Noticia Tripulación Perdida es exactamente lo que necesitaba Star Wars. Incluso si tiene muy poquito que ver con la saga

Tripulación Perdida es exactamente lo que necesitaba Star Wars. Incluso si tiene muy poquito que ver con la saga


Mezcla en una marmita la fórmula de Los Goonies, una trama cortada con los mismos patrones de La isla del Tesoro de Robert Louis Stevenson y muy sutiles elementos tomados de Star Wars. Ahora remuévelo bien y sírvelo en Navidades a razón de un episodio por semana. El resultado es Tripulación Perdida (Star Wars: Skeleton Crew) y es el ejemplo perfecto de cómo expandir una saga hacia nuevas direcciones. Tanto para los fans de ésta, como para quienes vienen de nuevas.


Tripulación Perdida es un oasis para los fans de La Guerra de las Galaxias entre tanta oportunidad perdida y megaproducción mal ejecutada. La diferencia con respecto a otras que han funcionado, como El Mandaloriano o Andor, es su total desapego a lo ya visto. Acertando de pleno en todo aquello en lo que The Acolyte fracasó como serie tanto a la hora de armar la historia como en lo que respecta a ofrecer personajes genuinamente interesantes. ¿El ingrediente secreto? Esto no va del eterno conflicto entre los Jedis y los Sith, y de momento tampoco hay rastro del Imperio. Todo gira en torno a niños normales... ¡Y piratas espaciales!


Dicho así, podría parecer que LucasFilm se ha limitado a solapar su archiconocido universo con elementos fácilmente reconocibles y apuestas sobre seguro, y si somos verdaderamente críticos algo de eso hay en Tripulación Perdida. Sin embargo, tras esta receta que está saliendo bien (hasta ahora) hay un cocinero que sabe muy bien lo que hace: a Jon Watts le debemos la trilogía de Spider-Man en el Universo Cinematográfico de Marvel. Y, siendo justos, eso también se nota en pantalla y beneficia al resultado.


Porque Tripulación Perdida se desvincula en todo momento de la epicidad y la fantasía propios de esa "Space Opera" imaginada por George Lucas, y le da un uso más práctico y terrenal a las ideas centradas en la ciencia ficción. Pero no pierde la perspectiva en ningún momento: es la gran aventura de un grupo de niños con sus propias motivaciones. Algunos con predisposición a meterse en líos, otros con tendencia a evitarlos y todos completamente fuera de su zona de confort.

Jon Watts demuestra que es posible expandir una saga establecida hacia nuevas direcciones

Y, entre una cosa y otra, un Jude Law que, a todos los efectos, interpreta a su propia versión de "Long John Silver". Uno con las dos piernas, sin un loro que haga de alivio cómico y con varios asuntos pendientes en una galaxia muy, muy lejana. A fin de cuentas, Tripulación Perdida se desapega intencionadamente a lo visto y lo conocido, pero conforme evolucionan los acontecimientos queda patente que todo lo que ocurre está plenamente integrado en el universo de Star Wars. Siendo una serie independiente a lo que ya hay, pero sin la predisposición de reinventar lo que gusta. Más bien de usarlo en su beneficio.

Esto no es la Space Opera que estabas buscando... ¿De qué va Tripulación Perdida?

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Para cualquier niño el planeta At Attin es aburrido. Más bien, aburridísimo. Y eso desespera a Wim (interpretado por Ravi Cabot-Conyers). Su vida se reduce principalmente a dos actividades: ir al colegio y formarse para cualquiera de los muchos trabajos administrativos o de contabilidad que le ofrece el sistema educativo de su sociedad y, en sus ratos libres, fantasear con las historias de los legendarios Jedi junto con su amigo Neel (Robert Timothy Smith). Esas que leen en sus libros. Sin embargo, ninguno de los dos ha visto a uno de esos poderosos protectores de la paz.


¿Son los Jedi un mito o una realidad en At Attin? Lo cierto es que de poco importa: el futuro de Wim y Neel va a ser decidido dentro de muy poco en unas pruebas académicas y las posibles salidas para ambos son como el propio planeta: soberanamente aburridas. Lo saben bien porque sus respectivos padres se dedican plenamente a ello.


Pero no todos los niños se aburren en los calmados días de At Attin, que conste. Algunos no ven reparos en ese estilo de vida y otros, como la intrépida Fern (Ryan Kiera Armstrong) y su amiga KB (Kyriana Kratter) tienen cierta predisposición a meterse en problemas. Al salir de clase arreglan su bicicleta deslizadora para encontrar atajos, perderse por los bosques, competir con otros jóvenes de su edad... siempre y cuando no se les rompa alguna pieza tras alguna imprudencia, claro.

Tripulación perdida


Casualidades del destino, los cuatro niños acaban encontrando una misteriosa escotilla en el bosque que hay de camino a su colegio. Wim cree que es un Templo Jedi, mientras que a Fern solo le interesa saber si en ella habrá alguna pieza para su bicicleta deslizadora, con lo que acaban entrando y descubriendo (sin querer) que están a bordo de una nave espacial. Siendo más precisos, de una nave espacial pirata. Un gran descubrimiento que los tendrá más ocupados de lo esperado: los motores se han encendido, han saltado al hiperespacio y antes de que se den cuenta han dejado atrás su planeta. Ahora les toca averiguar cómo volver a casa.


