El mundo se encuentra sumido en dos pandemias: la del SARS-CoV-2, mucho más reciente, y la del racismo, que lleva instalada entre nosotros cientos de años. La primera ha dejado de momento algo más de 380.000 víctimas. La segunda un número imposible de calcular, pero posiblemente mucho más alto. Y es que, en realidad, las consecuencias del racismo pueden llegar a ser muy peligrosas.
Estados Unidos se encuentra actualmente sumido en un periodo de revueltas, iniciado tras el asesinato de George Floyd. El afroamericano, de 40 años, murió después de que un policía lo inmovilizara presionándole el cuello con su rodilla. En el vídeo de la detención, que ya ha dado la vuelta al mundo, se ve cómo el hombre ruega clemencia, advirtiendo que no puede respirar, y también cómo su vida se apaga poco a poco, sin que el policía que se la está arrebatando haga nada por evitarlo.
También se sabe que los procesos inflamatorios excesivos están relacionados con la mortalidad por SARS-CoV-2. Si ellos, a causa de la discriminación que sufren, tienen más posibilidades de expresar genes proinflamatorios, podrían tener un peor pronóstico de la enfermedad.
Todo esto son teorías, por supuesto. Sobre el coronavirus tenemos aún mucho que estudiar. Y también sobre las consecuencias del racismo para la salud. Pero lo que sí está claro es que nosotros mismo podemos ser nuestro peor virus y que los prejuicios y los estereotipos pueden ser más mortales que muchas enfermedades. Por desgracia, llevamos sufriendo olas de racismo durante siglos y, de momento, no hay ninguna vacuna que las frene. Desde luego, prestarle la atención que merece debería ser una prioridad.
La entrada El racismo puede ser mortal, y no solo a través de asesinatos se publicó primero en Hipertextual.
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Estados Unidos se encuentra actualmente sumido en un periodo de revueltas, iniciado tras el asesinato de George Floyd. El afroamericano, de 40 años, murió después de que un policía lo inmovilizara presionándole el cuello con su rodilla. En el vídeo de la detención, que ya ha dado la vuelta al mundo, se ve cómo el hombre ruega clemencia, advirtiendo que no puede respirar, y también cómo su vida se apaga poco a poco, sin que el policía que se la está arrebatando haga nada por evitarlo.
También se sabe que los procesos inflamatorios excesivos están relacionados con la mortalidad por SARS-CoV-2. Si ellos, a causa de la discriminación que sufren, tienen más posibilidades de expresar genes proinflamatorios, podrían tener un peor pronóstico de la enfermedad.
Todo esto son teorías, por supuesto. Sobre el coronavirus tenemos aún mucho que estudiar. Y también sobre las consecuencias del racismo para la salud. Pero lo que sí está claro es que nosotros mismo podemos ser nuestro peor virus y que los prejuicios y los estereotipos pueden ser más mortales que muchas enfermedades. Por desgracia, llevamos sufriendo olas de racismo durante siglos y, de momento, no hay ninguna vacuna que las frene. Desde luego, prestarle la atención que merece debería ser una prioridad.
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