Alejándose del camino fácil, la primera película de Netflix, Beasts of No Nation, busca representar la vida de los niños soldado con Cary Fukunaga tras las cámaras y Abraham Attha e Idris Elba frente a ellasCuando uno se dispone a ver una película como Beasts of No Nation no sabe muy bien qué esperar; hay muchos puntos de vista y enfoques a la hora de tratar una realidad tan peliaguda y dramática como la de los niños soldado y, a nivel cultural, quizá estamos acostumbrados a esperar una representación relativamente light, ya sea por temas comerciales o por simples escrúpulos.
Lo que queda claro es que la primera incursión de Netflix en el mundo del cine no pretende ser un producto para todos los públicos y, queda patente tras terminar el film, se antepone la calidad cinematográfica a cualquier motor mercadotécnico o publicitario. No es una película fácil ni agradable pero sí una obra que merece la pena.
Quizá sea un tanto extraño empezar por algo que debería comentarse al final pero Beasts of No Nation es una buena película. Sobre todo, y vuelvo a ese tipo de puntos que suelen descolocar al encontrarse con proyectos así, es un proyecto fiel a sus ideas, centrado en representar de forma fidedigna lo narrado en el libro del mismo nombre y, por encima de todo, consciente del tremendo peso a sus espaldas que es adentrarse en la vida de los niños soldado, terreno en el que es fácil caer en maquillar una dolorosa realidad. Y el mérito de esta labor de representación está equitativamente repartido: nos encontramos ante esa absoluta revelación que es Abraham Attah, un niño de la calle que en apenas unos meses aprendió a transmitir como pocos, y ante el ya conocido pero igualmente sobresaliente Idris Elba, formando una pareja protagonista que regala escenas impagables y que, en no pocas ocasiones, no necesitan diálogo para que el espectador sepa qué se les pasa por la cabeza.
Pero, tras ellos y tras las cámaras, encontramos a otra de las revelaciones recientes del mundo del cine y la televisión: Cory Joji Fukunaga se confirma aquí como ese gran director (teniendo que lidiar con múltiples problemas durante el rodaje) que nos dejaba ver la primera temporada de True Detective; el japo-italiano, que también ha ejercido como guionista, nos regala una dirección impecable a todos los niveles, en conjunción con un trabajo de fotografía y diseño de producción, que nos zarandea de lado a lado: la angustia, el miedo, el amor, el deber, la obediencia, la incertidumbre, el cansancio. La guerra.
Y ese excelente trabajo tras las cámaras, generando tensión o sosiego a conciencia, es lo que impregna el conjunto de verosimilitud mientras se aleja de un negacionismo en el que es extremedamente sencillo caer en este tipo de propuestas. Beasts of No Nation esconde mucho dentro de sí pero es, por encima de todo, una película incómoda. En ella convergen el desarrollo y evolución de la guerra y el poder mientras las personas, el verdadero núcleo del conjunto, utilizan ambas cosas como modo de anestesia, redención o supervivencia.
Mientras pasaban los títulos de crédito, me veía pensando en las imprescindibles Ciudad de Dios y Apocalpyse Now como dos influencias claras para un trabajo que, pese a sus defectos, debería ser visto por cualquier amante del cine. No será cómodo pero, posiblemente, merezca la pena.
9Beasts of No Nation es una película nacida para incomodar al espectador, para remover conciencias. El espléndido trabajo de dirección e interpretación nos hace sentir partícipes de algo tan cruento y salvaje como una guerra en la que, además, toman parte multitud de niños soldado movidos por el desamparo o la inseguridad. Es un proyecto valiente y crudo en el que todas las piezas funcionan con el mismo objetivo. - El trabajo de dirección es impecable - Idris Elba y Abraham Attah, inconmensurables - Dura y verosimil sin caer en el melodrama barato - La factura técnica, aunando fotografía, diseño de producción y música, raya a un nivel sobresaliente - Ciertos altibajos en el ritmo
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