
"Steve, nos están haciendo un piquete. Los clientes están muy enfadados", fue como Phil Schiller advirtió a Jobs de lo que estaba suponiendo uno de los momentos más peliagudos en el regreso del cofundador de Apple a la compañía. Era 1997 y Steve Jobs estaba a punto de cargarse un producto muy querido.
Se trataba del Apple Newton, considerado en cierto modo como el precursor del iPhone, dispositivo que llegaría justo una década después de su muerte. La decisión de Jobs por discontinuarlo fue dura y, donde se podían prever guerras con los fans, se acabó dando con una solución tan inédita como curiosa.
El Apple Newton debía morir

Steve Jobs fue despedido invitado a marcharse de Apple en 1985, fundó otra empresa, NeXT y esta fue adquirida por Apple en 1996, cerrando así el regreso triunfal del hijo pródigo que en esa segunda etapa acabaría siendo CEO hasta 2011, año en el que se retiró antes de fallecer.
Recordar los productos que hicieron grande a Apple de la mano de Steve Jobs es fácil. Primero los iMac G3, años más tarde el iPod y después el iPhone. Hasta el iPad, en menor medida, es otro éxito de la Apple del siglo XXI. Sin embargo, muchos ignoran que por el camino, Jobs tuvo que prescindir de muchos proyectos. Algunos que no vieron nunca la luz y otros que, como el caso del Newton, apuntaban al éxito.

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El tatarabuelo del iPhone fue una PDA que la compañía empezó a comercializar en 1987, dos años después de la marcha de Jobs. Fue un dispositivo que, aunque apenas logró 200.000 unidades vendidas, había cosechado toda una legión de fans. Dentro de Apple le seguían viendo margen de mejora y, por ende, futuro. Jobs, en cambio, tenía otra idea muy diferente.
Un año después de regresar a Apple y ser nombrado CEO, Steve Jobs desechó cualquier mínima posibilidad de que el Apple Newton siguiese con vida. Varios miembros de la Apple de aquellos años han llegado a revelar que fue una decisión dura para Jobs, aunque la tenía muy clara.
El producto llevaba diez años estancado y Jobs quería centrar todos los esfuerzos en otros proyectos como los ya citados y que a la postre cambiarían el rumbo de Apple para siempre. El Newton no tenía sentido en la mente de Jobs, así que no solo ordenó paralizar su desarrollo, sino que también retiró del mercado las unidades que aún estaban en circulación. Y eso dolió a los fans.
El primer día de Tim Cook se llenó de protestas
La noticia de la cancelación del Newton no trascendería a la opinión pública hasta un año después. A tenor de ello, en lo que debía ser un día normal en la Apple de 1998, las puertas de la aún jóven sede de la compañía en Infinite Loop se llenaron de fans manifestándose como protesta por la muerte del Newton. No entendían como un producto que tan buena utilidad les aportaba fuese a ser cancelado. Era su lucha por una causa justa.

Tim Cook, el actual CEO de Apple desde 2011, debutaba en la compañía en aquellos momentos. Steve Jobs le acababa de fichar procedente de Compaq y por poco no llega a su puesto en su primer día. Contaba como tuvo que atravesar una línea de piquetes para poder entrar en el edificio. "¿Qué he hecho?", se preguntaba Cook, quien no entendía qué estaba ocurriendo.
Dada la sorpresa, Cook no tardó en contarle lo sucedido a Jobs y la respuesta de este fue muy… Bueno, fue muy de Steve Jobs. "Ah, sí, no te preocupes por eso", le dijo el por entonces CEO al que años después sería su sucesor. Jobs restaba importancia a aquellas protestas como si fuese lo más habitual del mundo que una legión de fans se agolpen en la entrada de su sede.
"Os queremos y lo sentimos mucho"
Phil Schiller, que actualmente desempeña un papel más secundario como responsable de la App Store y los eventos de Apple, ocupaba en aquellos años el papel de director de marketing. Sin embargo, la lección de marketing se la acabó dando Steve Jobs a él cuando le comentó cómo proceder ante los enfadados fans que reclamaban por el Newton.
Shciller sabía que había que hacer algo para calmar a las masas y cuando se lo transmitió a Jobs, este se posicionó en favor de ellos. Afirmaba que tenían "todo el derecho del mundo a estar enfadados", alabando al Newton como producto, pero dejando claro que no se echaría atrás. "Tenemos que matarlo y eso no es divertido".
Acto seguido, le pidió a Schiller que consiguiera café y donuts para los manifestantes. Fue una forma, en palabras de Jobs, de "decirles que les queremos, que les apoyamos y que lo sentimos". Dicho y hecho.
El nacimiento de una tradición
El surtido de bebidas y bollería llegó a los manifestantes y, poco a poco, las aguas se fueron calmando. El resto es una historia que ya conocemos. Apple y los fans pasaron página del Apple Newton y este es un producto del que muchos guardan buen recuerdo y, probablemente a la vista de los acontecimientos, comprendan a posteriori que debía discontinuarse.
Lo curioso es que, en cierto modo, podríamos decir que aquella situación del café y los donuts fue precursora de la forma en que ahora Apple atiende a los fans en las puertas de sus tiendas. Más en concreto cuando se lanza un nuevo iPhone.

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Aunque hace años que la compañía ofrece la posibilidad de reservar online los nuevos iPhone, en las Apple Store de todo el mundo se siguen formando largas colas de fans que acuden a primera hora para llevarse su flamante iPhone a casa. Toda una tradición entre entusiastas, como también lo es que, Apple reparta cafés horas antes de la apertura de las tiendas.
Lo que quedó claro aquel día de 1998 es que, más allá de la muerte del Newton, Apple y Steve Jobs no solamente estaban redefiniendo sus productos, sino también su forma de relacionarse con quienes dan sentido a la empresa: los clientes. No fue un ejercicio de relaciones públicas, sino una declaración silenciosa: Apple no teme tomar decisiones difíciles, pero tampoco olvida que su comunidad de usuarios es parte esencial de su identidad. En aquel cruce empezó a dibujarse a una compañía que revolucionaría la tecnología y también la forma en que conecta emocionalmente con sus clientes.
Vía | Wired
Imagen de portada | Generada con Grok
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