Noticia Puedo estar horas criticando Naruto, pero no sé por qué siempre termino con la misma conclusión: es el mejor shonen de todos los tiempos

Puedo estar horas criticando Naruto, pero no sé por qué siempre termino con la misma conclusión: es el mejor shonen de todos los tiempos


Creo que no sorprendo a nadie al decir que Naruto tiene una buena cantidad de fallos en todos los sentidos. Relleno absurdo en la adaptación animada de Pierrot, personajes secundarios que apuntaban muy alto y se quedaron en nada, alargue inexplicable de la serie, animación irregular... y aun así, es el shonen que más cariño le tengo y el que me parece de mayor calidad de todos los que he visto.


Puede que me meta en un fregado diciendo esto, pero para mí esta es la realidad, ya que pocas series como Naruto, sabiendo la cantidad de fallos que tiene, le tenga en tan alta estima. Y muchos seguramente me diréis que le tengo ese cariño porque lo vi cuando era pequeño y el factor nostalgia hace mucho, pero lo cierto es que cuando la vi de verdad y de manera seria fue durante la pandemia.


Es decir, ya era lo suficientemente mayor y había visto el suficiente anime (One Piece ya lo llevaba al día y Dragon Ball estaba más que visto) como para verle las costuras a esta obra que utiliza un tropo quemado detrás de otro para seguir con su historia, pero es que lo hace tan bien que me da igual; estoy dentrísimo del juego de Kishimoto y creo que no soy el único que está.


Creo que, a falta de ver Bleach, Naruto tiene el mejor inicio de todos los shonen que he visto. Ya no solo hablo del primer episodio, que también, sino de los primeros arcos de la serie, ya que, en tan solo 19 capítulos, la serie ya me tenía a lagrimones con el arco de Zabuza y Haku, unos personajes que había conocido apenas cuatro capítulos atrás, pero que, con el gran trabajo de Kishimoto en los personajes, me apuñalaron el corazón sin ningún tipo de pudor.


Pero esto no se queda aquí, ya que después de esto llegó el arco de los exámenes Chunin, donde Kishimoto desplegó lo que para mí es una de sus mejores bazas: los personajes secundarios y las peleas. Personajes como Rock Lee, Gaara, Shikamaru, Choji o incluso Temari desprendían una personalidad apabullante y, si a esto le sumas peleas tremendamente bien coreografiadas y con enorme emoción, tienes un arco que, para mí, es simplemente perfecto, porque además incluye una pelea que, pase el tiempo que pase, la mayoría la considera como una de las mejores peleas de la historia del anime.


Tras esto, es cierto que la serie pierde un poco el rumbo y hay un par de arcos un tanto extraños, pero luego, con el rescate de Sasuke, vuelves a engancharte como un loco, y no puedes parar de zamparte episodios que son de una calidad enorme, con unas peleas que quitan el aliento: la redención de Choji, el regreso de Rock Lee y su técnica del puño borracho, el inolvidable duelo de Naruto y Sasuke en el Valle del Fin.


Y sí, este recorrido estuvo repleto de relleno insoportable, de personajes que acabaron desapareciendo sin razón y de muchas preguntas que nunca recibieron respuestas, pero, a pesar de todo eso, la parte buena es tan buena que, para mí, opaca esos fallos tan claros de historia.

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Naruto

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Aunque he de decir que, una vez llega Shippuden, la cosa cambia: el inicio se hace un poco más pesado, aparecen personajes nuevos un poco sosos y la historia se pierde entre el relleno, pero la esencia sigue ahí y, cuando Kishimoto se quiere poner serio, se pone de verdad.


Y es que, a lo largo de Shippuden, no sé cómo, se desarrolló dentro de mí un cariño enorme por la serie; algo que ni siquiera One Piece, una serie que amo desde lo más profundo de mi corazón, no ha conseguido hasta ahora. Y creo que es un sentimiento que muchos fans de Naruto tienen, que, sin darse cuenta, el alma de Kurama se apodera de ti y te marca como ninguna otra.


Con One Piece he vuelto a ver momentos y me han emocionado, pero con Naruto es otra cosa distinta; es ver algo relacionado con la serie y tener una sonrisa en la cara; es recordar la llegada de Naruto a la Konoha destruida por Pain y ponerse los pelos de punta; es ver la pelea de Maito Gai contra Madara y motivarme como un loco; es escuchar cada opening de la serie y volverme loco, es... Naruto, simple y llanamente.


Porque cuando pienso en verme One Piece o Dragon Ball, solo me canso de pensarlo, pero con Naruto no me ha pasado, ya que la he visto la friolera cantidad de tres veces; no entera como tal, pero sí un buen puñado de capítulos acompañando en el viaje a dos amigos, en tiempos distintos, que aún no la habían visto. Y solo eso dice mucho de lo que significa esta serie, no solo para mí, sino para muchísima gente, porque, al igual que pasa con tu equipo de fútbol, podrás tener muchos animes favoritos y muchos te acompañarán parte de tu vida, pero Naruto siempre va a estar ahí, pase lo que pase.


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