
Si tuviese que nombrar el videojuego al que más horas le he dedicado a lo largo de toda mi vida, tendría muy claro que es World of Warcraft por la cantidad de aventuras que he vivido con otras personas desde que comencé mi viaje en el popular MMORPG. En cambio, si tuviese que decir cuál es el juego con el que más tiempo he pasado delante de la pantalla en solitario, no tengo dudas de que sería The Binding of Isaac: Rebirth.
Tengo varios amigos que nunca han llegado a entender mi fanatismo por este roguelike, pero desde que le di una oportunidad al título original se convirtió en un vicio descomunal. Para que os hagáis una idea, al primer The Binding of Isaac le dediqué unas 500 horas fácilmente. No obstante, esa cifra es una nimiedad si la comparo con la versión actual del juegazo de Nicalis, dado que a este le he podido dedicar unas 4.000 horas o más entre todas las plataformas en las que he jugado (PS4 / PS5 / PS Vita, Nintendo Switch y PC).
Es más, hace muchos años me animé a practicar speedruns y he tratado de desbloquear el 100% de los contenidos que se han habilitado entre todas sus expansiones. Sin embargo, con el paso del tiempo han ido apareciendo otros títulos que me han enganchado o a los que les he tenido que dedicar más parte de mi tiempo, así que lo dejé de lado hasta hace unos meses, cuando se anunció que se quería celebrar su décimo aniversario por todo lo alto.
Fue en noviembre del año pasado cuando se publicó la actualización gratuita Repentance+, para la que se requiere la expansión Repentance. En ella se incluyó el tan largamente demandado multijugador online con la etiqueta de ser una beta, pero simplemente porque se trata de un modo que se encuentra en desarrollo y continuará recibiendo mejoras y actualizaciones hasta que Nicalis logre perfeccionarlo del todo.
Este modo añade una manera completamente nueva de disfrutar del juego al tratarse de un multijugador online puro y duro que es compatible con cualquier modalidad. No importa si se juega en Normal, Difícil, Greed, Greedier o en cualquiera de sus desafíos, incluyendo los que se habilitan diariamente para todos o las partidas prefijadas al insertar una semilla en concreto.
Partiendo de esta base, decidí probarlo porque me parecía una idea muy divertida y una forma completamente distinta de disfrutar del juego. El problema es que no todo el mundo dispone de la misma habilidad o la paciencia necesaria para este tipo de juego, por lo que no han faltado las veces en las que los jugadores se iban de la partida en cuanto la situación se complicaba o se aburrían. Como no te penalizan de ninguna manera por dejar tirados a tus compañeros…

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En cualquier caso, algo que he agradecido es que nunca he tenido problemas a la hora de buscar partida y lo cierto es que el jugar de esta manera ofrece un reto adicional, dado que todas las decisiones que se toman no dependen de uno mismo, como por ejemplo escoger el camino a tomar o los objetos que se van pillando. En este sentido, las salas doradas contienen un único objeto por el que todos se deben pelear, mientras que los jefes finales sueltan una cantidad acorde al número de jugadores que haya en ese momento, para que así se lleve uno cada uno, supuestamente.
Pero lo que hay que reconocer es que todo se vuelve más caótico todavía por la cantidad de disparos que hay por la pantalla y por el hecho de que haya hasta cuatro personajes moviéndose de un lado a otro, además de los propios enemigos. Por lo tanto, el nivel de concentración que se requiere es más alto todavía para no estar comiendo daño sin parar, aunque también he de admitir que a veces resulta inevitable por ser imposible ver con detalle todo lo que tienes a tu alrededor.
Dicho esto, la dificultad me da la sensación de que se dispara más todavía en su multijugador online. Eso sí, no cabe duda de que merece la pena al volverse más divertido compartir la experiencia con otras personas, pero también porque hay un gran aliciente en el tema de los logros, ya que no importa que te estén acompañando más jugadores, porque acabarás desbloqueándolos y recibiendo sus correspondientes recompensas en el caso de haber permanecido en la partida desde el primer minuto.

Por otro lado, las bombas, las llaves y las monedas se comparten entre todos. Las últimas son las más importantes y las que no se deben desperdiciar en absoluto, porque si uno de los jugadores pierde todos los puntos de vida se le puede resucitar canjeándolas en una máquina que hay al principio de cada piso. Eso sí, la cantidad va aumentando cada vez que se hace uso de ella, de ahí que lo recomendable sea no gastarlas a lo loco, porque el morir es más frecuente y fácil de lo que uno se imagina por lo que he señalado previamente.
A pesar de todo, de lo desesperantes que se puedan volver a veces las partidas, me encanta jugar de vez en cuando con más gente y comprobar que, después de una década, no soy el único que le apetece echarse alguna que otra partida prácticamente a diario. Y eso no hace otra cosa que demostrar la grandeza de The Binding of Isaac: Rebirth para que todavía permanezca vivo y sea tan excepcional tras tantísimos años.
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La noticia Es el roguelike que me ha atrapado durante miles de horas a lo largo de diez años y me ha dado la excusa perfecta para viciarme otra vez fue publicada originalmente en Vida Extra por Sergio Cejas (Beld) .
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