Los pagos móviles son un modelo en movimiento y en busca de definición, algo que dificulta su implantación masiva.
Las lista de sistemas de pagos móviles que tienen anunciada la llegada a España crece cada mes. De los grandes, ni Apple Pay ni Android Pay han desembarcado todavía, y eso que son servicios que se anunciaron con bombo y platillo. Las opciones de las operadoras han visto un intento tímido en el mercado, y eso que en conjunto, son las más convergente respecto a mezclar tarjetas de créditos con otros servicios como PayPal -que tiene licencia bancaria-.
Los bancos todavía están desarrollando su alternativa conjunta y los fabricantes de terminales como Samsung, han entrado haciendo mucho ruido pero casi sin alternativas: solo funciona con una entidad -aunque han anunciado más- y la lista de establecimientos que los soportan todavía está en desarrollo. No es una cuestión regulatoria, puesto que en parte todavía no hay la legislación específica que limite o amplíe las garantías de este tipo de pagos.
El problema no es tanto regulatorio, y tampoco lo es de competencia bancaria que frene la implementación de servicios TPP (Third Party Providers), conocidas como fintech. Al final son compañías que corren sobre infraestructura de bancos al mismo tiempo que compiten con las soluciones de estos últimos. Básicamente, los motivos de que las soluciones de pagos móviles tarden tanto en llegar a España se debe a dos razones principales.
La primera, no se ha encontrado una estandarización de la plataforma básica sobre la que tienen que correr las plataformas de pagos. La tendencia de los grandes es promover el pago móvil a través de un sistema de virtualización de tarjetas de crédito o débito basadas en el estándar HCE (Host Card Emulation) que se combina con el NFC como sistema de transacción y contacto. En este caso, y como ya comentamos, realmente el método de pago sigue siendo la tarjeta bancaria, no hay un cambio en el modelo, es simplemente una capa más que se añade.
Apertura a los servicios de pagos de terceros
Esto supone que las TPP (Third Party Providers) que quieren lanzar servicios de pagos móviles necesitan por un lado negociar con las compañías de tarjetas de crédito para incluir la compatibilidad son sus sistemas de pago y cifrado -entre otras muchas cosas- y por otro con los bancos a través de los cuales se va a mover la infraestructura de los pagos, tanto los emitidos por el usuario como los recibidos por los TPVs de los establecimientos, que además generalmente están asociados a un entidad bancaria diferente al emisor del pago, y varia de un establecimiento a otro.
Básicamente, y dejando de lado los problemas técnicos, los usuarios no han percibido todavía una mejora respecto al pago clásico con tarjeta. Por lo que en muchas ocasiones las estimaciones de penetración a la baja limitan enormemente en lanzamiento de pagos móviles por muchas de entidades bancarias y compañías de pagos. El problema es que el usuario medio no ve ventajas en los sistemas HCE frente al pago general, y la tendencia de adopción no justifica el despliegue masivo de una tecnología cuyo modelo no se ha terminado de definir.
¿Qué salto cualitativo ofrecería un sistema HCE/NFC frente a una tarjeta NFC? Además, ni todas las compañías de tarjetas de crédito usan el mismo estándar, ni todos los servicios de pagos móviles (Apple Pay, Android Pay, Samsung Pay, Vodafone Wallet...) utiliza la misma tecnología compatible entre sí, aunque la base sea HCE.
En España la banca está desarrollando Bizum, un programa de pagos móviles C2C y C2B que además permitirá las trasferencias instantáneas, encabezado por Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell, Popular, Bankia, Liberbank, Banco Cooperativo, BMN y Bankinter y que además utiliza el sistema de Redsy, el provedor español de tarjetas, por lo que está llamado a convertirse, si el público lo adopta, en el estándar de pagos en España.
Y aquí viene la clave del asunto: Bizum ha sido construida sobre la Payments Services Directive (PSD 2) de la UE, es decir, cumple con las especificaciones europeas en materia de nuevo métodos de pago. Esto significa están en consonanacia con uno de los estándar que serán obligatorios a corto plazo en cuanto los estados la implementen en normativa interna. Lógicamente, frente a que esto se convierta en una freno a la competencia y a la apertura de la infraestructura de bancos a los TPP como Apple Pay, la CNMC ya lo ha avisado, por lo que en principio no habría freno a los nuevos. En principio.
El segundo problema es la duda sobre qué tecnología se va a imponer. ¿NFC? Parece ser la solución más sencilla, también la menos interesante. ¿Tecnologías de pago Cloud basadas en la autenticación del teléfono móvil? Complicadas para los comercios locales y más difícil aún para su estandarización en regiones más remotas del tejido comercial en España.
Diferencias de modelos de implementación, de infraestructura, cada compañía haciendo la guerra por separado, la banca protegiendo su modelo y su ¿estándar?, las operadoras buscando su hueco en el mercado haciendo las cosas.. bueno, como las operadoras; y un sistema impuesto que no supone ventajas frente a los tradicionales basados en una tecnología que, paradójicamente, ya incluyen las tarjetas clásicas, están frenando la entrada del pago móvil en España.
Al final, la razón es que los pagos móviles son un modelo en movimiento. No está definido, y cambia cada día. Se calcula que la adopción de una tecnología de forma masiva necesita de diez a veinte años, y aunque con Internet la velocidad de adopción ha aumentado considerablemente, todavía pasará un tiempo para que el modelo se defina, se imponga y se adopte de forma masiva, si es que al final se impone el pago móvil frente a otras soluciones biométricas o cloud.
Pero esto es lo maravilloso, ser partícipes del futuro de las relaciones comerciales y de los pagos; y ayudar, con el uso, a definir el modelo. ¿Y lo mejor de todo? es un sector que está lleno de oportunidades de negocio.
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