
Podría pasarme todo el día escuchando la banda sonora de Furi y sería sorprendente que la aborreciese. Los miembros de The Game Bakers dieron un golpe encima de la mesa con uno de los mejores boss rush que se hayan visto, aunque la sombra sobre los franceses se cirnió con Haven. Su siguiente proyecto, una aventura de carácter amoroso con combates por turnos, no caló en mí y pensé que los derroteros del estudio irían por otros derroteros más amigables.
Sin embargo, Cairn ha supuesto su regreso con un sabor a aquella mezcla que tanto me gustó cuando tuve que escapar de la cárcel en 2016. No me voy a andar con rodeos: Cairn es el Dark Souls de los videojuegos de escalada (si es que se trata de un género que exista) y no se trata de una comparación baladí. Cualquier montañista te dirá que el Annapurna, K2 o el Everest son picos extremadamente difíciles de conquistar, por lo que ahora nos toca hacer lo propio.
Dado que ninguno de nosotros cuenta con la preparación física, mental y ni mucho menos contamos con la experiencia necesaria para afrontar el ascenso a una cumbre, qué mejor que dejarle todo el trabajo a Aava. Estamos hablando de una escaladora profesional que actúa como la protagonista y copa las portadas de publicaciones al más puro estilo National Geographic. Sus hazañas ahí fuera, a la intemperie, son de leyenda, por lo que es turno de imponerse a su reto más complicado hasta la fecha: el implacable Monte Kami.
El calentamiento previo
El primer tramo de la demo te dispone en un rocódromo en el que prácticar los primeros movimientos, los cuales llevan al engaño. Las paredes de escalada son básicas, amigables para los novatos, por lo que la dinámica de ir posicionando cada extremidad en puntos distintos es sencilla. El HUD es mínimo y tan solo aparece cuando es necesario, por lo que debemos fijarnos con cuidado en Aava para medir el nivel de cansancio que sufre.
Y es que subir por una pared prácticamente vertical es una tarea titánica, pues es necesario contar con una fuerza tremenda en todos los músculos del cuerpo. Los apoyos deben de ser exactos, siempre buscando las hendiduras en la superficie, y evitando crear posiciones muy forzadas para el personaje. Además, también hay que sumar el hecho de que no podemos mantenerla "estirada" todo el rato, pues entonces no habrá impulso ni recorrido alguno que hacer con los miembros para llegar más alto.
Para cuando has superado ese pequeño desafío, es momento de encarar el Monte Tenzen. Esa es la gran prueba de una demo que pone a disposición en un espacio muy pequeño todas las características de Cairn con maestría. Ojo, porque el videojuego no consiste tan solo en escalar más y más, sino que existen componentes de supervivencia vitales para seguir adelante. Tocará administrar recursos para sobrevivir en la larga ascensión: pitones, magnesio, esparadrapo… pero también comida, agua y medicinas.
De hecho, la gestión del inventario es una de las más originales que haya visto. En tan poco espacio de tiempo no me ha dado tiempo a llenar la mochila de Aava, pero todo se distribuye como cuando "ordenas" tu habitación apilando las cosas en el armario. Si la cantimplora ha entrado, no va a salir, pero para hacerle hueco tendrás que sacudir la bolsa hasta que todos los objetos de su interior permitan que encaje.
Más te vale hacerlo, porque también hay que cuidar parámetros como la sed o el hambre, las cuales comenzarán a ser acuciantes a medida que no descansemos con algún vivac. La tienda de campaña será la salvación durante la noche, ese refugio que parece hermético ante la intemperie y cualquier catástrofe que suceda en el exterior. Además, también permite cocinar algún que otro alimento en caliente o preparar bebidas, todo ello siempre revisando cada esquina de las montañas.
La soledad de la montaña
Y mientras... el silencio más absoluto. Es sobrecogedor darte cuenta de que no existe melodía alguna que acompañe a tus agarres y a los pitones que colocas para tener un respiro. Es la pura soledad de Aava contra la pared, la cual puede ser más o menos cruel en función de ti mismo. Es posible alejar la cámara para tomar perspectiva y elegir qué ruta es la idónea para ascender, pero como te equivoques te puedes enfrentar al mismo problema de tozudez que yo.
Encaré la última parte de escalada, con el sol poniéndose tras tardar más de media hora en subir un tramo que en la versión final será una broma. Aunque creo que acerté al escoger la zona más escarpada, cuando apenas restaban unos metros, no calculé bien los riesgos. Me decidí por una parte en la que no se presentaban muchos agarres, pero confié en las capacidades de una Aava que ya estaba cansada a esas alturas. Caí varias veces al vacío y tan solo me salvé de la muerte por la prudencia reglamentaria de colocar un pitón.

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Allí fui otras cinco veces más hasta que, de puro milagro, logré llegar a lo más alto para visualizar el Monte Tenzen. Sí, hay una recompensa visual al contemplar semejante estampa, pero se diluye ante el enorme desafío que se alza ante ti. Y no lo sustituye el derrotismo, sino la misma sensación de que la aventura recorre tu cuerpo. Cada pared es como jefe final de FromSoftware, una suerte de boss rush en el que no te importa fallar.
Sé que a lo largo del camino hacia la cima me encontraré con información sobre la fauna, la flora, compañeros inesperados y florecerán un posible oscuro pasado para Aava. Suficientes motivos para mantenerme atento a Cairn hasta que The Game Bakers suelte la dichosa fecha de lanzamiento. Una de esas posibles joyas ocultas, vaya.
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La noticia Escalar el Everest es un sueño, pero 30 minutos en el Dark Souls del montañismo me han destrozado cualquier ilusión fue publicada originalmente en Vida Extra por Juan Sanmartín .
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