Los chicos de Pixelnest aúnan lo clásico y contemporáneo en Steredenn, un estupendo juego de naves salpicado por mecánicas de roguelike
Los shoot em up y los roguelike son géneros que comparten ciertas similitudes pese a que, sobre el papel, su concepto es alejado. Ambos reciben atención y son jugados por un tipo de jugador muy dedicado, muy dado a repetir, repetir y repetir hasta masterizar cada arma y cada power-up encontrado en cada recoveco de cada nivel. También son, en su mayoría, jugadores lo suficientemente pacientes como para no desesperar tras morir entre millones de proyectiles
De hecho, si uno se para a pensar, la mezcla de uno y otro termina siendo hasta lógica e incluso necesaria, sobre todo en lo tocante a revitalizar un género, el de los shmup, en horas bajadas (pese a excepciones recientes como Resogun o Luftrausers). Y ahí, entre otros contendientes que han visto la luz en los últimos meses, Steredenn puede ocupar un puesto privilegiado.
¿Gradius y The Binding of Isaac? Steredenn es lo más parecido a esa mezcla
Hablamos del trabajo de los chicos de Pixelnest Studio, claros devotos de las naves y los bullet hell, que han decidido salpicar el que fuera uno de los primeros géneros de la industria con mecánicas de otro, los roguelike, en alza en el videojuego actual.
Lo primero que entra por los ojos es un impecable trabajo de pixel-art que, lejos de intentar jugar, de forma fácil y recurrente, la carta nostálgica, sabe dotar de valor una estética que convence y funciona a la perfección. El trabajo en cada nave, cada enemigo , cada explosión y, también, cada fondo, es ejemplar, resultando en un conjunto visual muy llamativo.
Pero, evidentemente, la enjundia está en lo jugable. Steredenn es un shmup horizontal en el que, igual que en clásicos históricos como R-Type o Gradius, vamos avanzando por distintas pantallas o “secciones espaciales” en las que ir acabando con distintos enemigos. Aquí llega la primera salpicadura del género roguelike, haciéndonos recorrer zonas muy parecidas en un orden semejante pero repletas de enemigos, por tipo y cantidad, aleatorios. Al acabar un sector llegaremos a un jefe final que, de nuevo, será aleatorio en cuanto a mecánicas pese a que se pueden encontrar ciertos patrones de diseño semejantes.
La música, sumamente frenética, ayuda a meterse en la acción
Así, cuando acabemos con estos jefes (no son nada fáciles, os lo aseguro) podremos elegir una de las varias mejores que soltará tras morir. Estas van desde nuevas armas hasta mejoras defensivas como un escudo más resistente o la posibilidad de devolver balas pasando por subir estadísticas como nuestro daño o la posibilidad de que los enemigos suelten más mejoras.
En las armas, muchas y muy variadas, vuelve a estar otra de las señas de Steredenn. Divididas en seis tipos (de balas, láser, pesadas, automáticas, de contacto y protección), pueden ir desde un lanzacohetes devastador hasta una especie de mandíbula mecánica o un taladrador con los que atacar “cuerpo a cuerpo”. Olvidáos de un shmup centrado única y exclusivamente en los disparos, hay mucho más aquí.
Y, obviamente, el santo y seña de los roguelike está presente: cada vez que muramos, que no serán pocas, tendremos que volver a empezar desde el inicio con el objetivo de alcanzar el enemigo final del título. Y, aquí la gracia, debido a la inmensa variedad de enemigos, armas y mejoras comentada, cada partida nos supondrá un reto distinto y divertido, ya sea por dar con una build sumamente poderosa y ver cómo arrasamos o, por el contrario, al toparnos con un reto mucho más difícil de lo que cabría imaginar. El videojuego incluye, además, algo que estamos empezando a ver en juegos del estilo (Nuclear Throne introdujo algo parecido hace solo unos días) como los runs diarios.
En conclusión, después de algo más de una semana con esta atinada mezcla de shoot em’ up y roguelike, me cuesta verle más puntos negros que una curva de dificultad algo severa para el neófito en dichos géneros y, quizá, pese a ser algo inherente a ambos géneros, centrar su estructura en la repetición. Sea como fuere, es una experiencia sumamente recomendable para todo aquel interesado en alguno de los géneros citados e imprescindible para los que disfruten de ambos.
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