
La pelota está oficialmente en el tejado de la Comisión Europea, y eso no es una victoria, pero sí un paso de gigante y en la buena dirección. La iniciativa Stop Destroying Videogames (Alto a la destrucción de los videojuegos) ha logrado la meta del millón de firmas y a partir de este punto comienzan los mecanismos para tratar de garantizar que la vida de cualquier videojuego continúe incluso tras el tan temido cierre de sus servidores. O, al menos, que siga activo un estado funcional para quienes ya pagaron por él. ¿Qué va a pasar a partir de este punto?
Partamos desde lo más sencillo: de dónde nace esto. El mismo día en el que se anunció el millón de firmas recogidas Electronic Arts anunciaba el cierre de servidores de Anthem y que, a partir del 12 de enero de 2026, no será posible jugar ni siquiera en un modo sin conexión. La razón literal esgrimida por BioWare al respecto es que "fue diseñado como un título exclusivamente online". Stop Destroying Videogames busca que estas situaciones no se den más.
La recogida de firmas online y el respectivo hito logrado lo único que aseguran es que las respectivas comisiones de Europa y Reino Unido evaluarán la petición. Ni más, ni menos. Básicamente porque el modo en el que funciona cualquier Iniciativa Ciudadana Europea parte de visibilizar ante Unión Europea la existencia de problema que atañe a una cantidad significativa y cuantificable de ciudadanos. Es decir, las firmas no determinan ni el resultado, ni tampoco establecen el procedimiento sino que al lograrse el millón de firmas se pone el tema en cuestión sobre la mesa. Y eso no es poca cosa.
Qué se quiere conseguir con Stop Destroying Videogames
En el caso específico de Stop Destroying Videogames, la petición está clara: solicitar a la Comisión Europea que se propongan nuevas leyes y se aseguren herramientas para los consumidores con las que la descontinuación de un videojuego y sus servicios no sea sinónimo de su total desaparición. Es decir, que un videojuego que tenemos en propiedad o asociado a nuestra cuenta no solo no desaparezca de nuestra biblioteca, sino que además se habiliten opciones y modos para seguir jugándolo.
Esto no significa que los responsables de un juego que no ha funcionado a nivel comercial, los desarrolladores o la editora, estén obligados a mantenerlo eternamente funcionando o a mantener sus servidores abiertos hasta el fin de los tiempos, que conste, sino establecer medios razonables para que quienes ya los tengan puedan retomar sus partidas cuando se decida descontinuar el juego.
Un problema que no afecta a todos los videojuegos, que conste, pero busca replantear desactivación remota del mismo, sortear la necesidad de conectarse a internet para acceder a modos o experiencias que pueden abordarse en solitario e incluso habilitar que los usuarios puedan conectarse a otros servidores. Y, en según qué caso, que la retirada de un videojuego, incluso por el cierre de su creadora, no implique automáticamente la total desaparición del mismo.
De hecho, la petición Stop Destroying Videogames se puede resumir en proporcionar medios razonables para que los videojuegos que en otras circunstancias serían "desactivados" puedan seguir funcionando sin la implicación del distribuidor. Eso sí, reteniendo en todo momento la autoría de sus creadores.
Con la iniciativa no se pretende adquirir la propiedad de dichos videojuegos, los derechos intelectuales conexos ni los derechos de monetización, ni se espera que el distribuidor proporcione recursos para dichos videojuegos una vez que deje de fabricarlos dejándolos en un estado razonablemente funcional (apto para el juego).
Dicho de otro modo: con esta iniciativa las copias vendidas de juegos como Concord de PlayStation Studios, cuyos desarrolladores cerraron al mes de su lanzamiento, o The Crew de Ubisoft no serían pisapapeles o el espacio que ocupan en nuestro disco duro (si siguen en él) no estaría desaprovechado. Sin embargo, lo verdaderamente delicado no es la idea, sino cómo implementarla.
Un paso determinante para los jugadores europeos. Un precedente a escala internacional
Como ya comentamos, lo logrado con el millón de firmas son dos hitos: que se visualice el problema de cara a la comisión de la Unión Europea y que ésta inicie un proceso para evaluar la situación y proponga medidas y leyes respondan a las inquietudes de los firmantes.
Con todo, desde la iniciativa Stop Destroying Videogames también propone una solución: que, por ley, los desarrolladores no inhabiliten de manera intencionada los juegos lanzados, sino que incluyan herramientas o eliminen barreras para que puedan seguir disfrutándose sin ellos.
"Esta iniciativa solicita que se exija a los distribuidores que venden o conceden licencias de videojuegos a los consumidores de la Unión Europea (o prestaciones y elementos vendidos para los videojuegos que comercializan) que mantengan dichos videojuegos en un estado funcional (apto para el juego)."
Insisto, la recogida del millón de firmas no es sinónimo de que se comenzará a elaborar de manera automática una legislación para satisfacer la petición, sino de que se evaluará a través de los organismos competentes y, a partir de ahí, se hará un estudio del actual panorama del videojuego y de qué se le puede exigir a los creadores al respecto.
Y pese a que la iniciativa Stop Destroying Videogames es de ámbito Europeo (la UE y Reino Unido), estas medidas se tienden a implementar de manera escalonada a todas las demás regiones.
Se logró el millón de firmas... ¿Y ahora qué?

Con todo, el plazo para participar en la iniciativa sigue abierto y, pese a que el estudio de la misma se llevará a cabo, los trámites empezarán a darse a partir de agosto (el último día para firmar es el 31 de julio de 2025). Lo cual supondrá un escenario verdaderamente interesante, por cierto:
- De entrada, se generaría más confianza de cara al jugador y al consumidor al garantizar que el juego por el que ha pagado seguirá estando disponible pase lo que pase.
- Pero es que, además, se trata de un nuevo paso en forme para enfrentarse a otro gran problema como es la preservación de los videojuegos. Algo que se ha visto seriamente agravado en tiempos en los que el cierre de servidores es prácticamente sinónimo de la desaparición del juego.
¿Esto tiene efectos negativos para las desarrolladoras? Sobra decir que nadie lanza un juego con la idea de cerrar sus servidores al cabo de un mes o un año, pero está claro que, pese a ser una medida pro-consumidor, habilitar que un juego siga funcionando de manera indefinida es algo más que realizar algunos ajustes y, por supuesto, no tener el control de los contenidos es un problema. Por no hablar de las posibles licencias de terceros que haya implicadas como música o marcas. Pero eso es algo que la comisión Europea deberá sopesar.
La preservación de los videojuegos es algo que nos atañe a todos, y encontrar una solución justa para los consumidores y fácil de implementar con las desarrolladoras no es ni será un proceso sencillo. Pero una cosa está clara: tarde o temprano había que dar este paso y el fin es que todos salgamos ganando.
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La noticia Stop Destroying Videogames logró el millón de firmas... ¿Y ahora qué? fue publicada originalmente en Vida Extra por Frankie MB .
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