¿Quién puede resistirse a una distopía retrofuturista con toques de terror? No está entre mis prioridades evitar cualquier videojuego con esa temática, por lo que seguir los pasos de los trabajos de Ken Levine es una asignatura obligatoria. El padre de System Shock 2 y BioShock se ha ganado a pulso que nos mantengamos atentos con su próxima obra, Judas, pero existe una parada previa a su llegada.
Hace unos días apareció en mi cuenta de Twitter una publicación del legendario desarrollador y en ella reconocía el buen trabajo de Thomas Brush, especialmente en lo relacionado a la demo de su nuevo proyecto. Twisted Tower es el nombre del título en el que se encuentra trabajando el diseñador principal de Neversong y mente maestra detrás de Coma.
Bajo el paraguas del estudio Atmos Games, Brush ha dado forma a su propia visión de lo que fue la ciudad submarina de Rapture y de lo que encarnó la imponente Columbia. Una inspiración directa hacia la saga de ciencia ficción que ha atravesado una serie de dificultades, ya que "empezó como un concepto completamente diferente, y después de deshacernos de casi todos los recursos del juego 2 o 3 veces, finalmente descubrimos qué queríamos...".
El vídeo que compartió Levine era lo suficientemente llamativo para que perdiese el miedo a catar su mundo, por lo que descargué la demo disponible en Steam y he de aplaudir la labor de Brush. Inspirado en una versión perturbadora de los parques temáticos como Disney World, y con toques de las chaladuras propias de Willy Wonka y su fábrica de chocolate, lo cierto es que Twisted Tower es más que prometedor.
A pesar de que dura unos 30 minutos, la demo se encarga de cumplir con todos los requisitos a la hora de envolverte en su mundo. Desde un primer momento se nos deja entrever que algún tipo de impulso amoroso es el que nos lleva hasta una isla vacía, inquietantemente silenciosa, de no ser por las olas rompiendo contra las rocas y las pequeñas risas que se escuchan a lo lejos. Si alguna vez el parque de atracciones Twisted Tower brilló con esplendor, debió ser hace ya mucho tiempo.
Todo está patas arriba, la sangre parece la pintura principal y los tickets se acumulan por todas las esquinas para recogerlos. Una medida muy inteligente por parte del videojuego consiste en no darnos un arma a las primeras de cambio, o al menos no una que transmita demasiada seguridad. Durante el ascenso hasta la imponente torre, se cruzan en nuestro camino seres humanos siniestros y disfrazados con prendas que recuerdan a los clásicos personajes de Disney.
Cadáveres colgando de garfios en el techo, luces que se apagan, mensajes amenazadores cubriendo las paredes y un televisor con un mensaje son las bazas que usa Brush para poner los pelos de punta. Lo consigue en un tramo de poquísimos minutos en los que es imposible que no te haya enganchado por completo, especialmente si aprecias el diseño visual y artístico de los escenarios.
Twisted Tower es una referencia constante a los resort de los años 50, aquellos que prometían una experiencia mejor que la que podía ofrecer en su día Marina D'Or. Todo desprende un aire de festividad empapado en el gore más directo, lo cual crea un contraste genial para los fans de Levine. Todo parece estar controlado por Mr. Twister, una persona que es la que nos reta a llegar a lo más alto de su torre para recuperar a nuestra prometida, pero no queda claro qué clase de beneficio o poder tiene sobre el escenario.
Los enemigos claramente han perdido el juicio y no responden más que ante la violencia, por lo que es momento de aplicar castigos a base de mazas gigantes o un buen arsenal de fuego. Pistola y ametralladora acompañan para proporcionar una interesante variedad de artilugios que cuentan con disparos secundarios, los cuales sirven para hacer estallar la cabeza de los rivales. Quizás el tiroteo sea el punto más débil de Twisted Tower ya que, si bien el impacto de las balas genera una buena sensación, es difícil mantenerse a cubierto y se echa en falta algún tipo de movimiento de esquive.
Con todo, es divertido liquidar payasos con gatlings, chalados kamikazes y hasta teléfonos de juguete que muerden como pirañas. Aunque pudiera parecer que todo se enfoca en que las balas vuelen, ni mucho menos. La obra tiene espacio a los puzles, y bastante ingeniosos, los cuales conducen a rotar habitaciones, encontrar tarjetas para acceder a nuevos niveles a través de un ascensor y hasta hacer uso de un gancho eléctrico para llegar a nuevas zonas.
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La verticalidad juega un papel interesante que asoma la cabeza en los últimos instantes de la demo, especialmente jugando durante el tiroteo final que es una auténtica escabechina. Por suerte, toda la recolección enfermiza de tickets tiene su recompensa pudiendo mejorar las prestaciones de las armas en una máquina, siempre custodiada por una persona inquietante que no pronuncia palabra alguna.
Una semillita que deja en el camino Brush es que, de alguna forma, las partidas serán diferentes para los jugadores dependiendo de los caminos que tomemos. No sé cómo se desarrollará ese aspecto, pues en media hora no ha trabajado esa visión, aunque puede resultar prometedora. Por ahora, Twisted Tower no cuenta con una fecha de lanzamiento, pero desde luego que ha captado mi atención, para tener un buen aperitivo al más puro estilo BioShock, antes del regreso definitivo de Levine.
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La noticia El padre de BioShock todavía no ha regresado, así que visité Disney World el día en el que Mickey Mouse se hartó de sonreír fue publicada originalmente en Vida Extra por Juan Sanmartín .
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