Noticia Super Meat Boy 3D, el retorno del plataformeo extremo en la era de los videojuegos facilillos

Super Meat Boy 3D, el retorno del plataformeo extremo en la era de los videojuegos facilillos


Saltar de manera temeraria. Rebotar en muros dejando un rastro de algo parecido a salsa barbacoa... Y morir trinchado. O bañado en ácido. ¡Incluso hecho literalmente picadillo por unas sierras oxidadas! Super Meat Boy 3D condensa la sensación de diversión, la pura frustración y mismo tipo de desafío que nos conquistó en el indie plataformero de 2010 y lo lleva todo al siguiente nivel. O, mejor dicho, a una nueva dimensión. ¿Eso aumenta o reduce su dificultad legendaria? Ya te adelanto que, hasta donde he jugado, se logra que las partidas sean mucho más interesantes. Y eso no es poca cosa.


Si entras en VidaExtra sabes de antemano lo mucho que amo los juegos de plataformas que me llevan al extremo y sacan lo mejor de mí. Los que exigen precisión y recompensan la destreza. Incluso cuando te ponen contra las cuerdas con tramos retorcidos, sorpresas no deseadas y trampas colocadas a pura maldad. No es masoquismo, que conste, sino esa genuina sensación que tienes al superar un desafío justo. Esa satisfacción de superar lo aparentemente imposible.


Algo parecido a terminar un puzle de 1.000 piezas, aunque añadiéndole todo un abanico de emociones al proceso. Desde la curiosidad al triunfo pasando por la genuina frustración. Dejando siempre la misma puerta abierta: si te concentras lo suficiente lo puedes lograr. Puede que no sea a la primera, y quizás tampoco al décimo intento. Y que no me haya topado con puntos de guardado hizo que en varias ocasiones me tropezase al principio, justo al empezar, porque estoy pensando en lo que acababa de descubrir casi al llegar al final. Porque Super Meat Boy 3D es difícil, pero también te recuerda que has mejorado como jugador cada vez que empiezas de nuevo.

El retorno de un mito del plataformeo​

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En Vida Extra
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¿Café para los muy cafeteros? No necesariamente. De hecho, venía más que entrenado para este reencuentro: a lo largo del año del ninja disfruté como un mico del brutal retorno por triplicado de Ninja Gaiden exprimiendo cada juego, y viví el salto del meme a la leyenda de Silksong. Y, pese a ello, un solo nivel de Super Meat Boy 3D me costó 66 intentos. 66 Vidas. ¿Cómo aguanté tanto?


Lo primero es lo primero: como ocurría en el juego de scroll lateral clásico, las sensaciones a los mandos que nos brinda el Team Meat siguen siendo sensacionales. El Super Meat Boy original, lanzado originalmente en 2010, se convirtió en un fenómeno por su jugabilidad quirúrgicamente precisa, su estética irreverente y su capacidad para poner a prueba la paciencia y reflejos de los jugadores. Pero también porque el diseño de niveles, por complicado que sea, es pura excelencia plataformera. Algo que gana una dimensión adicional en este nuevo juego.

De hecho, este salto a las plataformas 3D se logra sin perder la estructura de niveles cortos y brutales que caracterizan a la saga. La combinación de familiaridad y novedad convierte cada partida de Super Meat Boy 3D en un reto, pero su ritmo y el diseño de niveles siempre resulta estimulante.


Y es que, más allá de los aciertos y tropiezos de Super Meat Boy Forever, lo que nos brinda Super Meat Boy 3D es la auténtica evolución del juego original, así como el regreso de todo aquello que lo convirtió en un clásico instantáneo. Un retorno que reivindica lo que es y lo que debe ser enfrentarse a un plataformas extremo en pleno siglo XXI abrazando las lecciones aprendidas de las sagas que también dieron el salto -nunca mejor dicho- al 3D manteniendo intacta la esencia de precisión y brutalidad que lo hizo legendario.

Convirtiendo la dificultad de Super Meat Boy en algo más que un referente antes de dar este salto: en una seña de identidad. En un compromiso con los fans de los juegos del Team Meat y, por extensión, en auténtico valor añadido en tiempos en los este tipo de videojuegos con plataformas, obstáculos y enemigos se vuelven cada vez más fáciles, pero no mejores.

El salto de Meat Boy al 3D: un reto técnico y creativo​


Si has jugado a Super Meat Boy sabrás que ofrecer una buena transición de un plataformas de precisión a nuevos entornos tridimensionales es un desafío mayúsculo. El equipo de Sluggerfly, junto con el cocreador Tommy Refenes, trabajó para que la velocidad, claridad y legibilidad del original no se perdieran. ¿El referente? Una vez más, nuestro fontanero favorito.


