Un estudio publicado recientemente apunta a la relación directa entre la creación de piedras en el riñón y el calor por culpa de la deshidratación. Se han analizado más de 60.000 casos a lo largo de 6 años para extraer las conclusiones.
Me gustaría aclarar, antes de seguir con la noticia, mi total desconocimiento en el campo de la medicina y que intentaré contarla lo mejor que pueda. Este tema debe ser tratado con el mayor respeto posible porque no es lo mismo decir que el azúcar en sangre es de 2,5 gr/L (que seguro estoy diciendo una barbaridad) que decir que un móvil tiene una pantalla de 4" cuando en realidad es de 4,5". Dicho esto: un estudio norteamericano apunta a la relación directa entre las altas temperaturas y la creación de las piedras en el riñón.
El estudio se llevó a cabo entre 2005 y 2011
La afirmación puede parecer un sinsentido más propio de algún tabloide de dudosa reputación que de un estudio médico pero las pruebas que hay detrás son bastante sólidas. En concreto, en cinco ciudades norteamericanas el número de casos de piedras renales se ha incrementado en los tres días siguientes a jornadas de intenso calor. Las urbes que se eligieron para realizar el estudio fueron Atlanta, Chicago, Dallas, Los Angeles y Philadelphia, las cuales pueden servir de ejemplos para otros casos.
Lo más interesante del estudio presentado en el "Environmental Health Perspectives" es la proposición de que la deshidratación sufrida por las altas temperaturas incrementa la supersaturación de calcio y ácido úrico en nuestros riñones lo que, a su vez, promueve la formación de piedras en los riñones.
Los 9 componentes del equipo pertenecen a diversas instituciones del ámbito médico
El equipo del doctor Gregory Tasian ha examinado más de 60.000 casos de cálculos renales en las cinco ciudades mencionadas anteriormente para poder realizar tales informaciones. Los redactores de IO9, gracias a los cuales se ha conocido esta noticia, apuntan a la relación entre el calentamiento global y la proliferación de estos casos clínicos. En mi humilde opinión, es una afirmación muy arriesgada ya que el fenómeno sucede a escala global y el estudio ha tenido lugar en un sólo país. Aunque se pudieran extrapolar los datos, deberían llevarse a cabo más estudios para poder asegurar algo así.
Sea como fuere, lo que está claro es algo que llevamos oyendo verano tras verano: beber agua para evitar deshidratarnos. Y ahora con más razón ya que conocemos otra de sus consecuencias.
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