El hype se ha convertido en un arma de doble filo.
Hace unos días, El País titulaba "GoPro se desploma" para hablar de la desaceleración de ventas y beneficios que está sufriendo GoPro. En ese artículo se apuntaba como causas principales a la dificultad para continuar vendiendo nuevos modelos, a la competencia integrada en "teléfonos de Samsung y Apple" (en desacuerdo con esto), y a nuevos competidores como Sony y Xiaomi. Fortune apuntaba a lo mismo titulando "¿Por qué GoPro ha tenido un trimestre horrible?", analizando las bajas ventas que apuntó Wall Street Journal.
Bueno, hay algunas causas bastante concretas para explicar este bache.
Una GoPro no es un smartphone, y su ciclo de renovación tampoco. Mientras que un smartphone se renueva en promedio cada dos años, algo menos en el caso de early adopters, una GoPro dura bastante más y es más difícil encontrar un motivo para reemplazarla. Es algo parecido a lo que le ocurre a los iPad: ¿para qué renovar algo que funciona aceptablemente bien y no es precisamente barato?
Xiaomi Yi. Una cámara que cuesta menos de 80 euros en Amazon y responde lo suficientemente bien en comparación con el precio de las GoPro. No es la única competidora, pero sí quien condensa un precio atractivo y una distribución amplia junto a una marca cada vez más reconocida.
Y sobre todo...
El factor hype
GoPro no vende cámaras de acción sin más. Si lo hiciera, habría vendido una fracción de las cámaras que ha vendido. GoPro se sustenta casi por completo en el marketing de hype. No te vende la cámara, te vende la promesa de lo que podrás hacer con ella, y por supuesto, la posibilidad de mostrárselo al mundo en Facebook, YouTube o Instagram.
GoPro cobra por tu ilusión. La ilusión de que con ella consigas comenzar a abandonar tu predecible vida y comiences a abrazar los deportes de riesgo y aventura. Como el que cree que por apuntarse a un gimnasio ya tiene el futuro de su forma física prácticamente resuelto. En realidad hace falta bastante más, y debería ser una consecuencia, no una causa. Es decir: apuntarse al gimnasio para ponerse en forma debería ser la consecuencia de una firme voluntad de mejorar nuestros hábitos. Igualmente, comprar una GoPro debería ser la consecuencia de querer capturar momentos que ya vivimos, y no creer que gracias a tenerla vamos a cambiar radicalmente nuestra existencia.
Por tener una GoPro, no vamos a conseguir esto.
El problema es que durante los últimos años se ha creído que sí. Hoy, con muchas de ellas cogiendo polvo en la estantería o sin batería en un cajón, se empieza a asumir que tal vez no fuera así, que acabar con la GoPro para hacerse selfies en la calle y poco más, no sale a cuenta.
Reducirlo al extremo gráfico es sencillo. Ahí va.
Expectativas
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Realidad
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Al menos siempre nos quedará el mejor uso de una GoPro de la historia. El trombón.
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