Tras experimentar con cámaras libres al estilo Super Mario 64, los creadores de Super Meat Boy 3D optaron por un enfoque más controlado, similar a Super Mario 3D World, que permite mantener la visibilidad de los obstáculos y la inmediatez de la acción. De este modo se logra que al avanzar en niveles descendentes la transición entre las capas de suelos jamás frene el ritmo, o que al realizar saltos hacia las zonas más alejadas desde nuestra perspectiva haya un seguimiento eficaz de la acción (con la sombra de nuestro personaje de referencia) para que podamos reaccionar al instante y ante lo que sea.

El resultado: Super Meat Boy 3D es un juego que conserva la rapidez y tensión del original, pero con escenarios tridimensionales llenos de cuchillas, pinchos y trampas imposibles. Ahora bien los modestos gráficos (con extra de mimo) del juego de 2010 dan paso a un apartado gráfico que le sienta de maravilla a la propuesta y le da otra capa de valor al conjunto: el uso de Unreal Engine 5 aporta un nivel de detalle visual que multiplica la intensidad: cada salto, cada pared y cada sierra se sienten más divertido y, a la vez, amenazantes.

Meat boy 3D
¡14 veces me mataron en un nivel que se supera en 21 segundos!

Es más, si somos eliminados por una sierra dejaremos ese rastro rojizo en esta para todas las vidas posteriores. O las manchas en la pared. Y ojo, que mientras más vidas perdamos más destrozado estará Meat Boy, mostrando desde roces a un estado completamente deplorable con un ojo colgando y algún hueso a la vista. Lo cual no reduce el sistema de movimientos que, para la ocasión, se ha adaptado cuidadosamente al 3D: regresan habilidades como el dash y los saltos de pared, junto con nuevas mecánicas como el wall-running.


Como resultado, tenemos una sensación de control absoluto sobre el personaje. Una jugabilidad deliciosa que, como en el juego original, sigue siendo el núcleo del diseño: un error nunca es culpa del juego, sino del jugador, lo que refuerza la filosofía de "morir para aprender". Esa que tan bien funcionaba en los clásicos de NES y que, incomprensiblemente, se ha ido perdiendo con excepciones contadas.

El plataformeo bien hecho con la dificultad por bandera​


Hasta donde he podido jugar, Super Meat Boy 3D no busca ser accesible en el sentido tradicional. Su propuesta es clara: la dificultad es parte de la diversión. Cada muerte es una lección, cada obstáculo superado una victoria personal. Y eso, en un mercado saturado de experiencias guiadas y sistemas de ayuda, este juego reivindica el valor del esfuerzo y la recompensa genuina.


Sobra decir que estas impresiones están lejos de ser una valoración definitiva, sino que se basan en una selección de niveles que, por cierto, tú también puedes probar con la recién lanzada Demo en Steam. De hecho, sabemos que la versión final ofrecerá jefes finales, escenarios más abiertos y niveles de Mundo oscuro para quienes quieran sacarle todo el jugo al juego. Para desgracia del pobre Meat Boy.

Ahora bien, Super Meat Boy 3D no solo pretende ser una alternativa a los juegos de Super Mario en mundos 3D empapada de humor negro y desenlaces crueles para su protagonista: la dureza del título conecta con la tradición de los plataformas retro y con la filosofía del "die and retry". Siendo la evolución de la fórmula original con ideas que aprovechan la movilidad tridimensional. Siendo conscientes de que para muchos jugadores, fans de Meat Boy o amantes de los juegos de plataformas, la dificultad no es un muro, sino un camino hacia la satisfacción más pura: la de dominar un sistema exigente y superar lo imposible.

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Consejo: fíjate siempre en la sombra. Incluso cuando no haya suelo

Sin una fecha definida en el horizonte, más allá de la promesa de que lo jugaremos en 2026, lo jugado en Super Meat Boy 3D no solo me ha encantado por el hecho de ser un plataformas sensacional, sino por cómo el juego es una declaración de intenciones: su salto al 3D demuestra que la precisión y la intensidad pueden sobrevivir a la evolución tecnológica, y su dificultad extrema se convierte en un sello de identidad. Una que, en lugar de ser condescendiente con quien sostiene el mando, desafía a toda una generación de jugadores.


Y es que, en un tiempo donde tantísimos juegos de corte plataformero buscan suavizar la experiencia para gustarle a todo el mundo, Super Meat Boy 3D nos recuerda que, mucho antes de Dark Souls, ya las pasábamos canutas con Mega Man o Ghouls N Goblins. Recordándonos que, con niveles bien diseñados, un buen desafío puede ser muchísimo más divertido y la frustración también es un motor de superación.


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