Tras activar a un muy desmejorado droide que hace de primer oficial para la nave, y sin tener clara la ubicación de At Attin, deciden poner rumbo a un puerto espacial pirata (por recomendación del droide) para tratar de encontrar la manera de regresar a su planeta. Lógicamente, se trata de un sitio nada recomendable para cualquier navegante de la galaxia y mucho menos para un puñado de niños, así que no tardan en verse perseguidos y envueltos en nuevos problemas.


¿La cosa puede ir a peor? Definitivamente sí, pero en mitad de ese caos, aparece una figura que podría ayudarlos el recién fugado de prisión Jod Na Nawood (Jude Law). Un tipo que ya se ha ganado a Wim y Neel tras mostrarles algo parecía propio de las leyendas y los cuentos de hadas: es capaz de emplear La Fuerza, la misma energía que usan los Jedi de sus libros. Y pese a que su futuro junto a él es incierto y el retorno a casa no está asegurado, los cuatro tienen algo seguro: a partir de este punto van a ver saciada su sed de aventuras.

Otra forma de llamar a los nuevos Goonies espaciales

Tripulación Perdida


El primer logro en lo que llevamos visto de Tripulación Perdida es afianzar una idea que se ha visto en las producciones animadas, pero está costando horrores ofrecer a través de actores de carne y hueso: aprovechar el rico universo de Star Wars para ofrecer nuevas historias, perspectivas diferentes y protagonistas que están plenamente integrados en esa galaxia muy, muy lejana, pero que existen de manera independiente a los acontecimientos principales y otros proyectos.


La serie ha sido creada por el ya referido Jon Watts y por Christopher Ford, y se basa en los trabajos de George Lucas y todo lo que llegó después, pero hasta dónde sabemos está prácticamente desconectado del resto de la franquicia para plantear una idea que casi se explica sola: ¿qué pasaría si la película de Los Goonies transcurriese en diferentes planetas de ese universo? Y al referirnos a la película de Richard Donner también hacemos alusión a su ambientación ochentera, su vestuario, el uso de máscaras y marionetas por encima del abuso de los efectos digitales...


Logrando, en el proceso, redescubrir al fan y al gran público una franquicia que, quizás, hoy parece tan sobreexplotada. Recordándonos cómo y por qué Star Wars siempre ha cautivado la imaginación de los fans. A los que leían el Universo Expandido antes de Disney, a quienes jugábamos a los juegos de Rol de papel y lápiz, y a aquellos que no conocían las películas o habían visto alguna suelta, pero quedaban fascinados con sus efectos especiales y personajes pintorescos. Aquellos protagonistas y antagonistas con valores bien arraigados y también los que de un modo u otro tenían un puntito canalla.

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Tripulación Perdida funciona en paralelo a todo lo visto hasta ahora, que sepamos, pero hay referencias a esa Star Wars que nos fascinó. A los Piratas que tan bien quedaron retratados en la serie de Las Guerras Clon, a la tecnología y la cronología oficial (técnicamente tiene lugar a la vez que El mandaloriano o Ahsoka), y en el proceso les devuelve a los Jedis ese misticismo que poco a poco se ha ido perdiendo a base de sobreexposición. Pero, como dijimos y se referencia en el propio título, esto no va de caballeros o héroes del espacio, sino de un puñado de niños que ven cumplido su sueño de vivir una aventura. De escapar de lo cotidiano.


Con lo anterior establecido la duda se nos plantea sola: ¿es Tripulación Perdida una serie perfecta o redonda en sus planteamientos? Lo cierto es que tocará ver en qué líos se meten los protagonistas antes de sacar conclusiones definitivas. La temática de perderse y regresar a casa no es revolucionaria y lo heredado de los clásicos juveniles sobre piratas, aventuras como Los Cinco o tantas producciones destinadas al gran público hacen que el conjunto mostrado sea consistente, aunque no demasiado arriesgado. Pero, siendo justos, tampoco lo necesita.

Esto no va de Jedis, Sith o Cazarrecompensas, sino de un puñado de niños que ven cumplido su sueño de vivir una aventura

Sin embargo, Tripulación Perdida es esa clase de producción para la pequeña pantalla diseñada para pequeños, mayores y que se estrena en Navidades para ver tranquilamente solo o en familia. Esa serie que habría fascinado a cualquier fan de La Guerra de las galaxias de hace tres o cuatro décadas. Una historia que busca empatizar con aquellos que siguen soñando despiertos con escaparse hacia lo desconocido. Con evadirse de la rutina (ya bien sea en el colegio o en el trabajo) y cumplir las fantasías de verse envueltos en problemas con con piratas espaciales, mitos que se vuelven realidad y robots que, además de malas pulgas, tienen un ratón en la mollera.


Elementos que en muchos aspectos eran intrínsecos del universo Star Wars y que en Tripulación Perdida se manifiestan en la tele sin más pretensión que entretener. De despertar la imaginación y tenernos genuinamente intrigados con el destino de sus protagonistas. Y eso es exactamente lo que la saga necesitaba.


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