces, como inversionista la pregunta termina siendo ¿me atrevo a invertir millones de dólares en una película distinta que puede o no tener éxito, o me voy por lo seguro?.

¿Pero al final del día, que tan malo puede ser?


Como dice el filósofo Hans-Georg Gadamerel texto nunca se agota”. Con esto quiero decir que una historia puede ser contada de mil y un formas distintas, y siempre va a haber una nueva manera de poder volver a contarla. Esto no significa que todas las maneras tengan que gustarnos, pero, la forma en que yo me aproximo a una historia no es la misma forma en la que se aproxima la persona que está a mi lado, quizás lo que para mí es una abominación (nuevamente, la escena del Dragón en el Hobbit), para otro es la razón por la que adora la película.

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Creo que lo que tenemos que aprender es cómo aceptar que las particularidades de cada medio van a conducir a productos radicalmente distintos, y que ese producto a su vez va a tocar las sensibilidades de distintas audiencias. Ahora, es claro que algunas adaptaciones a la pantalla grande a veces parecen hechas descuidadamente para tratar de aprovechar la popularidad de una marca, y en ese sentido la película posiblemente fracasará, pero no por ser una adaptación pobre, sino por ser una mala película, y aun así, alguien en algún lugar del mundo, la verá y le gustará; y desde mi perspectiva, eso es bueno, porque al final del día esa persona se está exponiendo a algo nuevo.

Lo ideal, es que cuando veamos el tráiler de una película basada en uno de nuestros libros favoritos hagamos consciencia de que no es una adaptación fiel, sino “otra forma de contar la historia”, o que es un producto “inspirado en” otra obra; a veces el director estará en sintonía con nosotros y el producto final será tal cual como lo imaginamos, en otros casos la diferencia es tan marcada que quedamos con un mal sabor de boca, pero lo bueno de todo esto, es que ese mundo que hemos construido en nuestro imaginario nos pertenece, y no cambiara porque otro haya interpretado la trama de manera distinta. O tal vez si suceda, y nuestra historia se verá enriquecida por esa nueva visión.

Por supuesto que podemos establecer comparaciones. ¿A quien no le gusta discutir por tal o cual cambio?, pero siempre teniendo en cuenta que estamos comparando peras y perros. Ambos son biológicos y comienzan por “pe”, pero vienen de lugares distintos y cumplen funciones distintas, eso no significa que yo no pueda disfrutar comiéndome una pera mientras acaricio a mi perro; desde esta perspectiva no importa que la película no sea igual al libro.

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