¿Por qué crujen nuestras articulaciones? Aunque conocemos las respuesta, lo cierto es que todavía hay algún misterio rodeando este asunto. Como también otras cuestiones referentes a si es malo o no.
Es un hecho tan natural que pocas personas se paran a pensar en él. Pero aún son menos los capaces de explicar por qué nuestras articulaciones hacen el sonido de "crujido" cuando las estrujamos. Y es que en realidad, aunque sabemos por qué ocurre, existen aún algunos misterios sin resolver en torno a este proceso. También es cierto que, en comparación con otras cuestiones, la literatura científica al respecto es un poco escasa pasa ser una acción mucho más común de lo que parece. Pero vayamos al grano: ¿por qué crujen los nudillos?
Burbujas y tendones
Al retorcer las manos de pronto se escucha un sonido fuerte y claro: un crujido. Algunas personas son auténticas maestras en hacer crujir sus nudillos. Además, esta práctica se utiliza culturalmente en películas y series como una simbología de amenaza y dureza. Y sin embargo, lo que ocurre dentro de la articulación es bastante anodino. El truco está en el líquido sinovial que rodea las articulaciones. Este líquido se encarga de lubricar para evitar que el roce entre los huesos provoque un doloroso y fatal desgaste. El líquido sinovial tiene una composición parecida a la de nuestro plasma, pero es más viscoso. En su interior hay disueltos gases como oxígeno, dióxido de nitrógeno y dióxido de carbono. Ahora, cuando movemos la articulación aumentamos el volumen de la cápsula sinovial, lo que reduce la presión en puntos concretos.
Al disminuir la presión, el gas disuelto sale en forma de burbuja. Es lo que se conoce como cavitación y es un proceso parecido (valga lo tosco del ejemplo) a lo que ocurre con una botella de refresco. Al abrirla el gas trata de escapar. Sin embargo, cuando la articulación vuelve a su sitio, la burbuja no tiene más remedio que estallar por la falta de espacio. Este es el sonido que escuchamos. Una vez que el gas estalla necesita de varios minutos (entre 20 y 30) para volver a disolverse adecuadamente en el líquido sinovial. Por otra parte, parece que el roce de los tendones, huesos y cartílagos podrían estar también implicados, pero en menor medida. Ahora, ¿por qué suena tan fuerte el estallido de una burbuja? Bueno, ese es el verdadero misterio.
¿Es malo hacer crujir los huesos?
Como imaginaréis, el resto de huesos crujen por razones idénticas a la de nuestros nudillos. Lo que nos lleva a la siguiente cuestión: ¿existe algún peligro en el hecho de crujir nuestras articulaciones? Existe una leyenda urbana, probablemente creada por el desagradable sonido de crujido, que dice que hacer sonar los nudillos provoca a la larga, problemas en las articulaciones como artritis. Y, aunque hay pocos estudios al respecto, todos apuntan en la misma dirección: esto no es cierto. No. Podemos seguir crujiendo nuestras articulaciones sin problema (en principio).
Lo poco que sabemos sobre este tema es que no es peligroso crujir nuestras articulacionesEl único problema provendría en caso de que con el crujido existiese un movimiento anormal o dolor, en cuyo caso estaríamos ante un problema o patología. Así En 2009 un artículo fue premiado para los IG Nobel, los premios que "primero te hacen reír y luego pensar". En él, el Doctor L. Unger recogía los datos de los últimos 60 años de crujirse a sí mismo los nudillos de una sola mano al menos dos veces al día. El resultado mostraba que no había diferencia entre las dos manos. Otros artículos anteriores analizaban las articulaciones de personas mayores que llevaban toda la vida haciendo crujir sus nudillos.
El resultado no muestra ningún tipo de diferencia entre sus articulaciones y las de personas que no acostumbran a crujir sus nudillos. Aun así, para estar cien por cien seguros, habría que aumentar el número de estudios y pacientes estudiados. No obstante, por ahora podemos crujir sin miedo ninguno nuestras articulaciones. Lo poco que sabemos nos da un margen de seguridad bastante asumible, por mucho que a algunas personas le de un repelús tremendo: crujirse los nudillos no es malo, por mucho que así lo creamos.
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