El Moto G fue el antagonista del Galaxy Ace: en lugar de espantar al público, lo atrajo a las bondades de Android. A día de hoy poco queda de ello, pero ciertos detallitos siguen haciendo a esta marca recomendable.
A lo largo de la historia, no son muchas veces los productos lo que la gente recuerda, si esos productos han tenido profundidad y planteamientos más allá de un momento estático, si esos productos han querido trascender. Este último fue el objetivo de Motorola y Google, y según Javier Lacort, lo consiguieron. No sólo lanzaron un producto sobresaliente en 2013 e incluso usable a día de hoy, marcaron el camino de la gama media-baja y del smartphone en sí para la industria.
Cuatro modelos después y una venta de la compañía después, ¿qué queda de todo eso?
El respeto a la capa
Tras Motoblur, la que probablemente fue la peor capa de personalización de la historia de Android, Motorola, de la mano de Google, tomó la decisión de realizar muy pocas personalizaciones sobre la capa de Android que los de Mountain View entregaban, y de hacerla, sería con añadidos muy útiles, no invasivos y sin pérdida de rendimiento para el usuario.
La "pureza" de Android en los Moto G es su mayor seña de identidad a día de hoy.
En 2017, esa apuesta por la limpieza y el rendimiento continúa, y para la gente que busca terminales parecidos a lo que fueron los Nexus en software, siguen siendo la opción ideal. No hay mejor manera, sin ir a un Google Pixel, de entender la filosofía con la que Google impregna Android. Que esto siga es una gran noticia, pero desgraciadamente para Lenovo, el resto de marcas han conseguido buen rendimiento haciendo personalizaciones profundas, por lo que este aspecto ya no importa al usuario medio.
Un tamaño ¿para todos?
En 2013 la fiebre de las 4.7/5" estaba ya extendida en gama alta, y había llegado también a la gama media. Motorola decidió que el Moto G tenía que ser un terminal completo, eficiente y manejable por un público general con orígenes muy diversos. Sí, la mejor opción era incluir un panel de calidad con mucha nitidez, y en un tamaño que cualquiera pudiera disfrutar sin sentirse incómodo.
El Moto G2, más tarde, subió el tamaño a las 5" mejorando el aprovechamiento del frontal. Aunque se quedaría alguna persona por el camino, 5" era un tamaño que seguía siendo moderado y sin excesos, y se mantuvo otro año más con el Moto G3. El movimiento, o la carencia de él, más que pasar desapercibida era celebrada, como siempre son las "soluciones para todos". Aunque la venta fuera en 2014, hasta 2016 no se dieron cambios en la estrategia, con los nuevos terminales pasando a llamarse "Moto by Lenovo".
Además del nombre, Lenovo renunció a los tamaños contenidos, y se fue a las 5.5" 1080p que, definitivamente, dejaron de ser para todos. El Moto G5 ha vuelto a ese esquema de tamaño, pero sólo porque como su hermano de anterior generación, llega junto a un modelo de mayor gama (y tamaño en este caso) que es el realmente importante.
El Moto G dejó de ser una idea para pasar a ser varias. Y con ello ganó en unos aspectos pero perdió en otro clave: la personalidad.
Unos precios muy contenidos
Otro de los aspectos que hizo grande al Moto G original fue su precio, 179€ libre en un mercado que tras el fin de las subvenciones, estaba deseoso de "precios chollo", y el Moto G lo era. La versión más apetecible, eso sí, fue la de 16 GB, que sumaba 20€ al modelo de 8 GB, quedando en 199€.
El segundo modelo mantuvo exactamente este esquema de precios y capacidades, a lo que unió la misma RAM de 1 GB. Todo ello, en conjunto y pese al brillo, dio por primera vez sensación de racanería. Ese sentimiento aumentó al año siguiente, cuando tras mantener el terminal de entrada con 1 GB de RAM y 8 GB de almacenamiento y un chip que ya tendría que haber llevado el modelo anterior, subía su precio a los 199 euros. El modelo con 2 GB y 16 GB se iba a los 229 euros. Poco a poco, sin ofrecer mucho más, el modelo iba acabando.
Y como con el tamaño, el Moto G4 rompió con la base de los 200 euros. Partiendo de 229 euros, mejoraba a su predecesor en casi todo, pero además del tamaño, el precio también dejaba de ser para todos, sobre todo en el modelo Plus, que "sólo" aportaba lector de huellas y una cámara ligeramente mejor, elementos que a igualdad de potencia y almacenamiento, habrían encajado de sobra en el modelo inferior.
