El reciente brote de legionela ha causado ya tres víctimas mortales. ¿Qué cabe esperar de la enfermedad? ¿Deberíamos preocuparnos? ¿De quién es la culpa? Las preguntas se siguen levantando alrededor.
La legionela se hizo recientemente con una nueva víctima. Una mujer de noventa y cuatro años ingresada en el hospital de Manzanares, en Ciudad Real, fallecía tras la infección, convirtiéndose en la tercera fallecida por culpa de esta epidemia que ya ha afectado a 235 personas. La legionela es una vieja conocida dentro y fuera de los hospitales cuyo brote, en estos momentos, desconcierta a más de un experto en epidemias. ¿Qué está ocurriendo entre las pareces del hospital de Manzanares? ¿Deberíamos preocuparnos? Las voces críticas comienzan a alzarse y, probablemente, no sin razones.
¿De dónde viene la legionela?
La enfermedad conocida como legionela o legionelosis está provocada por una bacteria, la Legionella, género del que existen un gran número de especies. Pero de todas ellas, Legionella pneumophila es la que se lleva la palma ya que es la principal protagonista en la neumonía y las fiebres que afectan a los humanos que la padecen. Esta bacteria crece fácilmente en espacios húmedos, con aguas estancadas y cálidas. Su proliferación es tan sencilla que existen protocolos específicos para limpiar los aparatos de aire acondicionado industriales debido a la legionela. Según los datos recogidos por varios laboratorios, en este caso, la fuente de infección podría ser una fuente ornamental de la estación de autobuses. También se ha identificado un foco en una torre de refrigeración del polígono industrial.
135pixels | Shutterstock
Las bacterias no dejan esporas ni tampoco se transmiten de persona a persona. Sin embargo, sí que son capaces de viajar en las pequeñas gotas de agua del vapor procedente de diversas fuentes. Esto hace que la Legionella llegue a lugares inusitados, como las torres de refrigeración. Una vez allí, el ambiente cálido y húmedo, así como la presencia de otros microorganismos, como diversas especies de amebas, crean un lugar especialmente cómodo para estas bacterias. Con el tiempo, cuando las colonias van creciendo, las bacterias pueden transmitirse por las gotas creadas en el aparato o la fuente. Aunque esto parece difícil, en realidad estamos expuestos a multitud de "sprays" a lo largo del día, lo que resulta un vehículo perfecto para la enfermedad.
Y, ¿qué provoca?
La legionelosis puede resultar "leve" o "severa". En el último caso se conoce como fiebre de los legionarios debido a su turbio pasado (en el cual acababa con la vida de cientos de soldados en las trincheras). Las infecciones leves provocan fiebres y una ligera neumonía que es fácilmente tratable con antibióticos específicos. Sin embargo, en el caso más virulento, cuando se complica, puede provocar una insuficiencia pulmonar aguda, diarrea y dolor muscular. La letalidad de la legionela no pasa del 30% en el peor de los casos aunque normalmente solo ronda el 5%. Pero claro, esto concierne a personas sanas. Los más sensibles a un problema severo son, efectivamente, los más mayores con problemas fisiológicos ya de por sí.
La legionela no se transmite de persona a persona, sino mediante gotitas de agua que flotan en el aireAsí lo hemos visto con estos tres últimos fallecidos por legionela, cuyas edades estaban entre los 70 y los 90 años. En ellos, la complicación pulmonar puede derivar en problemas respiratorios insuperables o en una infección general, que se conoce como sepsis, y que es prácticamente intratable. Precisamente, los más mayores son la principal razón por la cual la legionela produce tanta preocupación entre las autoridades sanitarias. Aunque su contagio no es sencillo y, como hemos dicho, no se transmite de humano a humano, cuando hay una epidemia esta suele afectar a cientos de personas. Esto se debe únicamente al medio de transporte (o vector) de la enfermedad. O, sencillamente, a una negligencia.
Llega la lluvia de críticas
Las voces críticas no han tardado en alzarse. Y es que 235 afectados y tres víctimas no son moco de pavo. Y lo peor de todo es que el asunto aún no ha acabado. "Las enfermedades ocurren", podrían pensar muchos. Pero lo cierto es que la legionela es una enfermedad más que controlada, con fuertes medios de prevención y protocolos estrictos de actuación. Existen diversos decretos, legislación y hasta normas locales (municipales y regionales) dedicadas en exclusiva a la prevención y tratamiento de posibles brotes de legionela. Ante semejante panorama, ¿a quién se le ha escapado esta epidemia? La verdad, sin querer meter el dedo en la llaga, pero parece que alguien no ha hecho sus deberes en materia de desinfección. Esto podría deberse a una negligencia por parte de la empresa de limpieza. Pero, a luz de los focos (la fuente y la torre de refrigeración) parece más bien un descuido por parte de las autoridades.
El problema, además no es solo las víctimas causadas. Una de las críticas que más preocupan es el hecho de permitir que Legionella campe a sus anchas en 235 afectados. Esto produce un contexto perfecto para permitir que mute y cree nuevas resistencias. Especialmente estando en el hospital. Aunque es muy difícil que se convierta en una enfermedad nosocomial, es decir, adquirida en el propio hospital, por su forma de transmisión, cualquier posibilidad por pequeña que resulte es demasiado grande. Aunque no hay razones para preocuparse porque la epidemia siga extendiéndose, en este caso sí habrá que buscar culpables a los que señalar con el dedo. Y es que probablemente la infección podría haberse evitado con las medidas adecuadas.
Continúar leyendo...