Noticia De vencer con un Bugatti en Montecarlo y sabotear a los nazis a inspirar un GTA en el corazón de París

De vencer con un Bugatti en Montecarlo y sabotear a los nazis a inspirar un GTA en el corazón de París


Hoy en día es imposible encontrar un rival digno para la saga GTA. Los 2000 supusieron una época en la que Saints Row, Driver o True Crime se alzaban como alternativas más que decentes al imperio de Rockstar, pero en la actualidad tan solo MindsEye se presenta como una competencia con muchas incógnitas por resolver. Hace más de 15 años, EA atesoraba un estudio que se atrevió con un proyecto que no triunfó.


The Saboteur fue la última apuesta de Pandemic Studios antes de que Electronic Arts diese carpetazos a sus oficinas para siempre en 2009. Ese mismo año apareció la aventura protagonizada por Sean Devlin en mitad de una París ocupada por los nazis, por lo que claramente el contexto se basaba en la Segunda Guerra Mundial. Una suerte de GTA francés con una original propuesta basada en recuperar la capital del país, lo cual repercutía en que el color volvería a cada zona arrebatada al Tercer Reich.


Ni las críticas ni las ventas dieron la razón a Pandemic Studios, a pesar de trasladar la acción a lugares icónicos como Le Havre, Los Alpes y Alemania y ofrecer la libertad propia de un sandbox. Devlin hace uso de toda clase de tácticas de sabotaje contra las tropas alemanas, incluso escalando edificios al más puro estilo Assassin's Creed, lo cual le confiere un estatus a lo largo y ancho de París como una leyenda. Solo un personaje de un videojuego podría llevar a cabo semejantes hazañas, ¿verdad?


Lo cierto es que no, pues la realidad supera por completo a la ficción en este caso. La desarrolladora puso el foco en la historia real de William Grover-Williams, todo un héroe francés de aquellos tiempos que vivió su vida al límite. De padre inglés y madre fancesa, su infancia la vivió entre dos idiomas, lo cual le posibilitó ser bilingüe y se crió entre ambos países. Su reputación comenzó a granjeársela en una época en la que la Fórmula 1 era un invento inimaginable, por lo que los mejores pilotos del mundo se medían en diferentes grandes premios.


Su actuación más destacada la tuvo durante el Gran Premio de Mónaco de 1929, en lo que fue la primera edición que vio el Principado en toda su historia. A bordo de un Bugatti Type 35B e inscrito de forma privada, Grover-Williams no compitió bajo el sello del equipo, si bien el mismísimo Ettore Bugatti le otorgó la autorización para usar un vehículo de su escudería. No existía la ronda de clasificación, por lo que partió en la quinta plaza de la parrilla tras un sorteo previo de la organización.


A diferencia de las 78 vueltas que se suelen dar en Mónaco con los Fórmula 1 actuales, a razón de 260 kilómetros recorridos por carrera, el francés tuvo que realizar 100 vueltas al circuito. Supusieron 318 kilómetros que tardó en completar tras tres horas y 56 minutos de duro esfuerzo, frente al máximo de dos horas estipuladas por la FIA. Por supuesto, se llevó la victoria de una manera impresionante tras colocarse tercero nada más arrancar, adelantar a auténticas bestias del asfalto como Rudolf Caracciola y Georges Bouriano y sobrevivir a numerosos abandonos.

The Saboteur


Su destreza al volante es legendaria, pero también demostró su habilidad conduciendo en eventos como el Rally de Montecarlo, carreras de motos y subidas de montaña. Lo hizo, en un inicio, a espaldas de su familia con el seudónimo "W Williams" y consiguió un Hispano-Suizo H6 de segunda mano para lanzarse a competir, aunque a día de hoy se desconoce cómo un chófer de 22 años sin herencia logró reunir el dinero para la posterior adquisición del Bugatti.


En 1928 y 1929 se coronó como el campeón del Gran Premio de Francia, mientras que en 1931 ganó el Gran Premio de Bélgica de 10 horas, así como el complicado Gran Premio de La Baule que se disputa en una playa. Casado con la antigua modelo Yvonne Aupicq, decidió retirarse al final de la temporada de 1933 y disfrutar de la plácida tranquilidad de criar terriers Aberdeen, aunque ese descanso no duró demasiado.


En 1939 estalló la Segunda Guerra Mundial, lo cual motivó a Grover-Williams a regresar a Inglaterra y alistarse en el ejército. Fue reclutado por el Ejecutivo de Operaciones Especiales (SOE) y se le encomendó la dificilísima tarea de dirigir campañas de la Resistencia en la Francia ocupada. Estamos hablando de infiltrarse en territorio enemigo y sabotear sus intenciones sin ser detectado, lo cual otorgaba a su misión un carácter de peligrosidad todavía mayor.


No se quedó esperando refuerzos aliados, por lo que comenzó a reclutar a la población local para la causa, incluyendo a Robert Benoist, un antiguo rival en las pistas. Se erigió como su mano derecha y ambos organizaron toda clase de actividades para frustrar los planes nazis. Desde Pandemic Studios se enteraron de semejante historia que no pudieron evitar sentirse inspirados:

"La idea de este temerario 'más grande que la vida' que se convierte en luchador de la resistencia fue lo que realmente encendió nuestra imaginación. A partir de ahí, lo llevamos en una dirección muy ficticia y creamos a nuestro propio personaje: Sean Devlin. Conservamos el vínculo con las carreras; el equipo de Sean es Morini, que está inspirado en Bugatti, y nuestro equipo de carreras Doppelsieg está algo inspirado en el equipo Mercedes de esa época (dominaron el circuito de carreras y construían máquinas de guerra para los nazis).
También incluimos una conexión con el SOE británico, como Williams, aunque esa no es la razón directa por la que Sean se convierte en saboteador. Así que, en general, el espíritu de William Grover-Williams está presente, pero Sean es completamente nuestro propio héroe."
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Su desempeño fue legendario, pero el 2 de agosto de 1943 fue capturado por los alemanes, interrogado en París y llevado al campo de concentración de Sachsenhausen. Apenas restaban unas semanas para que el mayor conflicto bélico de la historia de la humanidad terminase, pero finalmente fue ejecutado el 23 de marzo de 1945. Con todo, su historial es tan brillante y tan digno de recuerdo que ha traspasado generaciones, llegando a motivar la creación de The Saboteur.


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La noticia De vencer con un Bugatti en Montecarlo y sabotear a los nazis a inspirar un GTA en el corazón de París fue publicada originalmente en Vida Extra por Juan Sanmartín .

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