El Moto G5 parece ser un buen terminal, pero de estar solo continuaría el decadente camino de la familia en los últimos años. El Moto G5 Plus probablemente sea, por el contrario, el mejor teléfono del Mobile en su franja de precios, y para Motorola eso es una gran noticia.
Las actualizaciones más rápidas que dejaron de serlo
El Moto X y el Moto G de 2013 sorprendieron por su buen funcionamiento, pero no menos por la celeridad que tuvieron Motorola y Google en el proceso de actualización a Android 4.4 Kit Kat, llegando en el caso del primero antes incluso que para el Nexus 4. Otra lección para todos los fabricantes.
Desde la publicación del código fuente de Android, hasta la llegada de la actualización a los terminales españoles, fechas que se tomará como referencia en todas las actualizaciones, el Moto G 2013 sólo tuvo que esperar 49 días para recibir Kit Kat. El Moto G 2014, por su parte, precisó de 91 días para recibir Lollipop, con cierta excusa por parte de Motorola de que Google había lanzado el sistema con problemas. Sin embargo, con el Moto G3 o Moto G 2015, la tendencia de actualización cada vez más tardías volvía a cumplirse. Pasaron 128 días hasta la recepción de Marshmallow, algo que ya hizo ver que Lenovo se había separado definitivamente del camino marcado por Google.
Con los Moto G4 la cosa no ha hecho sino empeorar, y es que a día de hoy hay muchos usuarios en España que no cuentan con la actualización, tras sucesivos retrasos, lo que sitúa la cifra en 188 días, y contando. Unos Moto G irreconocibles, como cabía esperar.
Todo esto sin contar los plazos que se han ido marcando con segundas y terceras actualizaciones, o incluso los terminales que con plena capacidad para actualizarse han ido dejando de lado.
Autonomía
El Moto G 2013 tuvo, junto al LG G2, la mejor autonomía de su momento. Como usuario intensivo era muy fácil disfrutar en ese sentido viniendo de un Nexus 4. Conseguir 6 horas de pantalla encendida o incluso más eran completamente normal. A partir de ahí el detalle dejó de importar, y a los aumentos de pantalla del Moto G2 no le acompañó uno de batería, por lo que la autonomía se convirtió en normalita con aires de mediocridad. Más tarde ha ido mejorando, pero nunca ha conseguido volver a ser un referente como a día de hoy han conseguido ser el P9 Lite o algún bq.
Conclusiones: decadencia y vuelta a los orígenes
Al repasar la trayectorio, se ve cómo el adiós de Google precipitó que tras unos 2013-2014 esplendorosos, poco a poco Motorola volviese a la irrelevancia. Gracias a la que a día de hoy es su gran apuesta, la capa de personalización cercana a lo puro, la gama mantiene mucho del atractivo, pero ha perdido mucho otro con aumentos de precios (o no aumentos que llegan con especificaciones viejas para el año en que se lanzan), que ya no aventajan en nada a competidores que finalmente sí han aprendido. La calidad fotográfica sigue mejorando año a año, y parece la única adición positiva a un primer terminal que no destacaba por ello.
Queda poco de la excelencia de 2013, pero la renta sigue bastando para recomendar estos terminales
Todo lo demás no tiene ya demasiado que aportar. El diseño se ha quedado muy sobrio, y por ejemplo el aprovechamiento del frontal no ha mejorado, e incluso empeorado en el último modelo con el añadido del lector de huellas en el modelo económico. El poco mimo a las actualizaciones es un auténtico drama para aquellos que un día recomendaban estos terminales por ello, y la pérdida en autonomía también. Temporalmente añadidos como la resistencia al agua del tercer modelo maquillaron especificaciones muy normalitas e incluso rácanas, y de nuevo, sólo apuesta por el software hace que puedan seguir rindiendo muy bien, exceptuando el caso del nuevo Moto G5 Plus.
Pese a lo poco que queda, respondiendo a la pregunta, quien esto escribe sigue recomendándolos casi al nivel de 2014. La competencia es feroz, pero la esencia restante en estos terminales de aquellos gloriosos tiempos, con el software por bandera, y actualizaciones que antes o después llegan, sigue haciendo que sean atractivos. Pese al tono pesimista de la entrada, la llegada del Moto G5 Plus con un Snapdragon 625 por 229 euros es probablemente el mejor movimiento desde el lanzamiento del modelo original.
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