
La diferencia para Apple no es mucha descontando impuestos y la tasa de cambio, pero el precio final que paga el consumidor sigue siendo muy superior.
No falla. Cada lanzamiento de un producto de tecnología de consumo esperado a nivel mundial, empiezan los gritos de que nos están timando con el cambio entre el euro y el dólar. La regla del “1 euro = 1 dólar” lleva tiempo establecida en las mentes de muchos, esté el euro a 1,45 dólares o a 1,04 dólares.
España y Estados Unidos tienen sistemas impositivos distintos —novedad, gestos sorpresa, desmayos en la sala—. En cuanto a venta minorista se refiere, España tiene un impuesto de valor añadido aplicado a nivel nacional, y Estados Unidos tiene un sistema de impuestos sobre las ventas que permite a las ciudades y estados aplicar un porcentaje propio. La media en el territorio estadounidense es aproximadamente un 8%. En España un 21%.
The Big iPhone Index
Vamos a analizar esta tendencia revisando como ejemplo uno de los casos de tecnología de consumo más populares y establecidos: el precio del iPhone.

El iPhone lleva 9 años en el mercado, y desde 2010 su último modelo lleva vendiéndose en Estados Unidos desde 649 dólares en su versión más básica. Sumado el “sales tax” medio al consumidor final le supone un desembolso de 701 dólares.
Un "euro débil" ha encarecido los los productos de tecnología de consumo en Europa durante los últimos años.
En España el IVA ha ido evolucionando. Hasta 2009 era del 16%, del 18% hasta 2012, y de un 21% desde entonces. El otro factor que influye de gran manera en la deriva del precio del iPhone en España es el cambio de moneda. Las medidas del Banco Central Europeo y la Reserva Federal han sido los principales artífices de grandes variaciones recientes en el valor de ambas monedas. El Euro tocaba los 1,46 dólares en 2011. Menos de cuatro años después bajó hasta los 1,04 dólares.
No mires a Apple
Aplicando la tasa de intercambio media del año, un sistema similar al que utilizan las compañías como Apple a la hora de pronosticar cómo se moverán las monedas durante los próximos trimestres y establecer un precio de venta. Es más complejo que esto, pero simplificaremos por el bien del ejercicio.

Cuando aplicamos las tasas de conversión a los precios del mismo modelo de iPhone en el año de lanzamiento correspondiente, vemos como la tasa media de intercambio no elimina toda la diferencia del coste. Descontando el cambio de moneda y los impuestos, un iPhone 7 le sale al consumidor de Barcelona 140 euros más caro que al de Nueva York.

Pero para Apple la diferencia no es tanta, unos 53 dólares con el nuevo modelo. Tampoco está claro que esa cantidad sean un beneficio para Apple, pues habría que valorar otros factores que hemos dejado fuera. La realidad es que aunque Apple redujese ese margen a cero, un iPhone seguiría costando 90€ más caro para un español que para un estadounidense. Una variable que se ha ido manteniendo estable, y que está fuera del control de cualquier compañía de tecnología de consumo.
La diferencia de precio antes de impuestos existe, pero es muy baja (50-60 dólares) y se mantiene estática
Donde también podemos ver que Apple no es la que marca la diferencia del precio es cuando damos comparamos con el iPhone más caro del momento. Un iPhone 7 Plus de 256 GB de almacenamiento. Los 969 dólares antes de impuestos de Estados Unidos se convierten en en 1040 dólares antes de impuestos en España, no llega a 65 dólares de diferencia. El iPhone más caro aumenta un 50% su precio, pero el margen antes de impuestos solo un 20%, unos 10 dólares.
Todos los iPhone vienen del mismo sitio, Shenzhen, los costes asociados al transporte serían similares en España que en Estados Unidos. Que la diferencia se mantenga casi estática independientemente del precio de venta del modelo parece indicar que estos 50-60 dólares que se pagan extra en España tiene que ver más con costes derivados de la distribución física. El resto son impuestos.
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