
El concepto es simple y claro, desestructura, es impersonal, el diseño está muy bien logrado, a nivel tecnológico utiliza absolutamente todos los recursos gráficos de última tecnología 3D para dar una de las experiencias de juego más fluidas y concretas de todos los tiempos.
El juego es literalmente un viaje en línea recta, en el que nos encontraremos con obstáculos de todo tipo, todo se desarrolla en una dimensión mística perfectamente musicalizada. El movimiento unido con la música. El objetivo es destrozar todo lo que esté en tu camino, al tocar la pantalla lanzas esferas metálicas y todos los puntos objetivo son de cristal.
El juego como experiencia requiere de destreza, concetración y un buen rítmo para poder hacer que tu viaje llegue a su final, el destino está lejos, pero nada es imposible.
La dimensión futurista está tan acorde a la música que el juego no tiene un solo error teórico ni práctico, cada objeto se mueve diferente dependiendo de la melodía, cada nivel es un clima muy diferente y estamos hablando de más de 50 salas con 11 estilos que combinarán todo tipo de obstáculos impulsados por física realista.
El juego no deja de sorprender y nunca cansa iniciarlo una y otra vez. En el primer nivel se plantea el funcionamiento, cada vez que se rompe una pirámide con una esfera se ganan 3 esferas.
Por lo que hay que combinar la destreza con una economía de esferas que nunca tiene que llegar a cero. El problema es que al chocar con una compuerta u obstáculo se pierden 10 esferas, hay que tener mucha puntería y entender que es preferible tirar hasta 9 esferas a un obstáculo gigante antes que chocar con el y perder 10.
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