Amazon Games anunció el final de New World: Aeternum a finales de octubre: ya no habrá más contenido, ni siquiera eventos reciclados, y los servidores cerrarán en 2027. Todavía puedes jugarlo, pero el juego murió en el instante que se realizó el anuncio. El número de jugadores descendió casi de un día para otro y actualmente es complicadísimo hacer la mayoría de actividades cooperativas.
Muchos jugadores nos lanzamos en búsqueda de un nuevo MMORPG que devore nuestro tiempo. Conozco jugadores que se han decantado por World of Warcraft y otros que han cambiado a experiencias similares como Diablo IV, Path of Exile 2 y más. En mi caso, he encontrado refugio en el lugar más inesperado: The Elder Scrolls Online. Jamás habría apostado a que acabaría 2025 jugando a esto.
Las hostilidades de Arc Raiders pudieron conmigo durante el viernes pasado (28 de octubre), así que pasé por la PlayStation Store para aprovechar las rebajas del Black Friday. Tuve en mi carrito maravillas como Ghost of Yotei, pero una oferta llamó mi atención: The Elder Scrolls Online a cinco euros.
Hacía años que tenía pendiente darle una oportunidad. En 2022 pude probar de forma anticipada High Isle (aún no estaba en VidaExtra) y no fue una buena primera experiencia, ya que se trataba de un contenido recortado y centrado en la nueva expansión. Fue agradable, pero no me dejó con ganas de más. Y ahí quedó la historia hasta ahora.
Un nuevo mundo enorme por descubrir...
Acabé comprando la 2025 Premium Edition de The Elder Scrolls Online por 30 euros, un precio bastante razonable para su absurda cantidad de contenido, y di mis primeros pasos por esta versión de Tamriel... esta vez libre de las ataduras del trabajo. Mientras el juego se descargaba, admito que eché un vistazo a varias guías sobre razas, clases, armas y otros elementos básicos, así que tenía claro cómo quería enfocarlo.
Escogí la raza de Guardia Rojo y la clase de Custodio para mi primer personaje y lo primero que hice fue buscar un arco por cada esquina de los escenarios del prólogo. Sé que no es la mejor combinación para crear un arquero efectivo, pero no me importa. Casi me decanto por Nigromante, pero en The Elder Scrolls Online funciona muy distinto a Diablo IV y Path of Exile 2.
Tras superar el prólogo, aparecí en Puerto Hunding y El Profeta, que hace las funciones de personaje guía, me dijo "ahí te quedas, colega, búscate la vida y haz lo que te venga en gana". No con esas palabras exactas. Y así se abrió ante mí 11 años de historias y contenido. Me inundó una mezcla de terror y emoción.
Lo cierto es que The Elder Scrolls Online se ha portado muy bien conmigo durante las primeras horas. Exploré al 100% las islas de Stros M'Kai y Betnikh, que son dos localizaciones con mapas muy comedidos y pensados para que los nuevos jugadores no hiperventilemos nada más llegar al juego. También da tiempo de sobra a acostumbrarte a los controles, probar armas y hacerte una idea de cómo quieres enfocar a tu personaje. Yo ya lo tenía claro.
Pero la cosa cambió después de superar estas dos islas. La historia principal me llevó hasta Glenumbra, concretamente hasta Salto de la Daga (en inglés suena mejor: Daggerfall), que es un mapeado más grande y denso que los anteriores, y comprendí plenamente de que The Elder Scrolls Online va a llevarme más que unos cuantos fines de semana... más que unos meses. Este pozo no parece tener fondo... y volví a sentir miedo.
En Vida Extra
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Ahora mismo estoy en Aldcroft, una aldea con vibras al Bosque Luminoso de New World y cierto toque Bloodborne que tiene problemas con los hombres lobo. Intento seguir el hilo de historias principales mientras completo misiones secundarias para sacar el 100% de cada zona, pero ya he comprobado que no es fácil y que a veces acabaré enrolado en un periplo que me llevará muy lejos del camino que quiero seguir.
Aprendí esta última lección gracias a Abnur Tharnh, un mago Imperial que me reclutó en el palacio de Daggerfall y que me llevó mucho más allá de Glenumbra con sus portales. Si no recuerdo mal, arrastró mi culo de recién iniciado por el Bosque Graht, Malabal Tor y Marca del Segador. Eso sí, el final de su misión merece cada viaje que me alejó de la zona en la que quería estar.
Perdido y lejos de ser encontrado
Si te soy sincero, no sabría decirte nada con un mínimo de sabiduría y coherencia sobre The Elder Scrolls Online. He jugado poco más de 20 horas y siento que a penas he superado el Prólogo de una aventura tan larga que no sé si algún día llegaré a completar. Se me antoja difícil, especialmente cada vez que abro el mapa y aumento el nivel. No solo existe Tamriel, que cuenta con más de una decena de zonas, es que además tienes Apocrypha, Puerto Gélido, Eyevea, Ciudad Mecánica, Cárcava, Tierras Muertas y Arteum, que son otras localizaciones, mundos o dimensiones alejadas del continente principal. ¡Está hasta Skyrim!
Me siento perdido y abrumado por la aventura que acabo de iniciar, y eso me hace muy feliz. Pocas cosas me apasionan más que los inicios, cuando no tienes nada (ni siquiera conocimientos), todo te supera y avanzar por el mundo es un auténtico ejercicio de supervivencia. No tenía esta sensación desde que empecé a jugar a New World: Aeternum. Y recuerdo con mucho cariño las mismas en World of Warcraft y Fallout 76, por ejemplo.
No sé dónde me llevará esta aventura. Tampoco si la completaré o si conseguiré estar al día en el futuro. El destino es caprichoso y basta que afirme que voy a lograrlo para que aparezca otra cosa que me atrape de esta manera. Lo único que puedo decirte es que he encontrado un refugio tras la muerte de New World Aeternum y que, hasta cierto punto, vuelvo a sentirme un poco en casa. Todo está desordenado y no sé bien donde va cada cosa, pero todo encajará poco a poco.
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La noticia El cadáver de New World todavía está caliente, pero ya he encontrado una nueva aventura con 11 años de contenido. Ojalá no cierren esta... fue publicada originalmente en Vida Extra por Alberto Martín .
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